miércoles, 11 de febrero de 2009

El caracter Revolucionario del Nacional Socialismo



El carácter revolucionario del Nacionalsocialismo

Por Matt Koehl



LA RAZA: HACIA UNA VISION NATURAL

Quisiera agradecer especialmente la colaboración inestimable del camarada E. Aynat, quien ha trabajado infatigablemente para ayudarnos a dar a conocer las ideas y tendencias de la W.U.N.S. en España. Sin su colaboración silenciosa pero constante no tendríamos ahora la posibilidad de leer las obras de la WUNS “Hitlerismo, la fe del futuro", "La Naturaleza Revolucionaria del Nacionalsocialismo" y "Rockwell", así como un estudio inigualable sobre Eugenesia o el poder editar en breve la obra de Colin Jordan "Un NS para los años 80".

Las ideas raciales y díferencialistas, científicas, biológicas, van a recibir también un gran empuje gracias a un conjunto de camaradas de Valencia que desean continuar sistemáticamente la labor que Ed Wottan ha iniciado con la edición de "RAZA Y CIENCIA el primer estudio racista científico y biológico que se ha dado en España.
Estos camaradas van a editar obras de Günther (“Humanitas"), Savitri Devi ("Reflexiones de una Aria"), y las traducciones de libros americanos sobre estos temas. Con ello se habrá llenado de una vez el hueco que teníamos en España donde se había llegado a resumir la Raza como 'voluntad de dios', demostrando una total incomprensión del tema racial.

MUNDO NS se felicita de haber fomentado y alentado el despertar de una visión natural, científica y alternativa de la Raza y las diferencias humanas.



PRESENTACIÓN
Es un honor presentar en castellano la obra de Matt Koehl, líder de la Unión Mundial de Nacionalsocialistas, "La Naturaleza Revolucionaria del Nacionalsocialismo", gracias a la traducción del camarada E. Aynat, que tanto ha hecho siempre por la difusión de las ideas de la WUNS en España.
Esta obra es un resumen ideológico de vital importancia para los NS en una época especialmente difícil. Está escrito para los NS de hoy y para marcar un camino en nuestra lucha actual.
Creo imprescindible recalcar los puntos claves que Koehl define con maestría:

1- Todo el Sistema actual ha periclitado, no hay que esforzarse en salvarlo sino en presentar un Nuevo Orden, unos valores nuevos de Alternativa. Hemos de comprender que todo debe ser rechazado, su economía, su 'cultura', su moral, su ética y sus religiones, todo, sin pretender 'restaurar' valores ya caducos sino imponer una Alternativa nueva basada en la diferencia la Naturaleza y la Raza.
2- Sólo somos revolucionarios en tanto queremos imponer estos Nuevos Valores, no en cuanto combatimos a los viejos. El NS no es un "contra" sino un "a favor".
3- El Centro del NS es la Naturaleza, la diferencia la Raza, no las morales ideas o religiones conservadoras.
4- Idealismo es el sacrificio por el pueblo, el socialismo revolucionario. Debemos rechazar como 'idealismo' el creer en unas ideas, utopías, o cualquier “manifestación despreciable del sentimiento” (en palabras del propio Hitler) , religiones de compasión piedad, etc.
5- El deber de un revolucionario es doble: Mantener siempre los principios básicos (en nuestro caso los valores de la Naturaleza, y entre ellos la Raza) , por más impopulares que sean. Y por otro HACER LA REVOLUCION, lograr el triunfo. Hay que ir por el camino que conduzca al éxito, con la única limitación de mantener los Nuevos Valores siempre en alto.
6- Hemos de despreciar toda lealtad a los valores morales y “patrióticos” de nuestro mundo. Ni patria, ni ejército, ni religiones, nada nos ata al Estado actual. Debemos apoyar una Alternativa radical al Sistema, destruyendo todos sus valores con los nuevos.


Y además hay que apoyar todo tendencia que lleve a la destrucción del Sistema.

Creo que estos principios son duros, revolucionarios, pero su lógica es aplastante.

Luchamos por una Alternativa real, posible y radical al Sistema. Nuestro deber único es imponer los nuevos valores naturales por los medios que mejor podamos.

El mismo Koehl nos da como ejemplo el leninismo: lucha despiadada y feroz contra el enemigo, aprovechar todo y hacer política eficaz.
Ojalá seamos dignos de estos textos.

R Bau

EL CARACTER REVOLUCIONARIO DEL NACIONAL SOCIALISMO

por Matt Koehl


A este sistema le decimos: “Estamos hartos de tus mentiras. No lucharemos más en tus guerras sangrientas. En cambio, te vamos a declarar la guerra. Y si morimos será en una REVOLUCION, aquí, en casa, no en tus guerras extranjeras. Y si esto es traición, seremos felices al cometer la más grande”.

