lunes, 26 de enero de 2009

30 DE ENERO DE 1933 ,CUANDO EL MUNDO SE LLENO DE ESPERANZA.





30 de enero de 1933-Hitler y su pueblo.


El Führer en viaje

Por el SS-Brigadeführer Julius Schreck

Jamás un hombre de Estado conoció tan a fondo su país y su pueblo como Adolf Hitler. Ya sea por medio del automóvil, el avión o el ferrocarril, siempre sus viajes sirvieron para el conocimiento profundo de su pueblo.
Ya en los comienzos de su movimiento, con amplia visión de futuro había reconocido la importancia de los medios de transporte rápidos, especialmente del automóvil, sirviéndose de ellos a pesar de los recursos entonces más que modestos. Aún hoy el Führer otorga su preferencia al automóvil porque le parece importante mantenerse en permanente contacto con sus connacionales y sus viejos combatientes.
Durante las grandes luchas políticas por el poder se ha evidenciado que, a través de la motorización de su séquito, el Führer llevaba amplia ventaja a todos sus adversarios. No siempre estuvo entonces el Führer rodeado y aclamado por personas entusiasmadas. En los años de lucha hemos vivido la experiencia de más de un viaje en que los enfrentamientos eran duros y sólo mediantes presencia de ánimo y con uso de la fuerza podríamos abrirnos camino. Ningún aviso de alarma podía hacer desistir al Führer de viajar a los centros de los adversarios rojos y negros, con frecuencia pasando a través de salvajes y numerosas organizaciones bolcheviques, pasando al lado de columnas de manifestaciones adversarias.


Multitudes

A veces nuestro coche estaba completamente cercado por miles de connacionales azuzados. Pero -lo hemos vivido siempre de nuevo-, bajo la mirada del Führer repentinamente dejaban caer el puño alzado y levantando la vista se percataban de que este Hitler, por cierto, tenía un aspecto del todo distinto de como se lo habian descripto. Cuántos trabajadores alemanes descaminados miraron así por primera vez a los ojos del hombre del que se les decía que era su enemigo, para convertirse de golpe en adeptos fanáticos de su Movimiento ! Ninguna propaganda periodística, ningún libro hubieran podido por si mismos realizar este milagro. Y así pudo decir tres años después de la toma del poder: "Dónde está el hombre de Estado que como yo no necesita tener temor, despues de tres años de gobierno, de ir entre el pueblo exactamente como lo hacía antes?"
También hoy, cuando su trabajo y sus obligaciones de gobierno se lo permiten, el Führer no se limita a sentarse en su despacho, sino que viaja al interior del país para estar en medio del pueblo. Entonces, sentado nuevamente en su Mercedes, aparece una vez en un sitio, otra vez en otro. Un día en la zona del Ruhr, otros en Baden, Württemberg, Sajonia y Prusia Oriental, a orillas del mar, en fin, no hay ni una comarca a la que no se dirija alguna vez. Al volante del coche, oigo repentinamente exclamaciones asombradas y entusiastas: "Es Hitler !" o "Llegó el Führer !". Con frecuencia la gente ni siquiera se da cuenta de quién atravesó la ciudad. Recién cuando la columna ha pasado, llama su atención los tres automóviles negros y, de golpe, se percata de quién fue el que acababa de pasar. Los niños, por lo general, son los primeros en reconocer al Führer. De inmediato empieza una carrera a la par del vehículo y luego de un corto trecho se forma una algomeración tal de gente, que finalmente debemos detenernos para que el Führer pueda dar la mano a los entusiastas y recibir flores o firmar algunos autógrafos.
A quien como yo durante diez años tuvo la oportunidad de hallarse constantemente próximo al Führer y de compartir la vivencia de sus numerosos viajes, le seran inolvidables las mil diversas escenas que ha presenciado en el curso del tiempo. Tales viajes proporcionan una fe indómita en el pueblo alemán y muchas veces se siente verdadera emoción por haber podido vivir las experiencias de estos días.

Bajo la lluvia

Los grandes viajes los realiza el Führer únicamente en coche descubierto, aun cuando llueva y se trate de un acto oficial. Ante el consejo de su acompañamiento sólo tiene siempre la respuesta: "Mientras la SA y las otras formaciones deben estar paradas bajo la lluvia, también nosotros podemos mojarnos". Miles fueron testigos cuando en el reintegro del Sarre, con la cabeza descubierta y vestido solamente con la camisa parda, condujo el desfile de la SA, así como en ocasión de las luchas electorales en Stralsund, después de un vuelo nocturno, a las 3 de la mañana, con una lluvia torrencial, habló a la muchedumbre expectante, o cómo viajó a través de la lluvia, de Holstein al Adolf Hitler-Koog (tierras ganadas al mar por medio de diques), literalmente empapado, sin consideración por sí mismo, porque la SA también se encontraba parada bajo la lluvia.
Ya en su primer coche se ubicaba al lado del conductor. Hoy, después de 15 años, como Canciller del Reich, no se ha apartado de esta costumbre. Es él quien determina el itinerario del viaje, porque al Führer le encanta usar caminos laterales y tener la vivencia del paisaje de Alemania lejos de las grandes vías de tránsito.
Antes, cuando el Führer todavía no era tan conocido como en la actualidad, por cierto, era más sencillo. En ese tiempo se podía, a veces, pernoctar o comer en una hostería sin ser reconocido. Hoy es diferente. Como un reguero de pólvora se difunde en las aldeas y ciudades que atravesamos en el camino, la noticia de la llegada del Führer. Muchos están poseídos de tal alegría que avisan telefónicamente al próximo poblado y así sus habitantes, que nunca vieron a su Führer, esperan el vehículo para saludarlo. Se viven momentos de exaltación y en ocasiones se siente el deseo de ser un poeta para hallar las palabras que describan los miles de pequeños acontecimientos con la fuerza con que nosotros los vivimos.

Todo el pueblo a su espera

Ahora atravesamos un poblado. Todo el mundo está presente, viejos y jóvenes, madres con criaturas en los brazos, asociaciones y escuelas, etc. y rápidamente la calle principal se transforma en un mar de banderas. Niñas de la Bund Deutscher Madchen (Liga de Jóvenes alemanas) tratan de hacer detener el coche, pero el tiempo apremia y el Führer debe arribar a destino a la hora prevista, porque cientos de miles de hallan esperándolo para el acto anunciado. Pero, en este momento un hombre alto y corpulento -el herrero del pueblo- se ubica de un salto sobre el radiador del auto; el conductor debe aminorar su marcha y al instante el automóvil se encuentra rodeado por todos los habitantes de la zona. Cada uno quisiera estrechar la mano del Führer. Las mujeres con sus niños en brazos como no pueden aproximarse, alzan sus pequeños, el futuro de Alemania, por encima de la multitud entusiasmada, como si quisieran decir: Vosotros pertenecéis a él !
Cuando se quiere describir a los grandes hombres es menester observar hasta sus más pequeñas actitudes. Veamos uno entre centenares de episodios: alrededor de las 10 de la noche el coche del Führer, despues de un desfile, se desplaza por Meiningen en dirección a Würzburg. De pronto, a la luz de los reflectores se divisa a dos hombres-SA marchando. El Führer hace detener el auto. Se les pregunta adónde van: "A la próxima estación, mi camarada ya no puede caminar, tenemos todavía tres horas de marcha". "Arriba, pues, al coche!" No tienen ni la menor sospecha de quién son huéspedes. Les hacemos diversas preguntas. Ya vieron al Führer? "Sí, hoy al desfilar". El auto se detiene, hemos llegado a destino. El Führer, que se halla sentado adelante, los llama y pone en sus manos una suma de dinero. En ese preciso instante, en la oscuridad de la noche, un pequeño resplandor descubre el rostro del Führer. Los dos SA estan atónitos. "No es el Führer el que habla con ellos?" "Sí, es él !" Perplejos y alborozados, ni una palabra sale de sus labios. Yo doy gas y mientras el Mercedes se desplaza en la oscuridad de la noche, desde una curva divisamos a los dos SA todavía inmóviles en la carretera, bajo la impresión de lo acaecido.


También el avión

Las grandes y arduas luchas electorales de aquella época exigían al Führer el máximo aprovechamiento de su tiempo y por esto se sirvió, además, del avión. Y ello en un tiempo en que todavía se miraba con desconfianza al transporte aéreo. Durante semanas el avión lo condujo de ciudad en ciudad, sin tener en cuenta el viento ni la tempestad.
Al echar una mirada retrospectiva a este período, uno siente un leve estremecimiento recordando los numerosos vuelos nocturnos bajo la tormenta y la niebla. Es por demás elocuente el hecho de que durante el tiempo en que el avión del Führer fue utilizado para la lucha electoral, ni una sola vez aplazó su partida. Puntualmente realizaron cada una de las asambleas organizadas y a veces eran cuatro o cinco en un mismo día en distintas ciudades de Alemania.
Con frecuencia se le sugirió al Führer que no emprendiese tal o cual vuelo. Pero invariablemente replicaba: "Cuando la necesidad lo exige, también vuelo con tormenta". Cómo se hubieran regocijado los periódicos adversarios si el plan de vuelo hubiera sido alterado o no se hubiese llevado a cabo una asamblea anunciada ! Pero Hitler no les hizo nunca tal favor.
Y así uno de tales vuelos ha quedado especialmente grabado en el recuerdo, el de Fürth-Frankfurt. La vieja Rohrbach, la primera máquina de la que el Führer se sirvió, estaba anclada con barriles de bencina. Una tempestad azotó a toda Alemania con violencia inusitada. Para la aviación en general se dispuso prohibición de vuelo. Sólo con dificultad podía uno mantenerse en pie. Todos hicieron gestos dubitativos cuando el Führer abordó la máquina. Recién al cabo de pocos minutos, trabajosamente, levantó vuelo. Con dificultad la máquina avanzó en medio de la tempestad y de las ráfagas de lluvia y de nieve. Con frecuencia la máquina caía en un pozo de aire, de manera tal que la cabeza de más de un acompañante tomaba contacto con el techo. Pero, no obstante, todo salió bien.



A toda velocidad

En una oportunidad el avión tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia muy distante del sitio prefijado. A las 8 daría comienzo una asamblea en Kiel. A las 5 recibí el mensaje de que el Führer habíase visto forzado a descender en Travemünde debido a la existencia de nubes bajas, a la niebla y a una fortísima tormenta. Inmediatamente la columna partió a toda velocidad en dirección a Lübeck y en la zona de Eutin recibimos al Führer, que nos había salido al encuentro en un coche de alquiler, llegando a tiempo a Kiel.
Aunque el Führer en la actualidad, para ahorrar tiempo, ocasionalmente utiliza el ferrocarril para sus travesías nocturnas, sin embargo, su gran amor es para el automóvil, del cual dijo que le había revelado a Alemania. Y de la misma manera ama su JU 52, que se halla bajo el mando del SS-Oberführer Baur, quien seguramente se cuenta entre los más eximios pilotos.
Lo más placentero para el Führer, despues de semanas de intensa tarea, es viajar nuevamente en su coche por el país alemán. Los más bellos días son para mí aquellos en que puedo estar sentado otra vez al volante y, como antes en medio de la lucha y la penuria, conducir hoy al Führer a través de un país feliz y lleno de paz.
"Adolf Hitler, Bilder aus dem Leben des Führers", Ediciones LADO, Colección Fuentes Históricas, Buenos Aires, Argentina

Hitler al poder.