El verdadero significado del Nacionalsocialismo como idea revolucionaria y como fenómeno histórico de importancia fundamental es demasiado a menudo subestimado u olvidado por sus partidarios. En unas ocasiones sus perspectivas y objetivos son confundidos con los de la derecha reaccionaria, y en otros con los de la izquierda marxista.
Para disipar ambos errores es conveniente no sólo reexaminar el papel del Nacionalsocialismo fuera de sus coordenadas históricas, si no también reevaluar sus valores fundamentales. Sólo cuando las implicaciones de ese papel y esos valores sean más claramente comprendidos y apreciados, podrá cada militante aislado alcanzar el nivel de dedicación necesario para permitir al movimiento Nacionalsocialista realizar su misión histórica.
LA DECADENCIA
Cuando Oswald Spengler habló de la decadencia de Occidente, estaba describiendo un aterrador proceso histórico que hoy ha llegado a su fase final. E incluso en estas fechas hay muy pocos que han alcanzado la fortaleza moral e intelectual para reconocer la plena extensión de esa decadencia. A lo que nos enfrentamos no es simplemente a una estructura politica devenid decadente y corrupta. Toda faceta de la civilización que conocemos -todo un sistema cultural - ha degenerado. La decadencia ha infectado toda institución de la sociedad: social, económica, religiosa, cultural y politica.
Desde los días de la decadencia de Roma la tierra no ha sido testigo de un fenómeno similar. Vemos al hombre de negocios, cuyo dios es el beneficio; al político que se prostituye en el burdel parlamentario; al sacerdote que dirige cultos judíos al tiempo que proclama lo inmoral de la idea racial; al profesor que aboga por el feminismo y la homosexualidad como sistema de vida alternativos; al militar más preocupado del importe de su jubilación que de su honor como soldado; y al hombre de la calle, atiborrado de cerveza y TV, que acepta todo sin siquiera un murmullo de protesta.
Todo esto es sintomático de una enfermedad, un cáncer, una dolencia que ha condenado a muerte a la actual civilización.
Es definitivo. De acuerdo con la ley de los grandes ciclos que gobierna la marcha de las culturas, la civilización occidental, como entidad orgánica, ha terminado. Ninguna recuperación es posible. No hay esperanza de salvarla ni siquiera se debería intentarlo. Lo que ha degenerado no debería ser reactivado artificialmente, debe ser eliminado.
La moderna civilización occidental constituye una grotesca parodia de la verdadera cultura. Representa un Viejo Orden cuyos valores son falsos, alógenos, antinaturales, que van contra la vida y contra la Raza. Estamos siendo testigos de la fase final de un deterioro orgánico que continuará su proceso hasta culminar en la muerte, en el CAOS. Nada puede frenar este proceso.
Frente a esta sombría perspectiva, ¿cómo hay que responder?, ¿cómo se debería enfrentar uno a la inminente muerte de una civilización, de toda una cultura, de la que se es parte integral?. ¿Cómo se puede seguir adelante con el trauma de esa experiencia?. ¿Debe uno renunciar a la racionalidad y acogerse a la poco fiable seguridad de un iluminado o de un culto religioso?, ¿Debe caer en excesos hedonistas o en el nihilismo autodestructivo?, ¿O se debe simplemente ignorar la realidad completamente e insistir con nostalgia en la restauración de lo que está irremisiblemente perdido?.

Pero hay que plantear una cuestión capital: ¿significa la muerte de una cultura el fin de todo?. ¿Significa que ya no hay razón para vivir?.
PARA LOS NACIONALSOCIALISTAS HAY UNA META: ACCION BASADA SOBRE LA CLARA PERCEPCION DE LA REALIDAD, ACCION AUDAZ Y RESUELTA PARA ESTABLECER EL ORDEN DONDE HABIA CAOS.

Y aquí recordar que la primera consideración es que la visión del mundo Nacional Socialista nunca ha considerado la cultura como determinante. Por el contrario establece la primacía de la Raza, y reconoce en el principio racial el núcleo potencial para una cultura mas elevada. El corolario inmediato de este punto de vista es, por supuesto, que la muerte de una civilización no tiene las mismas consecuencias que la muerte de la raza.

En su libro A. Hitler afirma:
"Toda derrota puede ser la madre de una victoria futura. Toda guerra perdida puede ser la causa de un resurgimiento posterior; toda miseria puede hacer fecunda la energía humana y toda opresión puede suscitar fuerzas que produzcan un renacimiento moral, en tanto que la sangre se mantenga pura".(1).

Aquí la cuestión de la preservación de un núcleo racial asume importancia definitiva. ¿QUIÉN sobrevivirá al próximo colapso?
¿QUÉ emergerá en lugar de la cultura occidental? Son cuestiones fundamentales. No hay que planteárselas a la ligera.

Un 'desenganche' de nuestra raza de la decadencia general de la civilización occidental está lleno de peligros. Durante un milenio el destino del Ario ha estado unido inseparablemente a la historia de Occidente. Es problemático si podrá sobrevivir al shock de un desarraigo cultural. Esta gigantesca tarea está aún por intentarse, pero no hay otro camino. si nuestra raza -o por lo menos uno de sus segmentos - no realiza un esfuerzo concienzudo para separarse de un cultura en desintegración, se extinguirá sin esperanza. Pero sólo en la creación de un NUEVO ORDEN, con sus propios valores y características, y alzado desafiante frente a las ruinas del viejo, puede haber un futuro digno para el Ario.

Lo crucial no es si sobrevive una civilización decadente, sino una raza capaz de crear cultura. Porque lo que está en juego no es la vida de una cultura como tal, sino la existencia de una raza capaz de crear la más alta cultura. Esta es la cuestión decisiva de nuestro tiempo.
Desde que existe el Ario, lleva dentro de sí la chispa prometeica, en la que cualquier cataclismo, trágico avivará una brillante y nueva llama de expresión creativa. Y así como la cultura occidental adoptó libremente elementos del anterior periodo clásico en su estructura histórica, del mismo modo la cultura post-occidental del Nuevo Orden se apropiará como legado intemporal de aquellas creaciones del occidente que se han mantenido dignas e incontaminadas.

LA VERDADERA REVOLUCION

Una correcta apreciación del NS como fuerza revolucionaria presupone una precisa definición de términos, así como la comprensión de su papel en un amplio contexto histórico. Considerar la idea de revolución como símbolo de bolchevismo o de nihilismo es pueril. La verdadera revolución no tiene nada que ver con el nihilismo, que apenas es la destrucción sin acompañamiento de un conjunto de valores. Ni es el bolchevismo. En una época de degeneración defender un orden de valores diferente es el acto revolucionario. Es más que la retórica, pues cualquier charlatán u oportunista puede embaucar por medio de la palabra. Es más que la acción violenta, aunque pueda estar presente en un proceso revolucionario. Es más que un mero cambio de administración política. Todo eso es mucho más superficial.
POR EL TERMINO REVOLUCIONARIO ENTENDEMOS LA ENTREGA A UN CAMBIO RADICAL REFERIDO A LA INTRODUCCION DE UN ORDEN DE VALORES COMPLETAMENTE DIFERENTE.


En el curso de la Historia occidental ha habido varios acontecimientos notables a los que se ha considerado como revoluciones. Inglaterra experimentó un cambio violento de régimen en 1649, cuando Cromwell y sus Roundheads (“cabezas peladas”) derrocaron a Carlos I y establecieron una república puritana, el primer legado de la tradición de hipocresía moral en la política anglosajona.

La segunda conmoción europea ocurrió en Francia, en 1789, bajo el lema jacobino de 'Libertad, Igualdad y Fraternidad', suceso que señaló en triunfo del populacho y la mediocridad.
En cierta manera similar a la llamada Revolución Francesa, fue la erupción bolchevique en la Rusia de 1917, culminación monstruosa del proceso de igualación manifestado en las dos anteriores conmociones (2).

A parte del denominador común de regicidios y caos general, todas esas “revoluciones” europeas eran similares en otro que brotaba del mismo subsuelo espiritual y compartía los mismos valores materiales siempre presentes en algún grado en la decadencia occidental: culto al número, a las masas, al bienestar material, al confort, felicidad, libertad personal, privilegios y derechos individuales, ¡todo para complacer el egoísmo humano!. Se puede decir ,de hecho, que cada revolución era una manifestación más avanzada en el deterioro progresivo.

La Revolución Americana de 1776 aunque asumió algunos de los aspectos de un genuino levantamiento nacional, estaba desgraciadamente infectada por el materialismo racionalista del siglo XVIII. Después que la guerra civil destruyera cualquier posibilidad de desarrollar en los USA un carácter nacional lo que quedó no era otra cosa que la semilla para el más venoso igualitarismo y bolchevismo espiritual, a cuya plena floración asistimos hoy. A pesar de lo que habla originalmente pretendido, el Sueño Americano de 'vida libertad y búsqueda de la felicidad' se ha convertido en un fútil pretexto para los más vulgares progresismos y egoísmos, del mismo modo que el llamado Americanismo se ha convertido en el símbolo universal de la más espantosa decadencia y falta de cultura.

En contraste con las 'revoluciones' anteriores, la REVOLUCION ALEMANA de 1933 representa un fenómeno totalmente nuevo. No sólo fue virtualmente incruenta, sino que -lo más importante - emprendió una potente transformación ESPIRITUAL. Forjándose al lado de una tradición teutónico-prusiana del deber, servicio y disciplina e inspirada por el gran liderazgo de Adolf Hitler, reflejó la madurez política del pueblo alemán como primera nación aria en alzarse conscientemente contra la decadencia de Occidente. Introdujo un NUEVO Y COMPLETO SISTEMA DE VALORES fundamentalmente opuesto al del Antiguo Orden.
No deja de tener significación que fueran precisamente aquellas naciones cuya experiencia histórica demostraba preferencia por la decadencia humana las que se encontraron en mortal oposición con la Alemania NS durante la II Guerra Mundial. Y si bien esta creación única fue trágicamente abortada se puede considerar que no sólo fue la PRIMERA toma de conciencia racial del Ario, sino además la primera verdadera revolución en 2000 años. Considerando que todas las convulsiones anteriores eran, en mayor o menor grado, parte de un proceso de disolución de un sistema, la Revolución NS alemana representó una revuelta radical contra el sistema mismo, a consecuencia de la introducción de un Orden de Valores completamente nuevo.
Lo destacable del sistema de valores NS es que, en contraste con el anti-naturalismo del Viejo Orden, conscientemente intenta aplicar las inmutables leyes de la Naturaleza al ámbito humano. A través de un abierto reconocimiento del principio de la desigualdad universal, considera los valores de la Sangre y Raza como el centro neurálgico de toda política. Para el NS el concepto de desigualdad nunca fue un fin en sí mismo, sino simplemente un medio para permitir la selección del genio humano. Contra la debilidad enfermiza de nuestro tiempo, propuso la salud. Contra la decadencia, propuso la regeneración. Contra la falta de carácter, energía. Contra la falsedad, la verdad. Contra la muerte, la vida.

Es en este sentido como debe ser comprendida la Revolución Alemana: como UNICA Y VERDADERA REVOLUCION en los dos últimos milenios, como un singular acontecimiento de importancia trascendental para nuestra Raza. Y hacia esta poderosa fuente de inspiración debemos volvernos los NS, y son estos valores los que debemos difundir como verdaderamente revolucionarios de esta época.