"...Con la velocidad del viento se difunde la noticia. Un escalofrío estremece a las masas. Ni la radio, ni menos aun la prensa pueden seguir el ritmo fulmíneo con que la palabra liberadora vuela por las calles; penetra en todas las casas, en todos los negocios, en los túneles de los subterráneos y sobre los andenes. Corre desde el lejano sur hasta el extremo norte, al este y al oeste y otra vez vuelve al centro, para juntarse allí en un impetuoso golpe de ola.
Hitler ! Hitler !, exclama la gente y cada segundo lleva su nombre un kilómetro más lejos: Hitler ! Hitler ! No gritan: Hitler es canciller del Reich ! o Hitler ha formado gabinete ! No. Gritan solamente su nombre: Hitler ! Hitler ! Fue la conmocionante irrupción de júbilo de todo un pueblo. Únicamente su nombre domina las calles, domina Berlín, Prusia, el Reich.....el mundo."
El año 1933 es el año de las grandes decisiones. Como el año de la Revolución Alemana seguirá viviendo en la Historia. Todo aquello por lo cual el Movimiento durante 14 años trabajó infatigablemente tomó forma y estructura en este año.
El preludio para la Revolución lo constituyó el gran ensayo general de la elección para el parlamento provincial de Lippe.
La prensa bolchevique y socialdemócrata se burló de los gigantes preparativos electorales del NSDAP, que concentró la totalidad de sus medios sobre este pequeño Estado alemán. Sus ofensivos y sarcásticos artículos acerca de la táctica de los nacionalsocialistas hicieron que el gran público esperara el desenlace de esta elección con mayor expectativa de la que hubiera podido generarse exclusivamente por la propaganda del Partido.
En forma brillante el 14 de enero se refutó en Lippe la leyenda de la "ola nacionalsocialista en reflujo". La política del general Schleicher recibió un golpe aniquilador. En el frente más avanzado luchaba el Führer en persona. Diariamente dirigía la palabra en asambleas masivas en el país, en lugares que apenas se conocian por su nombre. Se levantaron gigantescas carpas y para oír al Führer llegaba la población recorriendo largos kilómetros a pie, a caballo o en coche.
En 10 días tuvieron lugar 18 reuniones en las que el Führer fue el orador. Cuando terminó el día de las elecciones, el 47,8 % de los electores se había decidido por Hitler! Casi el 50%. Qué había escrito la prensa roja? Los nacionalsocialistas no irán nunca más allá del 33%. Y ahora este êxito!
También sobre un pequeño espacio se puede demostrar el clima reinante en la población. Vanamente se esforzó la prensa enemiga, ahora cuando el resultado electoral estaba a la vista incontestable, en minimizar los hechos. Nadie creía ya en ella. Demasiado claro era el lenguaje de los acontecimientos en el Estado de Lippe.
El día siguiente halla al Führer en Weimar ante 10.000 hombres SA. Tras la victoria de Lippe lanza nuevamente su reto de combate al sistema. "En el corazón de Alemania juramos hoy proseguir la lucha hasta que la meta sea alcanzada. El Partido se mantiene fiel a su espíritu de lucha con decisión intransigente".
El 21 de enero la SA berlinesa se despliega en la Bülowplatz ante la Casa de Karl Liebknecht (Sede central del Partido Comunista). Schleicher está completamente aislado. El campesinado en bloque se lanza al ataque. En Berlín estallan en frenético vértigo las ideas, embustes y globos de ensayo. Se produce una confusión tal que la maquinaria oficial de desmentidos vanamente trata de ocultar.
Hitler espera la elección decisiva. Prepara todo para ella. El Partido se encuentra en alta tensión. El Führer necesita únicamente apretar el botón y un mecanismo electoral de precisión nunca visto y de un empuje jamás experimentado se pone en movimiento. Se estima que para marzo tendrá lugar esta votación. Pero el gabinete Schleicher cae sólo 14 días despues de la elección de Lippe.
De improviso, el presidente del Reich retira su confianza al canciller. Hitler se instala nuevamente en el Kaiserhof (hotel del Kaiser) frente a la cancillería del Reich. Cada uno lo sabe: ahora se producirá la definición, incluso sin elecciones. La democracia se halla consumida, agujereada, impotente, convertida en una fachada ciega, lista para la demolición.
Las masas humanas ya no se alejan del lugar. Día y noche los gritos de Heil! embaten la ventana del hotel. Aún se resisten los Deutschnationalen (nacional-alemanes, de orientación conservadora). Quieren negociar una participación en el futuro gobierno de Hitler, lo que en vista de todo lo precedente nadie les puede conceder.
El 28 de enero Papen se encarga de la intermediación. El 29 el Führer redacta su lista de ministros. Mil rumores zumban sobre la ciudad. Se habla incluso de un Putsch. La mañana del lunes encuentra a un país que aguarda febrilmente la decisión. En la mañana del 30 de enero Hitler asciende a su automóvil y se traslada enfrente, a la vieja Cancillería del Reich.

Cuando las torres de la Iglesia anuncian la hora del mediodía, retorna como Canciller. El Gabinete de Hitler está constituído por: Adolf Hitler, Goering, Papen, Seldte, Frick, Hugenberg...el más grande hecho histórico desde 1914 se ha producido.
Con la velocidad del viento se difunde la noticia. Un escalofrío estremece a las masas. Ni la radio, ni menos aun la prensa pueden seguir el ritmo fulmíneo con que la palabra liberadora vuela por las calles; penetra en todas las casas, en todos los negocios, en los túneles de los subterráneos y sobre los andenes. Corre desde el lejano sur hasta el extremo norte, al este y al oeste y otra vez vuelve al centro, para juntarse allí en un impetuoso golpe de ola.
Hitler ! Hitler !, exclama la gente y cada segundo lleva su nombre un kilómetro más lejos: Hitler ! Hitler ! No gritan: Hitler es canciller del Reich ! o Hitler ha formado gabinete ! No. Gritan solamente su nombre y todos saben el significado que encierra. Cada uno lo transmite gritando y gesticulando...Hitler ! Hitler ! Hitler !
Cuando dos horas más tarde los primeros diarios salen de las rotativas, únicamente pueden confirmar lo sabido. No obstante, son arrancados de las manos de los vendedores, cada uno lo quiere leer repetidas veces impreso en negro sobre blanco, cada uno quiere guardar la noticia, asimilaria una y otra vez, averiguar sobre los nombres de los designados, para mostrárselo una y otra vez al vecino: "Mira acá! Dice Hitler! Hitler!"
Unicamente su nombre y el del Generalfeldmarschall (Mariscal general de campo) dominan las calles, dominan Berlín, Prusia, el Reich, el mundo.
Los periodistas extranjeros transmiten cablegráficamente informaciones que les demandan varias horas. El dinero no juega ningún rol en estos instantes. Sin incidentes se realiza la toma del poder. Mientras el Führer redacta la proclama de gobierno, da comienzo en Berlín una actividad inusitada. En todas partes confluyen seres humanos, se compran antorchas, las banderas aparecen en los frentes de las casas, en los taxímetros se colocan banderines. A poco ya no hay una casa que no se hubiese abanderado con negro-blanco-rojo (colores de la bandera tradicional alemana) o con la bandera victoriosa de la svástica.
Las marchas
Y luego se ordenan las masas, sin necesidad de exhortación alguna, tan espontáneamente como nunca antes marcharon. Aunque resulten desconocidos los unos a los otros, la gente se abraza, enciende sus antorchas, grita jubilosa y finalmente se realiza una manifestación de dimensiones jamás vistas que avanza lentamente hacia el centro de la ciudad, se desplaza por la Avenida de los Tilos, doblando hacia la Wilhelmstrasse. Un mar de luces es el barrio gubernamental y allí vienen también la SA, la SS, el Stahlhelm (Cascos de Acero) y ahora un único e inmenso clamor gozoso retumba en las ventanas de la vieja y de la nueva Cancillería del Reich.
Allí estan, de pie, los dos garantes de una Nueva Alemania, el anciano Feldmarschall, que tendió la mano al cabo de la Guerra Mundial para la obra conjunta, y él, el amado Führer, el Canciller del pueblo, él, Adolf Hitler!
Todas las palabras resultan demasiado pobres para describir este gigantesco acontecimiento. Fue la conmocionante irrupción del júbilo de todo un pueblo. Ha sido la fiesta revolucionaria del más singular cuño, alumbrada por las llamas de millones de antorchas y colmada de una alegría que, a medida que transcurrían las horas, cuanto más se aproximaba la edianoche, iba en creciente aumento. Formidable resonaba el paso de marcha de los batallones parados. Era como si, claramente visible para todos, un gran peso se apartara de un pueblo, como si, lentamente, se levantase una tenebrosa fatalidad que durante 14 años abrumó a una nación. Y ellos, los liberados, aclamaban cada vez más fuerte, cada vez más fervorosos, más esperanzados y dichosos a aquellos que realizaron este milagro: al Feldmarschall y a su Canciller.
Nadie que vivió estas horas de la tarde y de la noche, cuando el pueblo entero, sin distinción de estamentos, clase y confesión, se unificó en un inmenso y clamoroso homenaje las ha de olvidar jamás. Estas horas de la tarde y de la noche del 30 al 31 de enero, que estallaban de entusiasmo y en las que relampagueaban las luces, eran las horas de consagración de la Nación, únicas, que no se repetirán en siglos.
El Canciller y el Presidente del Reich permanecen, hora tras hora, en las ventanas de sus despachos, saludando a los soldados de la Revolución. Las flores vuelan hacia lo alto, en muchos ojos brillan lágrimas de felicidad. Cuando al fin las masas se retiran marchando, suenan disparos en Charlottenburg. Herido de muerte se desploma el Sturmführer Maikowski. Con él cae el suboficial de policía Zauritz. El Asalto 33 perdió a su mejor hombre.
El primero de febrero Adolf Hitler habla por primera vez por la radiodifusión alemana. Alrededor de los receptores se aglomera la gente. Esa noche ningún altoparlante permanece ocioso, ningún auricular queda colgado, sin uso, en la pared.
Adolf Hitler pronuncia su "Exhortación al pueblo alemán", que ha llegado a ser célebre. Basadas en una profunda seriedad son las pautas directrices del Gobierno. No prometen nada más que los hombres del Alzamiento Nacional lucharán por la eliminación de los males de los últimos 14 años, que terminarán con la desocupación y volverán a dar al pueblo paz, libertad, trabajo y pan. Exigen para ello un tiempo de cuatro años. La inmediata disolución del Reichstag y nuevas elecciones programadas a corto plazo, han de dar al pueblo la oportunidad de pronunciarse manifestando si está conforme con la designación de Hitler como Canciller y con el programa anunciado por él.
Ha llegado a su fin la táctica partidista de motivos ocultos y de pequeña labor de azuzamiento y socavación. Han llegado a su fin las artimañas de los partidos políticos. En forma clara e inequívoca pone a la Nación ante la disyuntiva: "Estáis por mí o contra mí. Responded sin reservas". Y la Nación responde.
El 4 de marzo, la víspera de la elección, es declarado por el Dr. Joseph Goebbels como El Día de la Nación que Despierta. Y realmente este día lleva su nombre con razón. Cuando oscurece resplandecen fuegos en toda Alemania. Desde las montañas iluminan hacia abajo, desde las alturas, en todos los sitios se mueven columnas incandescentes a través del país. Las ventanas y las calles de las ciudades han sido intensaente iluminadas. Del fulgor de la luz se alza la confesión del pueblo por Adolf Hitler y los símbolos del Nuevo Reich.

El pueblo se pronuncia.