DICOTOMIA DE VALORES

Desde que la propaganda marxista inventó el ardid de que el NS (como cierta forma mal definida de “fascismo”) representa el 'último y moribundo estertor del sistema capitalista', ha existido un cierto grado de confusión respecto a nuestro credo y su exacta posición entre las diferentes ideologías. Esta manifestación absurda ha sido creída no sólo por la izquierda política sino también por algunos elementos marginales de la derecha.

La verdad es que el NS no es capitalista ni comunista. No es de izquierdas ni de derechas. No forma parte del conjunto de fuerzas que sustentan el orden existente. La percepción NS de la realidad social y política rechaza como sin sentido cualquier dicotomía, sobre todo si es consecuencia artificial de las contradicciones de clase que se dieron en la revolución industrial en las dos últimas centurias. Ello no tiene importancia ante las modernas exigencias raciales.
A pesar de diferencias superficiales, capitalismo y comunismo -derechas o izquierdas - representan las dos caras del Viejo Orden. En general son similares, con una visión del mundo común basada en el Materialismo económico, según el cual entienden el mundo en términos de dinero y masa. Como bandas rivales su disputa no es sobre los valores básicos, sino sobre la aplicación de esos valores como, por ejemplo, la distribución de la riqueza y otras consideraciones políticas. Que la vida en esta tierra pueda tener valores más altos es algo ajeno a ambos.
En contraste con las ideologías materialistas-económicas del Viejo Orden, el NS postula la filosofía del IDEALISMO RACIAL, que defiende el sacrificio individual y el servicio en nombre del todo orgánico, y que es la premisa no sólo para la verdadera cultura sino además la base para una vida plena del mismo ser individual.

Adolf Hitler describió la actitud idealista-racial de esta manera: "Pero como el idealismo no es otra cosa que la subordinación de los intereses y de la vida del individuo a los de la comunidad, y eso es, a su vez, la condición previa para que puedan nacer las formaciones organizadas de toda clase, el idealismo responde en último análisis a los fines queridos por la Naturaleza. Solo él conduce al hombre a reconocer voluntariamente los privilegios de la fuerza y la energía. y hacer de él uno de los elementos infinitesimales del orden que da al universo entero su forma y aspecto" (3).


Aclarando el significado del idealismo continua:


"Es absolutamente necesario convencerse de que el idealismo no es una manifestación despreciable del sentimiento, sino que por el contrarío, es en realidad, y será siempre, la condición previa de lo que llamamos civilización humana, e incluso de lo que llamamos 'hombre'. Es a este estado espiritual íntimo al que el Ario debe su situación en este mundo y el mundo el tener hombres; pues sólo él ha extraído de la idea pura la fuerza creadora que, al permitir asociarse en una unión única en su género la fuerza brutal del puño a la inteligencia del genio, ha creado los monumentos de la civilización humana" (4).


Bajo el ángulo de este contraste entre materialismo e idealismo-racial se hace más palpable que la alineación real de los sistemas no es entre NS y derecha reaccionaria por un lado y la llamada izquierda revolucionaria por el otro, sino la izquierda y derecha del Viejo orden frente a un naciente Nuevo Orden políticamente presentado por el NS.


Esta básica dicotomía de sistema de valores se demostró dramáticamente durante la segunda Guerra Mundial, cuando las supuestamente antagónicas fuerzas de la finanza capitalista y el comunismo internacional se unieron en lucha incondicional contra la única fuerza que consideraban mortal para ambas. Cuando las fuerzas del NS asediaban al marxismo, el mundo fue testigo del espectáculo de ver a los ansiosos comunistas abrazar a sus colegas
capitalistas en una desesperada cruzada para derrotar al enemigo común y preservar al viejo Orden.


LEALTADES


Habiendo examinado la condición histórica de occidente y considerando que la solución de la crisis motivada por la decadencia está en una revolución basada en los valores raciales del NS, debemos enfocar ahora la relación de los NS considerados aisladamente con este proceso histórico, esto es, sus responsabilidades morales respecto a su participación en el Sistema, así como aquellos principios que debe regir su actitud y lealtad personales.


La primera obligación de un revolucionario es establecer su posición sobre una sólida base filosófica y de integridad moral. Esto significa, por encima de todo, que hemos de estar preparados para aceptar y defender la verdad, la verdad impopular, la verdad difícil. Como dijo Hitler "LA CONDICION PREVIA PARA LA ACCION ESTA EN LA VOLUNTAD Y EL CORAJE DE SER VERAZ”.


Para el activista político es siempre más fácil adaptarse a las preferencias y prejuicios de la masa que adoptar una posición impopular. Hitler reconoció está tendencia cuando previno al movimiento NS de la siguiente manera:


"Nosotros los NS sabemos que el mundo actual considerará esta concepción como revolucionaria y nos reprobará con ese nombre. Pero nuestras opiniones y nuestros actos no deben resultar de la aprobación o desaprobación de nuestra época, sino de la obligación imperiosa de servir la verdad de la que tenemos conciencia.(5)”.


Un verdadero revolucionario nunca puede comprometer sus objetivos últimos. De otro modo cesa de ser revolucionario para convertirse en cambio en un oportunista político más. En este sentido la actitud sin compromiso de Hitler respecto al oportunismo está claramente expresada en el siguiente pasaje de su obra: "...un movimiento que quiera renovar el mundo debe servir no al presente sino al futuro". (6).


Una vez establecido firmemente lo anterior, la siguiente obligación del revolucionario es plantear su POSICION PERSONAL respecto de la decadencia del actual orden, y reexaminar sus lealtades básicas con respecto a las diferentes instituciones de la sociedad, así como de la estructura del Estado como tal.


Pues un NS no debe guardar lealtad a un Estado que pretenda socavar o destruir la integridad racial de su pueblo. Estas monstruosidades sólo sirven para ser erradicadas.
"Si por medio del poder estatal un pueblo es conducido hacia su destrucción , la rebelión no sólo es el derecho de todo miembro de ese pueblo, es también un deber". (7)


Así habló Hitler respecto a la legitimidad de la autoridad del Estado, añadiendo además:
"El Estado es un medio para llegar a Un fin. Su fin es mantener y favorecer el desarrollo de una comunidad de seres, que tanto en lo físico como en lo moral, son de la misma especie” (8).


Tal vez en ninguna parte sea más palpable la desintegración de la civilización occidental que en América del Norte, donde se añade además la falta de carácter nacional. Generalmente en Europa las respectivas formas estatales han pretendido -al menos hasta la fecha - adaptarse a los distintos tipos étnicos, mientras que en América no existe un verdadero VOLK. Aquí la llamada nacionalidad sólo representa una etiqueta común para los que esperan compartir el destino común de vivir en el Estado de la "igualdad", difícilmente una base apropiada para gestar un genuino carácter nacional. Tal vez como resultado de lo anterior uno se encuentra con la peculiar inclinación americana de considerar equivalente la nación y el gobierno, en una patética parodia del auténtico patriotismo.


A pesar de lo que los EE.UU. hayan podido ser en otro tiempo, hoy únicamente representan un batiburrillo multirracial y desarraigado, sin auténtico carácter ni propósito común. Como tal sólo puede mantenerse unido a la larga por medio de la prosperidad general y/o por la fuerza. En ausencia de estos dos factores toda la estructura sería muy endeble, ya que las diversas fuerzas centrífugas -social, regional, étnica y especialmente RACIAL - entrarían en juego, algo que inevitablemente ocurrirá bajo las tensiones de las futuras circunstancias.


Bajo tales condiciones sería absurdo, además de totalmente desastroso, para los NS identificarse con las tradicionales apelaciones al patriotismo. "Con mi patria, con razón o sin ella". Pero ¿qué ocurre si uno ya no tiene patria?. ¿O puede honestamente mantenerse que los arios de Norte América poseen un país sobre el que ejercen control y jurisdicción soberana?. ¿O no sería mejor decir que los blancos americanos viven en una colonia cuyo centro administrativo radica en Washington, pero cuya capital es Jerusalén?.


Y cuando se permite a millones de no-blancos entrar en tropel -legal o ilegalmente - en los USA, donde inmediatamente se convierten en miembros con idénticos derechos de una gran KONSUMGESELLSCHAFT, entonces ya no es posible considerar sus fronteras como algo sagrado ni el status americano posee cualidad alguna digna de ser envidiada. Entonces todo comentario sobre constitución, gobierno o sociedad libre es completamente absurdo, pues sólo son meros slogans para la esclavización y extinción. Entonces todo el actual régimen debe ser visto no como algo a lo que uno deba lealtad y respeto, sino como un instrumento de tiranía y opresión -como un ENEMIGO - que debe ser total y completamente destruido. Entonces la defensa de la "ley y orden" debe ser considerado como la peor catástrofe posible para nuestra raza, y la acción centrífuga de las contradicciones interiores como la mayor bendición al deshacer los vínculos de una unión antinatural y nefasta. Para los NS intentar la necesaria lucha de liberación a través de cualquier otra actitud equivaldría a descartar por adelantado toda posibilidad de éxito.


Fue precisamente esta actitud firme y revolucionaria la que adoptó Hitler cuando rehusó prestar fidelidad al Viejo Estado de los Habsburgo, cuya caída previó con toda claridad a causa de su falta de cohesión étnica. El notable paralelismo entre aquella decadente estructura antes de su colapso y la situación del actual Estado multirracial de América del Norte, es algo que todo NS debe considerar. Por encima de todo hay que recordar la admonición del "Mi Lucha": "Nosotros los NS no debemos bajo ninguna circunstancia unirnos a los “hurras” típicos del patriotismo del presente mundo burgués" (9).


Es típico de los burgueses reaccionarios preferir dirigirse a objetivos a prudente distancia de sus fronteras antes que embarcarse en la más difícil y arriesgada empresa de combatir al enemigo dentro de casa. No es casual que los conservadores americanos por ejemplo, hayan estado siempre en primera línea al defender aventuras militares en el exterior -de la II Guerra mundial a Suez , de Vietnam a Irán - mientras que se muestran sospechosamente indiferentes al control sionista sobre los USA.