El 5 de marzo, el 52% del pueblo se pronuncia por el Gobierno. El gabinete está legitimado legalmente ante el mundo entero, en la forma má ajustada posible a la Constitución, de acuerdo con las leyes más rígidas de la democracia. Pocos días antes de la elección, el 27 de febrero, el Reichstag alemán arde presa de las llamas. Se trata de un acto criminal de insospechadas dimensiones, dado que su objetivo era posibilitar la contrarevolución bolchevique.
Los incendiarios comunistas provocan la destrucción de la sala del plenario del Reichstag. La antorcha de la Revuelta Roja llamea sobre el país. Del Territorio del Ruhr informan de tentativas de sublevación. La existencia de la Nación se encuentra sobre el filo de una espada. Pero ya no gobierna el montón de partidos de Weimar.
El Gobierno Nacional toma enérgicas medidas. En pocos días el peligro bolchevique ha sido conjurado, retornando a sus escondrijos de donde había querido irrumpir sorpresivamente para el último asalto. Y estos escondrijos serán ahora fumigados sistemáticamente en las próximas semanas y en los meses subsiguientes.
El horrible crimen del incendio del Reichstag no halló eco, por supuesto, en el pueblo alemán. Con repulsión se distanció de la acción terrorista. La columna quedó sola con sus cómplices. El 8 de marzo es ocupada definitivamente la Casa de Karl Liebknecht. La bandera con la svástica ondea a partir de ese momento sobre la casa desde la cual, durante años, el asesino comunista forjaba sus planes.
En el lapso de una semana los gobiernos provinciales caen como hojas más que marchitas. Bajo el rumor de las banderas con la svástica desaparecen los últimos testigos de la "grandeza" pasada.
El 9 de marzo es corrido el gobierno bávaro de los señores Held, Schäffer y Stützel. La línea del Maine fue alguna vez divisoria. Sobre Alemania entera, desde los Alpes hasta las arenas del mar, tremolan las banderas del Azamiento Nacional. Expresamente, el Presidente del Reich dispone que en lo sucesivo la bandera de la svástica y la bandera negra-blanca-roja, las dos heroicas enseñas de la historia alemana, deben ondear juntas en todas las astas. Han de ondear, sobre todo, en honor de los héroes caídos por la libertad de la Patria.
Después de la victoria se reúne la Nación para recordar a los muertos. El 12 de marzo el recuerdo y la promesa convocan al pueblo en el Día de Duelo Popular. Es un día pleno de sol. Los rostros de la gente aparecen graves, solemnes. En la Opera del Estado tiene lugar el acto recordatorio, ya que no puede realizarse, como otras veces, en el Reichstag, quemado por las hordas rojas.
El Feldmarschall, luciendo su uniforme, ve ondear, por vez primera, después de mucho tiempo, libre y hermoso, sin la deshonrante bandera de bauprés, el viejo pabellón de guerra, bajo el cual millones murieron... Un largo oprobio ha sido borrado. Delante del Monumento de Honor, la más bella obra de Schinkel, la construcción más prusiana de la Capital, La Vieja Guardia, están formados el Ejército, la SA en capote pardo, la SS con su negro uniforme y el Stahlhelm con su vestimenta gris-campaña.
Durante horas aguarda la gente. Estudiantes con ropas de gala flanquean la entrada al Monumento de Honor, donde en un gigantesco sillar descansa la corona de oro, transfigurada por una luz blanca que la circunda, que desde arriba se derrama sobre ella como una suave y fresca gracia. El Presidente del Reich saluda a Hitler, quien se inclina ante el Mariscal.
Después retumban las órdenes, las tropas se estremecen y quedan en total inmovilidad. Y luego marchan. El paso militar resuena con estruendo sobre el empedrado, los cascos relucen, cascos de acero, grises, las filas se funden en un frente. Encima de ellos ondean las viejas banderas, los estandartes tradicionales del Gran Ejército, las banderas de los regimientos de guardia berlineses que fueron llevados triunfalmente, a través de medio mundo, en el curso de cuatro largos años.

Monumento de Honor

Silencio total reina en la amplia plaza. Nada se oye fuera de los compases de la marcha, del estruendo de la compañia de parada que golpea sus botas en el asfalto como si quisiera hacerlo estallar y del tenue rumorear de las banderas.
Decenas de miles de brazos se han extendido, inmóviles, para saludar a todos, a las banderas, a los muertos y a los vivientes en su espíritu... Un mar de coronas rodea el Monumento de Honor. Con gravedad, despaciosamente, Hindenburg deposita dos grandes coronas junto a las otras. Hondamente conmovido contempla la piedra.
A continuación se aproxima el Canciller. Con cuidado coloca su corona. Como si temiera perturbar en su sueño a los muertos, a los hermanos, a los camaradas. Cuando abandona el Monumento de Honor se inicia el desfile de la Joven Alemania: SA, SS y Stahlhelm. Las insignias tremolan, como un sólo bloque se suceden las filas.
Hit-ler, Hit-ler, Hit-ler, martillean rítmicamente los pies, retumban las pesadas botas sobre el suelo. Las banderas flamean.... En su espíritu.... en su espíritu...
El sol resplandece. Un muro de brazos en alto inmóviles, un júbilo estruendoso, saludan al Mariscal y al Canciller al abandonar el lugar. Ahora se ve que no han caído en vano los dos millones. Ahora todo está bien. Nuevamente podemos pensar, sin vergüenza, en ellos, en sus victorias y en su muerte. Su espíritu está otra vez vivo. Porque Alemania nuevamente es un Reich. Dentro de pocos días se llevará a cabo, solemnemente, en Potsdam, su nueva fundación. Sentís a los muertos cómo se levantan de sus tumbas, cómo brindan su anhelo, su fe para proteger al nuevo y joven Reich con el que siempre soñaron?
Sentís a todos ellos que cayeron por la Sangre y el Suelo, por la Madre Patria y el Honor? Ahora la tierra se torna más liviana sobre sus cuerpos en Flandres y ante París, en Rusia y en Asia, en el frente del Sur y en Africa.
“ ...Marchan en espíritu juntos en nuestras filas..”. (Estrofa de Die Fahne Hoch, himno Oficial del NSDAP)
Ondean la negra-blanca-roja y la svástica... Las banderas del honor y las banderas del futuro, las banderas de la grandeza y del heroísmo. Ondean sobre Alemania. Nunca antes un día de duelo dio a un pueblo tanta fuerza y tan firme esperanza.
Es, en verdad, una primavera santa la que ha comenzado.
Extractado de la obra "Alemania Despierta", de Ediciones Lado

La posición del Partido Nacionalsocialista frente a la Iglesia.

Adolf Hitler era católico. No se trata ya de una herencia paterna que debe mantenerse, pues si bien fue católico por nacimiento, defendió y de forma bastante clara, su condición de tal, pese a que ello pudiera mermarle la adhesión de los sectores protestantes. El libro Mi Lucha, contiene puntos fundamentales en el tema que nos ocupa: "Un caudillo político no debe mezclarse en las cuestiones religiosas de su pueblo, pues si así procediera no sería ya un político sino un reformador, suponiendo que tuviera las condiciones de tal". Otro asunto que aborda Hitler en Mi Lucha, relacionado con las cuestiones religiosas es el de la intromisión de la religión en la política y viceversa. Hitler opinaba en contra de dicha intromisión. Hasta aquí, un resumen de lo contenido en Mi Lucha. Pero para demostrar que su posición fue imperturbable a lo largo de los años y que no varió con el paso del tiempo, ya fuera en la lucha por el poder o una vez alcanzado éste, ofrecemos algunos fragmentos de sus discursos.
El 12 de abril de 1922, al principio de su carrera política, aun antes de escribir Mi Lucha dijo en un discurso: "Mi sentimiento cristiano me señala a mi Señor y Salvador como luchador. Me señala al hombre que, en otro tiempo, solo, rodeado únicamente de unos pocos seguidores, reconoció a estos judíos y llamó a la lucha contra ellos y que, verdadero Dios, no fue el más grande entre los mártires, sino el más grande entre los luchadores ! Con amor ilimitado, como cristiano y como hombre, leo el lugar que nos relata cómo el Señor acabó por arremangarse y por tomar el látigo, para arrojar del templo a los usureros, engendro de vívoras ! Reconozco su lucha gigantesca por este mundo contra el espíritu judío, despues de dos mil años, con la más profunda emoción y con tanta mayor fuerza por el hecho de que fue crucificado por ello (profunda agitación en la sala). Como cristiano no tengo el deber de dejarme desollar, sino que tengo el deber de ser un luchador por la verdad y el derecho".
El 1 de febrero de 1933, es decir, el día siguiente a su nombramiento como Canciller afirmaba: "Quiera Dios conceder su gracia a nuestra obra, orientar rectamente nuestra voluntad, bendecir nuestras intenciones y colmarnos con la confianza de nuestro pueblo".Y en el primer discurso de Hitler en el Reichstag, el 21 de marzo de 1933, en la iglesia de la guarnición de Potsdam, terminó el Führer diciendo: "Quiera tambien la Providencia concedernos el valor y la constancia que en este recinto sagrado para todo aleman sentimos en torno nuestro, hombres que luchamos por la libertad y la grandeza de nuestro pueblo, reunidos al pie de la tumba del más grande de sus reyes". El 1 de mayo de 1933, ante dos millones de obreros alemanes, dijo: "El pueblo alemán no es ya el pueblo sin honra, de la desvergüenza, de la anarquía, de la pusilanimidad y de la incredulidad. No, Señor, el pueblo alemán es ya otra vez fuerte en su voluntad, fuerte en su perseverancia, fuerte para sobrellevar todo sacrificio. Señor, no nos apartamos de Ti ! Bendice nuestra lucha por nuestra libertad y con ello por nuestro pueblo y nuestra Patria".
En el Congreso de Nüremberg de 1935 decía: "Nuestras catedrales son los eternos testimonios de nuestra pasada grandeza". Y ya en la guerra, el 6 de octubre de 1939: "Como Führer del pueblo alemán y Canciller del Reich únicamente puedo en estos instantes dar gracias a Dios por haberme dado su milagrosa bendición en nuestra primera y dura lucha por nuestros derechos y rogarle que nos ayude a encontar el camino verdadero, así como el de todos los demas, a fin de que no sólo el pueblo alemán, sino toda Europa, gocen de una felicidad en la paz". El 30 de enero de 1942, eran sus palabras finales: "Y vos, Señor, dadnos fuerza para defender la libertad de nuestro pueblo, de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos. Y no solo a nuestro pueblo alemán, sino tambien a toda Europa".
El 30 de enero de 1944, decía: "Por eso, cuanto mayores sean hoy las preocupaciones, tanto más alto apreciará, juzgará y recompensará el Todopoderoso a los que frente a un mundo de enemigos han enarbolado en sus leales manos la bandera y han avanzado resueltamente con ella". Tambien el último discurso de Hitler está lleno de referencias al Todopoderoso y así, el 24 de febrero de 1945, decía: "Frente al aniquilamiento judeo-bolchevique y frente a sus asesinos de América y Occidente de Europa, no hay más que un imperativo: poner en acción con fanatismo extremo y enconada entereza hasta las últimas fuerzas que un Dios bondadoso permite que el hombre encuentre en épocas graves para la defensa de su vida".