Uno sólo puede sonreír ante el hipotético espectáculo de un V. I. Lenin comportándose de manera similar a un burgués reaccionario. Sería como suponer a Lenin declarando en 1914 que si bien tenía ciertas diferencias con el zar, sin embargo reconocía que su deber patriótico prevalecía y debía defender a la Madre Rusia en momentos de crisis, al tiempo que suspendía la oposición a "su" gobierno mientras durase el conflicto. Toda persona sensata, comunista o no, consideraría estúpido y extremadamente ingenuo cuando no totalmente absurdo, ese comportamiento. En todo casos Lenin nunca habría logrado el triunfo político, ni el mundo estaría ahora amenazado por su ideología. Todavía existen camaradas que no han comprendido las razones reales del éxito marxista y que aún tienen que resolver la cuestión de la lealtad al Estado, algo que sin ambigüedades resolvió William Joyce en 1939 cuando, como NS, tomó la firme resolución de abandonar la judaizada Inglaterra para luchar en defensa de la revolución aria en Alemania, YA QUE RECONOCIÓ QUE LA CAMARADERIA RACIAL ES MAS IMPORTANTE QUE LA MERA CIUDADANÍA ESTATAL.


Hoy existen en el mundo dos fuerzas igualmente peligrosas. Una está representada por la doctrina niveladora del marxismo-leninismo, o comunismo. La otra es el sionismo internacional, la insidiosa doctrina de la democracia y la supremacía de los valores judíos sobre los blancos. Mientras en el Este el comunismo es una realidad dominante, en el Oeste es el sionismo -alineado con el capital monopolista y políticamente representado por el liberalismo /conservadurismo - el que ejerce el dominio efectivo. En consecuencia la DESESTABILIZACIÓN Y DEMOLICIÓN DE LA ESTRUCTURA DE PODER SIONISTA debe ser el primer objetivo de los NS en los países occidentales. Sólo cuando esa abominación, haya sido eliminada podrá el movimiento prestar atención a otras tareas.


Como NS y revolucionarios nuestra primera misión es combatir el presente status quo. Si NO somos capaces de reconocer al enemigo interno como el primer enemigo a combatir y vencer, entonces ni somos revolucionarios ni NS, y nunca estaremos preparados para derrotar a cualquier otro rival.


Bajo ninguna circunstancia deben tolerar los NS el ser considerados como defensores del estado actual del sistema frente a sus crisis, tanto internas como externas. Toda acción en ese sentido es contraria al proceso revolucionario y sólo sirve para perpetuar la situación presente. En cambio debemos estar preparados para acoger cada situación cada acontecimiento y cada acción que tienda a desestabilizar o disolver el orden vigente.


A estas alturas ya nada más puede ser restaurado. Por tanto nuestra tarea no está en volver atrás, a otra época. No queremos restaurar una civilización decadente y moribunda, ni preservar un sistema corrupto, ni cambiarlo o modificarlo.


Nuestra misión histórica actual como revolucionarios NS es, simplemente, empezar de nuevo, haciendo "tabula rasa" del pasado con una nueva visión y una nueva voluntad para crear sobre esta tierra un Nuevo Orden y una nueva cultura para el Ario. ESTA es nuestra misión, y no otra.


MATT KOEHL
UNION MUNDIAL DE NACIONALSOCIALISTAS
W.U.N.S.
TRADUCCION DE E. AYNAT


NOTAS
(1) Mi Lucha, edición americana traducida por Ralph Manheim, p 327.
(2) Algunos consideran a Rusia fuera del ámbito de la cultura occidental, por tener sus raíces en la tradición bizantina. Si bien lo anterior se puede considerar técnicamente correcto, no es menos cierto que durante siglos los elementos dirigentes de ese país se orientaron hacia el Occidente germánico. Ya que la Revolución Rusa incluyó estos elementos entre las fuerzas protagonistas (así como la doctrina, originada en occidente) dicha convulsión debe ser considerada dentro del contexto general de la historia Occidental.
(3) Mi Lucha, p 299
(4) ibid, p 298
(5) ibid, p 394
(6) ibid, p 466
(7) ibid, p 96
(8) ibid, p 393
(9) ibid, p 648
LOS SALUDAN LOS CABALLEROS DE LA CRUZ GAMADA
¡SIEG HAIL!

martes, 10 de febrero de 2009

LEON DEGRELLE Y EL REXISMO PARTEN HACIA EL FRENTE




Se recibieron los primeros partes de guerra confirmando que las tropas del Eje habían cruzado la frontera de la URSS en la mayor operación militar jamas vista en Europa hasta entonces. Degrelle comprendió inmediatamente la importancia que tendría este nuevo giro de la guerra, una nueva cruzada contra los enemigos de la religión y de Occidente, tal cuál fuera las de la Edad Media, aunque en un primer momento prefirió esperar acontecimientos:
"En verdad dude todavía unos días, en julio de 1941, antes de comprometer a la juventud de mi país en una expedición militar y política tan fabulosa.
Si existía Europa, también existía mi patria. En primer lugar ¿Es que había un mínimo de posibilidades para nosotros los Belgas, de convertir un día nuestra participación de la guerra en la seguridad de que sobreviva nuestra nación? Y, en segundo lugar, ¿Que íbamos a representar nosotros en semejante aventura? ¡Éramos un pueblo muy Pequeño, perdido en un territorio setecientas veces mas reducido que el imperio de los soviets!
Pero todo el continente europeo se ponía en movimiento....Por lo tanto había que decidirse . Mantenerse al margen en esas semanas históricas seria quedar marginado a la hora de la victoria final.
¿Y quien dudaba en junio de 1941, de la victoria final?
Pronto otro aspecto impórtate impulsara a Degrelle a lanzarse inmediatamente a esta aventura. El hecho que los flamencos solicitasen poder formar una legión para el frente del Este, lo que había dejado al rexismo posición de desventaja en caso de una victoria. Como escribe el propio Degrelle:
"Marchando ellos, y quedándonos nosotros pegados a la silla, el contraste hubiera sido flagrante. Hubiéramos perdido nuestras ultimas posibilidades de defender la supervivencia política de la mitad de nuestro país y de una mitad de nuestros compatriotas.

Organización de la legión.

Degrelle, que se encontraba en París, converso con su lugarteniente Rouleau, que desempeñaba cada vez un papel mas activo en la dirección del rexismo. Este hablaba perfectamente alemán además de tener experiencia militar y haber, durante la guerra civil española, suministrado armas a los nacionalista españoles. Le solicito que se personase ante las autoridades de ocupación alemanas para conseguir la pertinente autorización para formar un cuerpo franco. Degrelle no deseaba llevar personalmente las conversaciones para no dar la impresión de estar solicitando un trato de favor a los militares alemanes.
Rouleau recibió pronto la autorización . El 6 de julio lo anunciaba Degrelle en Bruselas a un nutrido grupo de militantes de las formaciones de combate (Las secciones de asaltó del partido)
y casi inmediatamente, por toda Valona, los rexistas se lanzaron en una frenética campaña de reclutamiento de los voluntarios para el “Cuerpo Franco Valonia” -como se llamaría la unidad voluntaria aunque pronto cambiaría de denominación siendo simplemente conocida como la legión- bajo el lema de "Por la lucha contra el Bolchevismo". En una semana mas de un millar de voluntarios se habían inscrito y superado en el examen medico en las oficinas de reclutamiento. Procedían de todas las clases sociales y de todas las partes del país, con una preeminencia de obreros y estudiantes. No tardo en alistarse el propio Léon Degrelle que lo anuncio públicamente en un mitin en Lieja celebrado el 20 de julio.

Cuando la prensa dio la noticia que Degrelle se había alistado se enteraron de ello los alemanes pues deliberadamente no se lo había comunicado a ninguna autoridad de ocupación. A los pocos días este recibió un telegrama de Hitler, anunciando que se le concedía la graduación de teniente. Degrelle rehuso el nombramiento. Su cartilla militar con el numero 70 de voluntario, mostrara la graduación de soldado raso. Tras la guerra varios historiadores dieron crédito a rumores provenientes de la resistencia tales como que dos meses (abril) antes del inicio de la guerra con Rusia. Degrelle ya habria solicitado el ingreso en el ejercito alemán. Esto es incluso ilógico dentro de la mentalidad de Degrelle que rehusaba por aquel entonces cualquier colaboración visible con los alemanes. Degrelle lograría ser ascendido hasta los mas altos rangos por sus propios méritos demostrados en combate sin necesidad de tratos de favor.
Las autoridades alemanas consideran que los valones debían estar encuadrados en la Wehrmach y no en las Waffen SS como sucedería con los flamencos. Evidentemente era una manera de dividir ambas comunidades y además poder así marcar su preferencia con los flamencos. Esta diferenciacion molesto de sobremanera a Degrelle que no lograría ver sus aspiraciones satisfechas hasta 1943 en que se traspasa a las Waffen SS a los valones donde demostrarían su valía para las unidades de elite de la orden negra. Los alemanes pretendieron asimismo interferir y controlar la organización de este cuerpo franco pero Degrelle se negó en redondo, diseñando el mismo junto al jefe de sus juventudes Hagemans, los distintivos del cuerpo y la bandera de la misma.
Seria una enseña negra con la Cruz de Borgoña en rojo, la de San Andrés, la misma que portasen los carlistas españoles en sus combates.
Nuevamente las banderas de los tercios españoles de Flandes volvían a redoblar por Europa, curiosamente esta vez portadas por jóvenes voluntarios valones en la lucha contra un enemigo común.
Sin embargo la creación de la Legión valona para el frente del Este fue el detonante de la ruptura definitiva entre Rouleau y Degrelle. El primero había considerado que podía asumir tras la marcha de Degrelle el mando del Rex. Sus amistades alemanas tampoco dejaban de aprovechar esta circunstancia para incitarle a defenestrar a Degrelle, que les parecia excesivamente indomable para su gusto. Ambos partirían para el frente pero Rouleau abandonaría pronto el campo de instrucción y dejaría definitivamente el movimiento. Condenado a muerte tras la guerra se refugio en España donde acabaría sus días.

La legión parte hacia el Frente.