El partido y sus organizaciones

La opinión del partido queda reflejada en el punto 24 de su programa que dice: "Exigimos la libertad para todas las denominaciones religiosas dentro del Estado mientras no representen un peligro para éste y no militen contra los sentimientos morales de la raza alemana". Este párrafo se refiere a organizaciones tipo "Testigos de Jehová" o también a la religión judía. "El partido, defiende en su carácter de tal, la idea del cristianismo positivo pero no se compromete, en materia de credo, con ninguna confesión en particular. Combate el materialismo judío infiltrado entre nosotros".
Respecto a las más conocidas organizaciones del Partido, la SA y la SS podemos decir que los estandartes de las SA eran bendecidos por los obispos y ademas uno de los puntos de dicha organización rezaba: "Nuestro movimiento está decidido a proteger las dos confesiones: católica y protestante".
En cuanto a las "terribles" SS, debe darse a conocer el texto segundo de los juramentos que debian hacerse para ser miembro de ellas. Este decía: "Crees en Dios?" y debia responderse: "Sí, creo en un Dios Todopoderoso".
Se ha dicho que los niños de las Juventudes Hitlerianas eran enseñados con canciones ateas. Ahora bien, hemos localizado un centenar de canciones, antiguas y modernas (algunas compuestas por el propio Baldur von Schirach, jefe de las mismas) en las cuales la religiosidad es evidente y la palabra Dios se repite con frecuencia.

Creemos en Europa,
creemos en el nuevo orden,
creemos en la juventud,
creemos en el triunfo de lo bueno,
porque creemos en Dios
(Baldur von Schirach)
Joseph Goebbels. Hijo de padres católicos, Goebbels recibió una educación de tal caracter religioso. Ya en su juventud obtuvo una especie de beca de una organización católica llamada "Alberto Magno" y llegado al poder mantuvo siempre una actitud moderada. El Dr. Goebbels es autor de numerosas obras y es de la titulada "El comunismo sin máscara" de la que extraemos lo siguiente: "El bolcheviquismo niega la religión por principio, fundamentalmente y de antemano y no ve en ella más que opio para el pueblo. El nacionalsocialismo, por el contrario, con su tolerancia, respecto a las confesiones, propugna un idealismo creyente y trascendental".
En su obra: "El bolchevismo en la teoría y en la práctica", hablando sobre los sucesos ocurridos en España, escribe: "Es difícil formarse idea exacta de los detalles espantosos que llegan hasta nosotros relativos a ejecuciones de sacerdotes y atentados vergonzosos contra religiosos, por parte de anarquistas y comunistas. Este es el verdadero aspecto del ateísmo bolchevique, que todavía se atreve, en algunos países, a colaborar con las Iglesias. Pero los cadáveres de las religiosas sacadas de sus ataúdes constituyen un exponente de lo que es capaz el bolchevismo". Al contrario de los que ocurría en todo el mundo, Goebbels, en esta obra -leída en el Congreso de Nüremberg de 1936- denuncia el horrendo crimen.
El día 19 de abril de 1945, diez días antes de morir y cuando los rusos se hallaban ya a las puertas de Berlín, decía Goebbels: "Debemos dar una y otra vez gracias a Dios de que en tan terribles tiempos nos haya concedido a un verdadero Führer". Y el 3 de diciembre de 1928 había escrito: "El movimiento Nacionalsocialista se funda en un cristianismo positivo sin atarse a una determinada confesión. En él tiene su puesto tanto el protestante como el católico y el cristiano-aleman".
Rudolf Hess. El prisionero de la paz, no era -al igual que otros dirigentes nacionalsocialistas- partidario de una determinada religión, manteniendo, casi por tradición, la recibida por sus padres. Pero ello no era obstáculo para tener un verdadero conocimiento de la existencia de Dios y de su bondad infinita y, como no, de su justicia divina. Precisamente a este respecto es conveniente recordar sus últimas palabras en el juicio de Nüremberg, donde declaró: "Soy feliz de saber que he cumplido con mi deber frente a mi pueblo....mi deber como alemán, como nacionalsocialista y fiel colaborador del Führer. No me arrepiento de nada. Si me hallara al principio volvería a actuar como lo he hecho. Siento la mayor indiferencia por las decisiones de los hombres: algún dia compareceré ante Dios para rendirle cuentas y se que Él me declarará inocente".
Heinrich Himmler. Era sobrino del famoso jesuita P. Himmler, hijo del director de la Escuela católica de Munich y hermano de un monje benedictino que vivía en el monasterio de Mariaalach. En sus discursos mencionaba frecuentemente a Dios. En su discurso del 19 de octubre de 1944 decía: "Nuestro Señor ha creado los pueblos, que no son invención de la voluntad humana. En un devenir creador de milenios, nació, segun sus altos designios, el pueblo aleman, con sus ricos dones, su bella patria y sus difíciles condiciones de vida. Sin limitaciones nos doblegamos ante la Ley Eterna y con ella ante la Patria".
Wilhelm Frick. Frick, ministro de las leyes raciales, era tambien un creyente. Llegó incluso a redactar oraciones. Una de ellas decía: "Señor, líbranos de la mentira y de la
traición. Yo se que la falta de Dios y la falta de Patria aniquilan a nuestro Pueblo".
Hermann Goering: Ministro del Aire. Héroe de la Primera Guerra Muncial. Dijo en Viena el 26 de marzo de 1938: "Se afirma: ahora es exterminada la religión, ahora es eliminada la fe! Pues entonces que se me enseñe la iglesia que, como ha ocurrido en España, haya sido destruída o incendiada. Que se me muestre a los sacerdotes que hayan sido torturados o desollados. Que se me enseñe una iglesia que haya sido cerrada y en la cual los fieles no pueden rezar. Que se me muestre a un sacerdote al que se le haya impedido dedicarse a sus funciones sacerdotales o que haya sido arrastrado por las calles, despues de haber sido decapitado, como hicieron los comunistas en España. Si fue detenido un sacerdote, esto no ocurrió por dedicarse a sus misiones sacerdotales, sino porque se hizo demasiado mundano. Sólo queremos que se efectue una clara separación. La Iglesia tiene sus funciones determinadas, muy importantes y muy necesarias y el Estado y el Movimiento tienen otras misiones igualmente importantes y decisivas. Si hubiesemos sido antirreligiosos o anticreyentes, habría estado con nuestro movimiento la bendición del Todopoderoso? Hemos empleado toda la fuerza de nuestro sentimiento religioso para poder mantenernos firmes en la terrible lucha! Creen que esto habría sido posible sin nuestra más profunda fe en Dios, en el Todopoderoso?"
Alfred Rosemberg: Ha sido considerado el máximo enemigo de las religiones. Si tenemos en cuenta que Rosemberg jamás poseyó influencia decisiva en la política, puesto que nunca ocupó puesto relevante alguno, parece asombroso conceder tanta importancia a su obra: "El Mito del Siglo XX". De ella se llegaron a hacer 800 mil ejemplares. Pero las ediciones del libro de Hitler "Mi Lucha" - que como hemos probado era netamente favorable a las religiones- llegaron a superar, ya en 1943, los diez millones de ejemplares, hasta llegar al extremo de ser considerado el libro más vendido despues de la Biblia.




Los "demócratas" y "el dictador"

En la Conferencia de Potsdam celebrada tras el fin de la Segunda Guerra Muncial en Europa y tras la Conferencia de Yalta, se reunieron Churchill, Stalin, Truman, De Gaulle y un delegado chino que representaba a Chiang-Kai-Chek. De hecho festajaban la victoria sobre el dictador: Hitler. La victoria de las democracias, se decía.
Pues bien. Truman no había sido votado por el pueblo americano y había alcanzado la presidencia de Estados Unidos porque murió Roosevelt, que era el presidente.
Churchill había llegado al cargo de primer ministro gracias a una maniobra "de pasillos", pero el pueblo británico no lo había votado.
Stalin, había impuesto una violenta dictadura marxista en la nacion rusa.
Chiang-Kai-Chek debía su mandato a una revuelta militar que implantó la República en China.
De Gaulle nunca ganó unas elecciones. Las dos veces que llegó al poder fue detras de tanques: de los angloamericanos primero y de los generales sublevados en Argel el 13 de mayo de 1958, después.
Pero el único que debía su mandato a una victoria electoral democrática con 17 millones de votos el 5 de marzo de 1933, era el ausente. El gran ausente: Adolf Hitler. Este era...."el dictador".
Por Joaquin Bochaca, en Democracia Show, pag. 109



Ciencia y Técnica

Hasta el más pequeño tornillo estaba ya diseñado en el Tercer Reich para la construcción del tren más grande del mundo. Un empleado de los Ferrocarriles de la Republica Federal Alemana (ex Alemania Occidental), ha encontrado el proyecto olvidado y dado a conocer al público.
El empleado de los ferrocarriles alemanes no daba crédito a lo que veían sus ojos. El Consejero Superior de los ferrocarriles federales, Anton Joachimsthaler, de 50 años, encontró por casualidad los croquis, planes, dibujos y diseños de los trabajos previos a la construcción de un proyecto gigantesco. Se trataba del Gran Ferrocarril de Adolf Hitler.


La historia del Gran Tren

Después de una larga búsqueda que duró tres años, en los archivos de la RFA y de la RDA, del estudio de croquis de los antiguos organizadores, diseñadores e ingenieros de los ferrocarriles del Reich y de las conversaciones mantenidas con sobrevivientes de aquella época, Joachimsthaler supo entonces sobre dichos proyectos y sobre la historia del Gran Tren, más de lo que pueden saber los 100 funcionarios y los 80 ingenieros empleados en la construcción de locomotoras y vagones de la industria alemana.
En un libro de difusión informativa, Joachimsthaler contempla el proyecto planeado por Hitler, que debía unir Europa con el hierro de sus vías de doble ancho, desde los Urales al Atlántico y que, debido a las hostilidades existentes, fue considerado entonces también útil para la guerra y por tanto de máximo secreto.
Hitler era, ante todo, un amante del automóvil, pues según decía, era el medio de locomoción terrestre del futuro. El ferrocarril no despertaba en él mucho entusiasmo. Era una reliquia de tiempos pasados. Por lo tanto, si el ferrocarril quería superarse a sí mismo, sólo tenía un camino: crecer por encima de su ya clásico ancho de vías de 1.435 cms. para buscar un nuevo tipo de tren segun el tamaño de la nueva Nación Europa. La propuesta de ensanchar las vías a 3 metros, se concretó en el Ministro del Reich para armamentos y municiones, Fritz Todt. Tras las primeras y victoriosas acciones militares en Rusia, en el verano de 1941, habían hablado sobre ello Hitler y Fritz Todt. De acuerdo con las autopistas más anchas planeadas para el oeste, se deseaba tambien la construcción de ferrocarriles más anchos, planeados para viajes de pasajeros transeuropeos y el transporte masivo de mercancías desde Ucrania hasta la Alta Silesia. El Führer estaba encantado con la idea. "Lo que yo quiero es ser un maestro de la construcción. Soy mariscal de campo y guerrero contra mi voluntad", dijo Hitler. En las monumentales edificaciones artísticas, arquitectónicas y viales de las planeadas nuevas ciudades alemanas, vio Hitler "la más importante contribución a la definitiva consolidación de nuestra victoria". Y el ferrocarril de vía ancha debía -como medio de comunicación social igualitario-, unir las ciudades en esta Gran Alemania, con la construcción de nuevas e inmensas obras maestras arquitectónicas como estaciones.
Mentalmente, Hitler ya se había imaginado su super-ferrocarril, viajando como un rayo a través de Europa, entrando en la ya planificada Estación-Cúpula de Munich, lo mismo que en Hamburgo, Nüremberg y Berlín. Los viajeros debían no sólo disfrutar de la rapidez, confort, eficacia y puntualidad de los ferrocarriles del Reich, sino además, sentir bajo estas obras arquitectónicas en las estaciones, el poder creador del Nacionalsocialismo.
Apenas Adolf Hitler hubo autorizado el proyecto, cientos de ingenieros, técnicos y brutócratas se pusieron a trabajar fervorosamente en la idea. La psicosis de la vía de doble ancho había empezado.
Al poco tiempo, ya se hablaba con toda seriedad de vías de 3'7, 4 y 5 metros de ancho. En mayo de 1942, el Ministerio de Transportes del Reich recibió la decisión del Führer de planificar de forma definitiva el nuevo ferrocarril de vía ancha con todos los restantes vehículos. Sólo 6 meses después, tenía sobre su mesa los datos básicos para un ferrocarril como no lo había visto el mundo nunca antes. Todo estaba calculado: medidas, fuerza del viento, resistencia, seguridad y suspensión, según todo lo cual, los especialistas planearon una anchura óptima de 3 metros, idea que fue aceptada por Hitler.
El citado tren, no sólo debía tener un ancho doble al normal y ser dos veces más largo que los trenes normales, sino que además, los vagones debían poseer un piso superior, de forma que 8 vagones de los normales habrían cabido en uno de los nuevos.
Más pasajeros
Ese poder de concentración permitía también unas cantidades en viajeros que asustaban a los mismo planificadores del ferrocarril. Ellos preferían conformarse con un doble o triple número de asientos. Pero el planeado tren de 8 vagones sobre vía ancha ofrecía 1.728 asientos. Y eso que en uno de los vagones debían ser almacenados autos, equipajes y sacas de correos. El tren normal de entonces sólo podía acoger, según la instalación, de 648 a 720 viajeros.
En el piso superior del último vagón, debía instalarse un salón de vista panorámica. Los viajeros, en Primera y Segunda clase, hubiesen podido viajar, en aquella época, a una velocidad de 250 kms por hora, sentados en confortables sillones y disfrutando de una vista global del paisaje. En el vagón de Primera clase, únicamente mirando por la ventana se habrian acordado los viajeros que estaban en un tren. Las comodidades eran de hotel de lujo. Suelo alfombrado, marquetería, decoración de buen gusto y, además, mesa de peluquero con taburete, toilette, lavabo y ducha. En los coches-cama, una pulida mesa de madera para el caballero, los máximos detalles para las señoras y un espacio de 11 metros cuadrados. Era, sin duda, una suite hotelera volante, digna de viajeros poseedores de una gran cultura y civismo. El tradicional lujo de un transatlántico, convertido en realidad en el comedor para los viajeros de Primera y Segunda clase del nuevo tren del Reich. En este restaurante, con cabida para 130 personas, y de 5 metros de alto, se hubiera encontrado una carta con lo más selecto. El personal de cocina se ocupa del orden y la limpieza.
La red de trenes existente podía quedar intocable, según los planes. El tren de vía ancha debía complementar con su red transcontinental las líneas ya existentes. Existían ya planes para lanzar vías a traves de todo el continente europeo, hasta la estación de destino en Rostov, sobre el Don, sobre Kiev, Breslau y Berlín, hacia Hamburgo, etc. Otra trayectoria se dirigía hacia Estambul, pasando por Belgrado, Viena y Munich para dirigirse luego a Paris.
En noviembre de 1941 entraban los soldados alemanes en Rostov. Sólo un año más tarde, se presentó en la dirección de transportes del Reich instalada allí, un perito para las vías anchas. Su misión: iniciar los trabajos para el nuevo tren, inspeccionar la zona y acordar medidas a tomar.


La red

Según se había proyectado, en 1933, una red de autopistas de cerca de 7.000 km. de longitud había de abarcar, después de un período de construcción de 7 años, las carreteras principales del tráfico motorizado de Alemania. A esta red debían ser enlazadas las carreteras de primer orden y las grandes ciudades. El 17 de diciembre de 1937 el Führer anunció que la red de 10.000 km., proyectada al principio, alcanzará con las necesarias ampliaciones una extensión de 12.000 dm. A esto hay que agregar los 1.100 km. del primer programa proyectado para Austria.
La construcción de las autopistas no es uniforme sino que se adapta a las condiciones geográficas y a la intensidad del tráfico. Las líneas principales tienen un ancho de 24 m. y se componen de dos vías de 7,50 m. de anchura cada una, separadas entre sí por una banda de 5 m. de ancho. En las zonas llanas el declive apenas sobrepasa del 3 al 4 % y en los trayectos montañosos llega al 7 % y aún más. El radio de las curvas es de 2.000 m. en el llano y se reduce hasta 400 m. y menos aún en las secciones de montaña. En los proyectos en estudio se concede gran importancia a la adaptación de las autopistas al carácter del paisaje.
Gastos
La enorme cantidad de fuerzas productoras empleadas en la construcción de carreteras se refleja en el capital invertido desde 1933. Para la construcción de las autopistas fueron gastados, desde el comienzo de las obras hasta el fin del año económico de 1937, más de 2.100 millones de marcos. Al mismo tiempo los gastos para las otras carreteras alemanas experimentaron un fuerte aumento.
En septiembre de 1936 ya se pudieron entregar al servicio público 1.000 km. de autopista. Esto sucedió el mismo día en que, 3 años antes, el Führer había dado el primer golpe de pala para inaugurar esta obra. En diciembre de 1937 había ya 2.000 km. de autopista. A principios de 1938 existían 2.014 km. en servicio; 1.623 km. en construcción, 1.931 km. aprobados y 1.332 km. en anteproyecto. El mapa de la página 280 muestra el estado de las autopistas el 1.º de agosto de 1938.
Cifras
Unos 115.000 obreros están ocupados directamente en los trabajos de construcción. Los efectos indirectos en la ocupación de obreros -en las industrias de materiales y maquinaria de construcción, de la alimentación y de la indumentaria vestido- es todavía mucho mayor: el número de obreros ocupados puede evaluarse en medio millón. El movimiento de tierra y piedra alcanza actualmente la enorme cantidad de unos 250 millones de metros cúbicos. En los momentos de mayor intensidad de trabajo, en el año de 1937, se pusieron en servicio 3.250 locomotoras, 60.000 vagonetas y 3.900 km. de rieles de trocha angosta; además, cientos de máquinas de construcción de todas clases.
Para asegurar la ejecución del programa que proyecta la construcción de 1.000 km. al año se han aumentado los derechos arancelarios de la bencina y del benzol a 4 marcos por hectolitro. A esto hay que añadir una tara especial por embalaje. En consecuencia, el precio de la bencina en el puesto de aprovisionamiento se ha aumentado en 3 céntimos o sea un 9 % por litro.
El ministro de Hacienda ha manifestado, en relación con esta cuestión, que se ha creído conveniente proceder a un aumento de los aranceles sobre los combustibles para lograr de esta forma que todos los automóviles alemanes contribuyan a costear la construcción de las autopistas, sobre todo si se observa que mediante estas se ha conseguido un notable ahorro de gasolina (un 15 % por término medio).
Hay que agregar que el desgaste de motor y llantas, con una conducción correcta en las autopistas, es muy inferior al que originan otras carreteras, ya que en aquellas se necesitan incomparablemente menos las operaciones de frenado, embrague y cambio de velocidades, además, el material se conserva mejor sobre pavimentos lisos.
Las carreteras fomentan el turismo extranjero que Alemania necesita para su balance exterior. Ciertos obstáculos que se oponían al tráfico extranjero motorizado han desaparecido ya. Los turistas pueden visitar Alemania de una manera fácil y agradable.
Los desembolsos efectuados en la construcción de carreteras y autopistas traen consigo, desde luego, cargas que deben soportar también los coches y camiones de motor. El aumento de los derechos arancelarios sobre los combustibles, implantado en 1936, así como los impuestos sobre el transporte a distancia de mercancías y viajeros, deben contribuir al aporte del capital necesario, para la construcción y conservación de las autopistas. El tráfico de vehículos de motor está tan íntimamente unido a la vida pública que puede tomar sobre sí estas sin perjudicar por eso la producción de automóviles.
Servicios auxiliares
Más de 2.000 km. de autopista están ya en uso y requieren numerosos servicios auxiliares cuyos trabajos preparatorios se encaminaron desde hace tiempo. Sin entrar en detalles quiero solamente mencionar como ejemplo la instalación de nuevos hoteles y restaurantes: en las cercanías de Magdeburgo se ha edificado un paradero proyectado por el Ing. March, arquitecto del campo de deportes de Berlín; en las orillas del lago de Chiem, alta Baviera, se está construyendo otro paradero excelentemente instalado, junto a una playa que se destina al servicio de los automovilistas. Por último unos 50 puestos de gasolina y toda una serie de instalaciones complementarias se encuentran actualmente en construcción.
El extranjero comienza a interesarse notablemente por las autopistas alemanas. Los ingenieros alemanes hacen constar con satisfacción que un buen número de países europeos se han asociado a la misión pacífica que el Reich se ha propuesto con la construcción de estas obras. Entre Alemania e Italia se han hecho gestiones con el fin de enlazar entre sí la red de autopistas de ambos países; los trabajos deberán estar terminados en 1941. Las negociaciones con Holanda establecieron los pasos de frontera y los empalmes de las carreteras. En Dinamarca se encuentran en elaboración grandes proyectos para la construcción de carreteras cuyo fin es el de enlazarlas con las autopistas alemanas. En París, con motivo de la construcción de diversas carreteras, se ha mencionado ya la palabra “autopista” y en Bélgica se están preparando proyectos de construcción según el modelo alemán. Estos datos fueron publicados por el director general de Caminos Dr. Todt, en el diario “Berliner Bösenzeitung”, concluyendo su artículo de esta manera: “Debemos confiar en que esta obra técnica de la cultura humana contribuirá como ejemplo de nuestra voluntad y capacidad al servicio de la paz y al fomento de una sincera colaboración entre los pueblos de Europa”.
de Cesare Santoro

Humanista

Hitler era un amante de los animales y las fotos privadas de Eva Braun lo confirman, como lo confirman las publicadas por su fotógrafo Hoffman despues de la guerra, o las de Speer al salir de la carcel de Spandau. No hay ninguna duda de ello.
Hitler fue un gran militar, un gran estratega, un gran político, un gran revolucionario, pero, lo más importante, lo que le diferencia de los otros políticos, revolucionarios, militares o estrategas, es que él era sobre todo y ante todo un gran hombre, un hombre total y completo, con unos sentimientos y una humanidad que le convierten en una persona única en la historia. No es raro que este hombre con gustos sencillos y austeros, salido del pueblo y con sensibilidad de artista, tuviese para con los niños y los animales un amor especial y profundamente íntimo.
Maestros inspiradores
Como en tantos otros aspectos de la vida de Hitler, es necesario buscar a sus maestros inspiradores para comprender de donde provenía su educación autodidactica en lo que respecta a los animales. Fundamentalmente, tenemos que pensar en la influencia del maestro Richard Wagner y en este caso particular -aunque tambien en otros- en la del no menos conocido filósofo alemán -profundamente admirado por Hitler- Arthur Schopenhauer .Ambos genios, pero especialmente el primero, se caracterizaron por un profundo amor a los animales nacido de su no menos intenso amor por la naturaleza. No vamos a decir que ellos "convenciesen" a Adolf Hitler a nada. Ese término "convencer", dificilmente puede aplicarse a hombres con la gran personalidad de Hitler, simplemente podemos hablar de "descubrir" o de "confirmar" lo que Hitler sentia. Desde su niñez fue un amante apasionado de las montañas y la naturaleza, amor que mantuvo hasta el día de su muerte, y, logicamente, encontró en Wagner y Schopenhauer almas paralelas a las que se sentía unido por encima del tiempo. Wagner y Schopenhauer eran -al igual que Hitler- dos almas sensibles de un profundo romanticismo y si hablaban de respetar los bosques, las plantas y las flores, con mayor motivo propugnaban el respeto y defensa de los animales. Shopenhauer sentía veneración y admiración especialmente hacia los perros de los que decía: "Lo que me hace tan agradable la compañia de mi perro es la transparencia de su ser. Mi perro es transparente como el cristal. Si no hubiera perros, no querría vivir. La piedad hacia los animales está unida íntimamente a la bondad de carácter, de tal manera, que puede afirmarse con seguridad que quien es cruel con los animales no puede ser un buen hombre". Estas ideas, escuetas pero que definen perfectamente una postura frente a la cuestión que nos ocupa, reflejan y con exactitud la actitud de Hitler con respecto a los animales. La ley de protección a los animales del nacionalsocialismo prohibía, entre otras cosas, el degollamiento de animales al estilo judío, forma ritual que ha sido causa de problemas en varias naciones. El rito judío de degollamiento (Shechita), según una información de Mr. Crouch, miembro del Parlamento británico es "un método terrible" y dijo "podemos asegurar que el tiempo transcurrido desde que se hace el corte hasta que sobreviene la inconciencia oscila entre 10 y 15 segundos". Al serles prohibido su rito de degollamiento, levantaron protestas contra el gobierno, siendo un punto de fricción más entre la comunidad judía y el Estado nacionalsocialista.
Vegetarianos
Wagner defiende el vegetarianismo, pero no lo hace por razones dietéticas, como es corriente en el cien por cien de los vegetarianos. A Wagner las razones dietéticas no le importan; sus razones para no comer carne son siempre de tipo moral y nunca dietético. Podríamos decir que Hitler y Wagner eran anticarnívoros más que vegetarianos. La postura de Wagner fue sin duda compartida por Adolf Hitler. La postura de Hitler frente a los animales se puede sintetizar en tres puntos fundamentales: 1) su vegetarianismo basado en evitar la muerte de los animales. 2) Su postura contra la caza deportiva, admitiéndola -lógicamente- cuando se practica por razones de subsistencia. 3) Su amor a la naturaleza, que le hacía sentir admiración por la belleza de las montañas, los bosques y las flores, pero que le obligaba, todavía más, a sentir amor por las criaturas vivientes que habitan esa naturaleza.
Hitler, con frecuencia llamaba a sus compañeros de mesa que consumían carne, en tono irónico, "consumidores de inmundicia", "devoradores de carroña", etc. pero no ejercía la menor presión sobre sus invitados por lo que hace referencia a la alimentación vegetariana, aun cuando hablase con frecuencia del tema.
Otro aspecto determinante del carácter de Hitler con respecto a los animales es la profunda repugnancia que le producía la caza. Diversas medidas contra la caza tuvieron a Hitler por gran impulsor. El jefe de Prensa del Reich, Otto Dietrich, nos dice en la obra: "Yo fui amigo de Hitler" del Sr. Heinrich Hoffmann: "Durante los últimos años de la guerra, Hitler prohibió, toda clase de artículos en la prensa que hicieran referencia a la caza. Además, hasta los últimos meses de la guerra, Hitler exigió que se mantuviese unas cartillas de racionamiento para perros. Hitler sabía que aquellas personas que poseían animales domésticos no los iban a matar simplemente, porque estaban en guerra. Comprendiendo su situación, quiso evitar que los poseedores de animales domésticos tuviesen que renunciar a una parte de su propio sustento para alimentar a sus animales y para no añadir una penalidad más a la guerra en sí, instituyó las cartillas de racionamiento para perros".
Nos explica Kubicek -amigo de la juventud de Hitler- que ya a sus 16 y 17 años Hitler sentía un amor ilimitado hacia la naturaleza en medio de la cual se hallaba como en su propio ambiente, por otra parte nos explica asimismo Kubicek que ya en aquellos tiempos hablaba de la deficiente actuación de las sociedades protectoras de animales que -lo que indignaba mucho a Hitler- permitían que los perros San Bernardo fuesen utilizados para tirar de los carros de la leche, lo cual era agotador e indignaba al futuro Führer de Alemania.
A lo largo de su vida, Adolf Hitler poseyó una gran cantidad de animales, casi en su totalidad perros, aunque, según su secretaria, tuvo tambien un gato llamado "Peter" que ésta le regaló y por el que Hitler sintió pronto cariño aunque habitualmente no le gustasen los gatos por su afición a cazar pájaros.
Otto Dietrich en 1937 nos dice: "Frente a la casa, ahora como antes, se oyen los murmullos de la vieja fuente que baja de los prados empinados del monte y a los tres mastines, Muck, Wolf y Blonda, como buenos amigos del Führer, le dan guardia segura". Además de éstos, sabemos que tuvo un scotch Terrier llamado "Burly", otro llamado "Foxl" un perro que poseyó durante la primera guerra mundial y "Wolfi", el último de sus fieles amigos.
Hitler le dijo una vez a Speer: "Llegará un día en que no tenga más que dos amigos: la señorita Braun y mi perro". En 1945 cuando el III Reich se derrumbaba, las palabras de Hitler se confirmaron en parte. La señorita Braun, con la que contrajo matrimonio el día antes de su muerte, se había desplazado especialmente a Berlín para morir con él, ambos se suicidaron cuando la ciudad estaba a punto de caer en manos de los soviéticos. Algunos miembros del círculo íntimo que rodeaba a Hitler le fueron traicionando, explicando mentiras y desfigurando la personalidad del que fue uno de los más poderosos hombres de la historia, pero en cambio tuvo la satisfacción de saber que miles de personas a las que él no llegó a conocer nunca, dieron sus vidas por defender la idea por la que había luchado y que, especialmente los jóvenes y también los niños, fueron ejemplo en la lucha por Berlín.
Esta nota está dedicada y dirigida a aquellas personas con un alma sensible como la de Adolf Hitler, para demostrarles la grandeza espiritual de ese hombre ejemplar. Para los que aman a los animales las ideas y el comportamiento de Hitler sobre este problema son prueba de su grandeza, una prueba mucho más convincente que mil falsificados documentos de cuantas cosas se quiera.
"Hitler y los animales" - Ediciones Bau

¿Quién fue Juana Rosa Militz?

Juana Rosa nació en un poblado cercano a Valdivia en 1912, falleciendo su madre a los pocos días. Su padre, un jornalero, desapareció sin dejar rastro entregándola en adopción a unos campesinos alemanes que le pusieron su apellido, Militz.
Su infancia estuvo plena de dificultades, ya que un incendio y las malas cosechas obligaron a sus padres adoptivos a buscar otros y mejores horizontes y trasladarse a diferentes pueblos y ciudades. De todas maneras, se preocuparon en todo momento de su instrucción, lo que le permitió gozar más tarde de una amplia cultura general y dedicarse a labores de enfermería. Además también aprendió el Castellano y el Alemán a la perfección.
En 1929, el matrimonio Militz volvió a Alemania, gracias a una herencia, llevando consigo a Juana Rosa. Se radicaron en Radwitz, en Prusia Oriental, en una pequeña granja, donde en un comienzo todo pareció marchar perfectamente. Se ocuparon de la producción y reparto de leche. Incluso hasta antes de su muerte Juana Rosa aun recordaba con nostalgia la ardua labor que dicho trabajo representaba, sobre todo el traslado en carreta hasta la ciudad y la venta de leche y queso.
La crisis Mundial Económica, sin embargo, también se hizo sentir en Radwitz y nuevamente para la familia Militz sobrevino la miseria, vendieron hasta lo último que les fue quedando y emigraron al Oeste. Juana sumo así un nuevo golpe ya que un accidente la dejo definitivamente huérfana y entregada a su suerte, debiendo muchas veces pernoctar al aire libre y sobrevivir gracias a instituciones de caridad. Pero su empuje le permitió conseguir un empleo como enfermera en un pequeño hospital donde se destacó pronto por su gran capacidad.
En 1932 con la llegada del Nacionalsocialismo ingreso al partido, pasando a formar parte de una formación auxiliar que empleaba voluntarios para ayudar a los campesinos ('Volkswohlfahrt") Durante la guerra Juana Rosa estuvo luchando junto a tropas alemanas en pleno Ártico contra los Rusos a cargo de un hospital de campaña. Fue secretaria de Comunicaciones en la central de la Luftwaffe y Miembro de la Cruz Roja, además de muchas otras actividades que realizara incansablemente y con una voluntad grandiosa.
El final de la guerra la encontró entre una compañía en una caverna del frente en Noruega, en medio de heridos y prisioneros. La orden de suspender la hostilidades llego hasta su oficial superior solamente un mes después del 8 de mayo, originándose una extraña caravana que logró llegar hasta Suecia.
Quiero dejar constancia que las cartas manuscritas y también a veces a máquina, ayudan enormemente a comprender hechos históricos, conocer la mentalidad y actuación real de diversos personajes en medio de divertidas y serias situaciones en las que supo participar Juana Rosa Militz.
Por mi parte basta con explicar que tuve contacto con esta extraordinaria mujer por intermedio de un amigo argentino quien la conoció en uno de los hogares de ancianos de Munich. A pesar de su enfermedad a finales de su vida por medio del Cda. Franz Pfeiffer logró poner por escrito sus recuerdos y finalmente, con breves correcciones aprobó el presente documento que presentamos.
"Así llegué hasta Adolf Hitler"
"Te he contado que durante toda mi vida he salido de cuanto apuro me he encontrado gracias a cierto tipo de don especial una mezcla de simpatía espontánea que muchos sienten al tratar conmigo y esa tozudez que me caracteriza que quizás ya hayas comprobado en mi correspondencia. Parece que desconcierto pues parezco siempre de muy buen estado de ánimo y humor a pesar de lo azaroso de mi vida. Por otra parte, esto parece conservarme joven, algo que siempre comentan otras personas de mi edad; no te olvides mi querido y respetado Cda. Pfeiffer que, a veces, suelo coger la bicicleta de un vecino y partir riendo en ella por las calles del pueblecito una viejecita de 76 años...”
Bien, esa forma de ser creo que fue determinante aquel día en que, tras haber probado por varias semanas en las mas distintas oficinas e instancias mi suerte, decidí que "Hoy” hablaría con el Führer y nadie podría impedírmelo. Salvo él mismo, por supuesto.
Era muy temprano. Me coloqué mi mejor uniforme partidario, repasé mi aspecto general. Hablando con vecinos y el portero, ensayé expresiones faciales, etc. Por fin, cogí una cartera que completé de documentos y, sin pensarlo más, hice parar un taxi, anunciando con voz autoritaria: Zur Reichskanzlei! (A la cancillería del Reich!)
El pobre conductor prefirió no hacer comentarios, limitándose a conducir raudamente hasta que, bastante pronto, nos detuvimos efectivamente en la calle Hermann Goering. Enfrente vivía el Ministro de Propaganda, Dr. Joseph Goebbels y un poco más allá, Joachim von Ribbentrop, de Relaciones Exteriores, de manera que pude ver gran cantidad de guardias uniformados y hasta deleitarme con los acordes de himnos y pequeños desfiles habituales de cambios de guardia. Eran apenas las nueve de la mañana, pero el ajetreo de ordenanzas y el arribo de automóviles oficiales o particulares era intenso; ello mostraba que la holgazanería que los Militz viésemos años atrás en un viaje desde Prusia, era desconocida en el Berlín nacionalsocialista.
Pero no me di tiempo para observar el panorama más detenidamente, pagué al taxista y corrí por la escalinata, al fondo de la cual sabía yo que estaba la entrada oficial a la Cancillería. Me faltó un poca la respiración y apenas logré sonreír, al ser cogida de un brazo por un ágil joven de uniforme negro, que me levanto en vilo, antes de que pudiera avanzar o también caerme de bruces.
Medía unos dos metros. "Es capaz de poner fuera de combate a un toro, con un solo puñetazo". Me dije. Es que necesito alcanzarle, balbuceé finalmente. Se me olvidaron algunos documentos. Pues el señor subsecretario ya entró hace cinco minutos y es muy tarde para usted. Comentó él, como lamentándose de mi mala suerte. De todas maneras, hizo una seña a un ayudante, tan imponente y agradable como él, indicándole me llevara adentro. Por supuesto que había una confusión. Al recurrir yo a la primera disculpa que se me había venido a la cabeza, no tenía idea alguna de quién había llegado antes que yo, pero, mi mentalidad práctica me obligó a hacer uso de esta coincidencia de inmediato. Se trata de algo muy urgente para mí y está en directa relación con el Führer... dije, en forma suplicante, rogando a todos los dioses no tener que mentir otra vez. Esa, parece, la ultima moda por aquí. Todos los días sucede algo inesperado. En fin, veamos si te puedo ayudar Cda. de partido. Venga, los de recepción no son agradables, ya les haremos entender. Un hombre de civil, gordito y bajo, de amplios bigotes, me solicitó mis documentos anotando cuidadosamente todos los detalles, luego con visible cuidado, echo un vistazo a mi cartera, fijó sus ojos en mi y asintió. No alcance a darle las gracias cuando un Joven oficial Pardo, muy elegante, me indico:
Vamos por este pasillo. Es como un atajo, mas largo quizás pero con menos complicaciones. Meissner acaba de salir de su oficina por unos momentos, de manera que no notara que usted llegó tarde a la conferencia. En realidad...
Me inspiraba tanta confianza, que quise decirte toda la verdad.
¡Quizás sea una idiota mas, pero he venido porque deseo ver al Führer! -logré decir, por fin. Naturalmente. Todo el mundo quiere ver hoy al Führer. Así de simple. No me diga que también trae alguno de esos planes extraordinarios con que se nos vuelven locos... rió fuertemente. ¿Qué tal si mejor volvemos a la ventanilla adecuada y usted solicita una audiencia como debe ser?
Acaba usted de confiarme que hay millones que quieren ver y hablar con el Führer... No quisiera estar en el pellejo de los funcionarios encargados de las solicitudes. No, yo quiero verlo hoy.
Ante mi pose determinante, optó por el humor.
Muy bien si usted se compromete a cenar hoy conmigo, entonces veré que podemos hacer. Claro que no puedo asegurar nada.
Prometido. Y dejo el restaurante a su elección.
Sus profundos ojos azules me resultaban definitivamente como de los de una persona honesta y simpática.
Es un acuerdo solemnte. A las ocho en el Kurfuerstendamm. Venga, puede que tengamos éxito, ya que conozco a Adolf Hitler hace mucho tiempo, soy antiguo miembro del partido. Fíjese bien, caminaremos discretamente hasta donde están aquellos SS, es una de las antesalas de la oficina del Canciller mismo. En el momento que se abra esa puerta, tenemos que encontramos matemáticamente a un par de pasos de distancia; no nos apresuremos ni nos detengamos. Esté lista para saltar, si es necesario. Espere unos segundos.
Se acercó hacia uno de los guardias, a quien mi nuevo amigo palmoteo la espalda y quien, cuadrado como una estatua, no dejó de sonreír.
Todo sucedió en forma inesperada. La alta puerta se abrió de pronto, todos adoptaron la posición firmes y surgió un pequeño civil, un mozo de librea y dos o tres militares de uniforme extranjero tras ellos distinguí nada menos que a Rudolf Hess y entonces... a Adolf Hitler, que se despedía de un diplomático, que mantenía su sombrero de copa en la mano izquierda, con evidentes deseos de deshacerse de el. Mi amigo se hizo a un lado, procurando, de todas maneras, mantenerse lo más cerca posible de la puerta mientras me hacía un impaciente guiño de alerta.
El Führer permaneció por un breve instante en el umbral y ahí tuve la gran oportunidad. Fue cosa de segundos. El pareció comprender la situación, seguramente no era la primera vez.
Al darse vuelta la comitiva, alejándose, miró fijamente a mi guía pardo y esperó. Luego dirigió su vista hacia mí, sus ojos parecieron penetrarme y luego hizo algo como un mohín de aprobación.
Vestía su tradicional uniforme del partido, aunque me di cuenta de inmediato que no llevaba botas; su figura era imponente, elegante su rostro, bastante más fino y expresivo que el de las fotos de siempre, irradiaba una inusitada tranquilidad y parecía sentirse muy a gusto. Sin duda, la reciente entrevista había sido agradable. Por fin exclamó:
Hola, Lingmann, usted siempre con estas sorpresas. ¡No me venga con cosas, quiero saber qué desea esta simpática y joven dama!
Quise levantar el brazo y hacer el saludo reglamentario, pero al mismo tiempo pensé en una venia y la inclinación característica aprendida en la sección femenina del N.S.D.A.P. No llegué a nada, pues el canciller me extendía la mano y se empujaba suavemente al interior de la imponente sala, sin tomar en cuenta mis entrecortadas explicaciones.
El recinto era enorme. Al fondo divisé un imponente escritorio, todo tipo de sillones, un exquisito mobiliario y un gran retrato del Rey Federico II, El Grande. No había grandes lujos pero se destacaba el buen gusto, el orden artístico, iluminado todavía por la tenue luz del sol que entraba a través de los grandes ventanales. Eso me hizo recordar que era todavía bastante temprano y que el Führer estaba acostumbrado a un horario muy especial.
No sé como me encontré, súbitamente, sentada frente a él. Sentía un escalofrío inusitado y los nervios me jugaban una mala pasada por primera vez en mi vida.
Muy bien, dijo lentamente. ¿Qué es lo que tiene en mente?
Parecía divertirse mucho con la situación. Mientras los ayudantes el mismo Lingmann habían desaparecido, sin que yo me percatara.
Mi Führer, he querido conocerle personalmente. Reconozco que soy una chiflada al interrumpir su trabajo en una forma como esta.
Nada de eso, mi joven amiga, nada es más grato para mí que poder despejar mi mente por algunos minutos con alguien honesto. Supiera usted toda la cháchara de formalidades que he de soportar todo el día y parte de la misma noche, asuntos que no conducen a nada. En usted veo esa vitalidad y audacia que ya se quisieran unos cuantos que me rodean. ¿Pero usted no es propiamente alemana, verdad?
Le informe lo más brevemente que pude sobre mi origen.
Chile. Me dijo. Ajá, ese largo país en Sudamérica. El año pasado enviaron una delegación que me impresionó mucho. Algo hay de semejante en el carácter. Si no me equivoco, incluso hay allá un Movimiento Nacionalsocialista muy importante.
Sí, aunque, por supuesto, tiene una larga lucha por delante y también ha corrido la sangre en enfrentamientos con los "rojos".
Desgraciadamente, es el precio que hay que pagar. Nuestra doctrina no es fácil de entender, teniendo en cuenta la increíble influencia de la Prensa. Los judíos distorsionan todo, mienten de tal manera, que los ciudadanos son incapaces de creer que se le engaña todos los días. Si en el Reich el público se enterara de las imbecilidades que se dicen de usted y las cosas que ha llevado a cabo, la gente se moriría de risa.
Al mirar hacia un ventanal Hitler exclamó:
Aunque no lo crea aquí mismo todavía tenemos que convencer a muchos compatriotas. ¡Ah, si nuestro Ministerio de Propaganda dispusiera de los medios en gran cantidad! Pero estamos limitados. Nuestros films, nuestras grabaciones, incluso las musicales son superiores en técnicas y calidad pero no llegan a todas partes. Si hoy yo digo que tal cosa es blanca mañana los judíos en Nueva York afirmaran que dije precisamente lo contrario. Naturalmente que usted debe conocer los trucos que se pueden emplear. Es que nuestros partidarios, a veces, son demasiados honestos y están abocados a desmentir únicamente.
Eso nos pone siempre a la defensiva y muy poco atacamos. Es una falla del pueblo alemán. Carece, de esa picardía necesaria. Como la tienen los franceses y nuestros amigos italianos, por ejemplo.
El Führer se había puesto serio, parecía como si discutiera consigo mismo y se hiciera críticas. De pronto, lanzó una carcajada, que procuró aminorar. Luego exclamó:
¡Ahora andan diciendo que los Nacionalsocialistas queremos matar a todos aquellos que no son altos, rubios, de ojos azules, etc!. Medio mundo lo cree. Nadie piensa que entonces tendríamos que liquidar a Himmler, al Dr. Goebbels, al Duce, al Emperador de Japón y unos cuantos aliados y amigos íntimos, para reemplazarlos por el Rey de Inglaterra o el mismo loco de Roosevelt. Sven Medin, ese genial explorador sueco me dijo que eso se había inventado precisamente durante una fiesta diplomática en Londres.
Pero, quizás tomamos muy a la ligera esa propaganda y quizás encontremos unos cuantos buenos columnistas de nuestros cine que sepan hacer algo al respecto. Me han dicho que en Baviera hay últimamente algunos. En fin, es nuestro defecto. Es lo que sucedía antes de nuestra llegada al poder.
Ahora, claro, es fácil decir que simplemente nos demoramos doce años hasta que los electores entendieron, nuestros principios nos llevaron al triunfo, que había simplemente que ganar elección tras elección. Se olvidan de todas las trampas y sucios ataques que tuvimos que soportar, de los desastres, que también existieron. Traiciones inesperadas, sabotaje en las filas propias. En realidad, estamos hoy en esta magnífica posición sólo por nuestra firmeza, nuestro aguante. Hubo grandes hombres que un buen día lanzaron todo por la borda, aburridos por la incomprensión.
Pero, me interesa saber un poco de ustedes.
Muchas veces son las mujeres las que interpretan el verdadero sentir de la Nación. Aunque parezca lo contrario, siempre son más rebeldes. Y desconfiadas. Es natural, para la mujer primero esta la estabilidad de su hogar, el progreso de sus hijos. No sabe usted lo difícil que fue en los primeros años que ingresaran a nuestras filas las mujeres.
Los más decididos SA tenían en sus casas a los más enconados enemigos. Eso ha cambiado radicalmente, mi Führer.
Por supuesto. Es que hemos cumplido. Hemos terminado con la pobreza, nuestras mujeres también pueden gozar de sus vacaciones, ser madre es un honor y no un problema económico, como antes. Y todo se basa en algo tan sencillo como el de restablecer el viejo orden natural: El hombre a sus funciones y la mujer a las suyas. Así lo practica en África el clan más primitivo, pero en nuestro tan alabado mundo occidental, las doctrinas disolventes se encargan de hacer creer que debe de hacerse lo contrario. Si se empieza por considerar a la persona por su dinero o poder que tiene, en vez de sus dotes personales, entonces ponemos el mundo de cabeza, nadie puede asombrase luego si los resultados son el caos.
De cuando en cuando enfatizaba su pensamiento con rápidos movimientos de manos sin apartar la vista de mí como si esperara alguna reacción especial quizás hasta una contradicción. Quienes han afirmado que Adolf Hitler solía levantarse bruscamente, caminar a lo largo de la habitación y alzar la voz inusitadamente mienten en forma deliberada o se refieren a alguna circunstancia especial, en que cualquiera puede alterarse por motivos normales.
Se había inclinado hacia atrás y volvía a sonreír.
Y bueno, aquí tenemos a una muchachita que se cuela sin más ni menos hasta mi oficina privada, simplemente porque desea verme de cerca. Atravieza la guardia, desdeña a los graves señores que yo mismo estaba despidiendo en la puerta. Jajaja, verá los comentarios que hará a su presidente ese caballero del sombrero de copa. Me voy a permitir algo.
Cogió uno de los teléfonos y dijo: ¡Fotógrafo de prensa!
Al instante se abrió una puerta lateral y, a toda prisa, ingresó un fotógrafo uniformado, junto a mi amigo Linemann.
Disparó el flash varias veces.
Llévesela inmediatamente a Hoffmann y al “Völkischer Beobachter”. Lectura : “EL FUHRER SE INFORMA PERSONALMENTE SOBRE LOS AVANCES E IDEAS DE LA JUVENTUD FEMENINA”.
¡A su orden! Contesto el fotógrafo.
Volvió a sentarse tranquilamente, mientras yo ya no cabía en mi: Eso significaba que al día siguiente figuraría en primera plana en los periódicos. Menudo asombro para todos mis amigos y camaradas.
Prosigamos, hoy es un día espléndido. Solamente cosas rutinarias en el Ministerio de Agricultura, y con los campesinos no tengo problema alguno. Los entiendo muy bien. La mayoría de mis primeros partidarios eran campesinos. No temían represalias de los judíos, pues no necesitaban créditos ni prestamos. Si alguna máquina fallaba siempre disponían de sus manos, si se enfermaba un animal, recurrían al veterinario más próximo, al que pagaban bien. ¿Ve usted? Era el trabajo y la capacidad lo determinante, no el banco ni los prestamistas. ¿Ha tenido usted una experiencia campestre?
Mucha, mi Führer.
Le conté acerca de Chile, luego de nuestra granja.
-Entonces usted habrá podido ver cómo procuraron arruinar toda nuestra economía, los bellacos. Crearon cesantía artificial para aumentar el número de proletarios en las ciudades, consiguiendo así unir millones de buenos alemanes al servido del Bolchevismo. ¿Sabe Usted que Thalmann, el jefe Comunista, tenía lista un alzamiento y yo ya entonces figuraba como primero en la nómina de los que debían ser fusilados? Ahora está a buen recaudo en un campo. Hermann Goering se encargó de él. Me dice que debe ganarse honestamente el sustento.
Entonces lo interrumpí, aunque ya había escuchado que tal actitud le molestaba pues le impedía llevar hasta el final su idea. Pero noté que no tuvo ninguna reacción de contrariedad, quizás algo de extrañeza.
Mi Führer la prensa extranjera y uno que otro ciudadano aquí mismo comentan que los campos son horribles prisiones y que se castiga duramente.
Lo sé, desde luego que no se trata de una colonia de vacaciones, pero el trato es muy humanitario y el trabajo es pagado, cada cierto tiempo dejamos en libertad a muchos, que bajo el régimen anterior se hubieran consumido en la cárcel.
Acá nosotros no tenemos ahora calabozos con barrotes de piedras, sino que amplias barracas al estilo militar. Los internos, de acuerdo con su trabajo, reciben, como dije, un salario, de manera que puedan alimentar a sus familias. Fíjese: En tres años solamente siete individuos han reincidido en delitos comunes, del total de diez mil que pusimos en libertad. Eso sí: hemos adoptado un sistema especial. Quien cumpla con su pena, queda totalmente libre, su pasado se olvida y se les considera otra vez como ciudadano, con todos los derechos inherentes. ¿Y qué muestran esos paladines de la democracia? Acaso no llevan a la silla eléctrica o a las cámaras de gases cada semana a un par de gangsters? ¿Donde están sus grandes reformas? Es cierto, en Munich se condenó a muerte hace dos meses a un individuo. Pero ahora pocos recuerdan que había asesinado a nueve personas y existía un real pánico. Con gente así no podemos ser blandos, por supuesto, el proceso fue corto y rápido.
Durante unas instantes permaneció en silencio. Parecía sentirse herido, tocado injustamente; pero; bien pronto retornó su actitud alegre.
Dígame una cosa: ¿ Cómo ve usted el desarrollo de nuestros niños? ¿Reciben una educación adecuada?
-Creo que esta generación va a ser la mejor de todos los tiempos mi Führer.
Durante los juegos Olimpicos pude observar como los extranjeros se maravillaban con el compartamiento de los niños; su cortesía, su verdadero entusiasmos por asistir a la escuela, por ejemplo.
Debimos repartir muchísimos folletos explicativos, pues los desconfiados imaginaban simplemente una acertada organización propagandística. Por suerte, nuestra difusión fue exitosa y acertada.
Pero: ¿aprenden lo que realmente necesitan, y no simplemente esa cháchara a la que yo hago alusión en mi libro? He sostenido, que es inútil llenar las cabezas con teorías o conocimientos sin aplicación. ¿Ha cambiado eso? Los textos de estudio demuestran qué no sólo es facíl aprender cosas útiles, sino que tambien en forma amena. El cambio de mentalidad es muy natural en muchachos y muchachas.
Intervine, por supuesto, el hecho de que ya no hay diferencias socio–económicas. Este comentario satisfizo a Adolf Hitler más que cualquier otra de mis intervenciones. Si, cada cual recibe la enseñanza y con todas ventajas que podamos conseguir. Entonces se destaca aquel alumno por sus reales condiciones innatas. Es uno de los mayores logros del Nacionalsocialismo, el de haber logrado unir al pueblo en tomo a un ideal común, desterrado todas esas rivalidades que surgían por influencias extrañas. Nuestras Jóvenes, por ejemplo hoy no se pintan ni maquillan, ni se disfrazan según la famosa "moda". ¡Y es tan bello observarlas en su aspecto natural!
Cuántas divisas se dilapidaban antes únicamente en la importación de pastas y menjunjes inútiles!
Basta con comparar las revistas norteamericanas con las nuestras. Por allá las mujeres parecen usar mascaras y llegan a los sacrificios para vestirse en forma por lo demás incómoda. Ahora no hablemos de sus diversiones: música estridente, ajena a toda cultura definida. ¡Y no paparan allí! Infectaran a todos los pueblos de sana tradición, en el aspecto cultural. Nuestros enemigos quieren la idiotez masiva, de manera que nadie piense por su cuenta. Nosotros sabemos el daño que la moderna Sicología judía puede inyectar.
Entonces súbitamente se puso te pie se levantó graciosamente del mullido sillón. Era el fin de la entrevista. Para mí había trascurrido una eternidad o apenas cinco minutos, no lo sabía. Sin darme cuenta, me había instalado como si estuviera de visita en casa de viejos conocidos. Poco a poco, había vuelto a mi tranquilidad habitual. El pareció buscar algo, miró sobre una pequeña mesa, pero descartó enseguida alguna idea.
Me hubiera gustado darle algo como recuerdo, me dijo, pero supongo que esas cosas (señaló unas cajitas relucientes) no son aptas para usted. Se trata de encendedores y cigarreras; una genial idea de Joseph Goebbels. Así no necesitamos cada vez inventar alguna nueva medalla recordatoria. Como yo no fumo, a veces ni siquiera me acuerdo y es posible que hayas ofendido a algún diplomático por no darle más. En fin, Meissner siempre sabe de esos detalles y los arregla.
Tras pulsar un botón, me acompaño lentamente hasta la gran puerta.
Mi querida amiga. Ha sido un gran placer. Ya Lingmann se comunicará con usted. Ahora tengo que volver a mi trabajo, dijo suavemente, con un apretón de manos, que me hizo olvidar otra vez todo el protocolo que debía haber observado.
Entonces mi amigo del uniforme pardo, con amplia sonrisa, se plantó ante mí y yo apenas alcancé a ver como el Führer desaparecía.
Me sentí aturdida. Noté enseguida las miradas de los curiosos.
Vi incluso personal femenina, reconocí a la señora Gensie, de la oficina del Mariscal Goering. Caminé muy erguida, silenciosa y lenta, por el corredor, mientras mil ideas y reproches me roncaban la cabeza. ¿Por qué ni siquiera le di las gracias? En tal instante. ¿Por qué no fui capaz de alargar el tema? ¿Qué impresión podría haberle causado yo? En fin, lo que nunca hubiera imaginado, aun conservo fresca en mi memoria toda la conversación y juraría que he puesto por escrito en perfecto orden todo lo hablado hace ya tantísimos años.
¿Qué será de esos gallardos oficiales? ¿Quedará algo en pie del restaurante, donde por la noche, celebré con todas mis amistades? ¿Cuántas tragedias no sumó años más tarde ese mismo barrio?
Ahora que estoy anciana, la nostalgia me invade muy a menudo.
No me faltaron en mi vida las experiencias de toda índole, penosas y alegres, pero ninguna fue de la magnitud de la de aquella mañana en la Cancillería.
Todo ha pasado, todo se ha ido, tu mismo ya no eres tan joven mi querido Cda. Pfeiffer, pero seguramente alcanzarás a tomar parte en ese futuro que veo tan próximo, desde que las señales de un resurgimiento masivo del Nacionalsocialismo hicieran sonar el tambor, llamando otra vez al combate".

Hitler ha vencido

Sus adversarios triunfaron con la fuerza bruta de la materia y del dinero pero, Adolf Hitler ha vencido. Porque ya se estan borrando los pequeños y despreciables nombres de los hombrecillos sin raza y sin honor que lo han combatido y, en cambio, crece día a día el prestigio del Führer entre las nuevas generaciones. El mundo ha comenzado a comprender que...
...Ningun hombre en la historia ha sido tan vituperado y tan soezmente calumniado como Adolf Hitler.
Porque ninguno ha luchado como él contra las fuerzas de la subhumanidad !
...Ningun hombre en la historia ha sido tan ferozmente odiado por los plutócratas como Adolf Hitler.
Porque ninguno ha sido amado como él por los trabajadores !
...Después de la guerra no apareció el paraíso prometido por los "libertadores", sino el infierno predicho por Aquél.
Enemigos de la humanidad
El mundo ha comenzado a comprender que solo Hitler es la definición y que sus enemigos -los judíos, los masones, los burgueses, los bolcheviques y los representantes de una seudoiglesia degradada- son justamente los enemigos de la humanidad !
Hitler ha sido escarnecido y vilipendiado porque tuvo el valor supremo de denunciar y combatir al enemigo del género humano: el judaísmo internacional. Porque puso en evidencia ante los pueblos que éste es quien domina a la serpiente marxista y a la serpiente de la usura.
Y porque construyó un Nuevo Orden, justo y noble, basado en el Trabajo, el Honor, la Libertad y la Fe.
Por eso, pese a la gigantesca maquinaria de desinformación, en todo momento, en algun rincón de la Tierra alguien estampa, creyente, su Símbolo. A quién se le ocurriría escribir los infames nombres del judío Roosevelt y del bastardo masón Churchill, los cuales -junto a Stalin-, figuran entre los mayores criminales de todos los tiempos?
Heil Hitler !
Quien se pronuncia por ADOLF HITLER es tambien escarnecido y miserablemente calumniado por los exploradores del mundo y sus lacayos. Pero, nosotros, argentinos y occidentales, que hemos sido tambien materialmente derrotados en 1945, somos plenamente conscientes de que ÉL es el único camino hacia la Salvación.
Y no renegaremos cobardemente del Führer, ni ahora ni nunca, porque sería renegar de nosotros mismos. De nuestra Sangre y de nuestro Suelo: Heil Hitler !

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