El día ocho de agosto fue elegido para la partida de los primeros voluntarios que formaban este cuerpo militar valón. Se le ordeno formar el palacio de bellas artes de Bruselas, temprano esa mañana. Una fina lluvia cubría la plaza real y humedecía la estatua de bronce de Godofredo de Bouillon, el inspirador de la primera cruzada contra los infieles en la edad media. La mayoría de los presentes vestían el uniforme negro de las formaciones de combate del movimiento (Fuentes rexistan afirman que un 86% eran militantes del movimiento), muchos portando sus distintivos y condecoraciones recibidas durante la primera guerra mundial luchando contra los alemanes precisamente. Se habían agrupado en cinco en cinco compañías, una por cada provincia de Valonia , con los militantes de uniforme a la cabeza de la formación y los civiles detrás.
Degrelle vestido con el uniforme negro del movimiento y rodeado de sus mas leales además de algunas autoridades alemanas , se dirigió hacia la tribuna donde dirigió un discurso a sus seguidores, con un inmenso retrato de Hitler y la bandera alemana con la esvástica a la espalda:
!Camaradas¡..Vosotros creéis. Creéis en un cierto numero de valores espirituales, base milenaria de Europa. Creéis en la necesidad de la revolución nacional y socialista . Ahora Europa esta en peligro.Y la revolución nacionalsocialista a la cabeza de este combate que trasformara la Europa amenazada..Partimos porque Europa es para nosotros un bien sagrado, la fuente de la civilización, el país de conductores de pueblos.... partimos, finalmente, porque nuestra patria debe de nuevo manifestar su presencia.
Para nosotros, Valones , Germanos de lengua francesa....esta unión tiene resonancias todas ellas especiales......
¡Camaradas! Luchemos por una Europa que es nuestra gran Patria. Lucharemos por los mas altos valores que existen sobre la tierra y que el comunismo quiere destruir. Lucharemos por el nombre y el honor de Bélgica... lucharemos, finalmente por liberar nuestras almas.....
¡ REX VENCERA!


Acto seguido hizo entrega del estandarte de la Legión, al canto del himno nacional belga partieron en formación por las calles de Bruselas, saludados por militantes rexistas y simpatizantes, mientras se dirigian hacia la estación de ferrocarriles del Norte para embarcar directamente en un tren reservado para trasladar cerca de mil voluntarios valones al campo de instrucción de Meseritz.
El ambiente era indescriptible,los rexistas posaban felices ante las cámaras,familiares les despedían gozosos, el tren estaba decorado con eslóganes de la Cruzada contra el Bolchevismo y engalanado con las banderas del movimientos y con el grito de ¡Viva el rey! Pocas veces antes se había realzado tanto la figura del monarca en Bélgica como en esa ocasión. Los rexistas entonaban himnos patrióticos mientras saludaban a los familiares y simpatizantes que les veían partir hacia el Este.
El movimiento rexista se había hecho cargo del reclutamiento y administración de la legión en esas primeras semanas pero poco después fue asumido la dirección, como era lógico por otra parte, por las autoridades militares alemanas por razones de funcionalidad. En cambio el movimiento prestaría un enorme servicio a los voluntarios mediante las oficinas de asistencia social a las familias , huérfanos mutilados de guerra etc. Llamada “Solidarite legionaire” que dirigía, en calidad de presidenta honorífica se entiende, la esposa de Degrelle. Además el rexismo seguiría siendo el principal organización de las campañas de reclutamiento y propaganda que se mantendrían a lo largo de toda la guerra, siendo la principal fuente para reponer las enormes bajas que tenían en el frente del este la legión.
De esta manera el movimiento quedo de nuevo prácticamente decapitado, como sucediera al inicio de la ocupación cuando los cuadros rexistas ,cayeron combatiendo a los alemanes bien en campos de prisioneros etc. Con degrelle en el frente era una cuestión de honor para los dirigentes militares mas activos el alistarse tambien en la legion valona. En numerosos grupos locales del movimiento se perdieron los dirigentes mas valiosos y se tuvo que reorganizar el mismo rápidamente, para poder adaptarse a las nuevas circunstancias. Situación que haría que el rexismo tuviera menos fuerza en la retaguardia pero que, por otro lado, le inscribiría en las paginas del honor de la historia de Europa al sacrificar sus mejores hombres en la titánica lucha contra el enemigo de Europa durante cinco largos años donde miles de rexistas perderán la vida.

viernes, 30 de enero de 2009

MIS ENEMIGOS SON LOS TUYOS - ADOLF HITLER.




¡MIS ENEMIGOS SON LOS TUYOS


“Cuando hace trece años, como hombre desconocido y soldado alemán, entre en la vida política, obedecí solamente la orden de mi conciencia. Presentí lo que vendría…No pude dominarme para callar como millones o para someterme sin protesta a aquellos que, de acuerdo con toda la experiencia histórica y el entendimiento humano, debían con su proceder llevar a Alemania a la ruina. Durante trece años, en base a esta conciencia del deber he tomado posición contra los partidos y los hombres responsables del derrumbe alemán. En innumerables reuniones he caracterizado su conducta y predicho las consecuencias de esta conducta. Fue una lucha difícil, llamar a la vida como soldado desconocido, sin nombre, a un Movimiento contra quienes entonces dominaban Alemania y tenían a su disposición todos los caminos y medios políticos.



Por eso al principio pudieron fácilmente silenciarme, pudieron más tarde escarnecerme, pudieron prohibirme hablar, reprimir el Movimiento, amordazar la propaganda…SOLO UNA COSA NO HAN LOGRADO: ¡NO PUDIERON REFUTARME!


ADOLF HITLER

“Programa de Adolf Hitler
para las elecciones del 31-VIII-1932”

¡DERRIBAD AL SISTEMA!


1.Discurso del 10-IV-1923



¡Mis queridos connacionales, hombres y mujeres alemanes ¡



En la Biblia está escrito: ”lo que es ni caliente ni frío lo quiero escupir de mi boca.” Este dicho del gran Nazareno ha conservado hasta el día de hoy su honda validez. El que quiera deambular por el dorado camino del medio debe renunciar a la consecución de grandes y máximas metas. Hasta el día de hoy los términos medios y lo tibio también han seguido siendo la maldición de Alemania. La situación de nuestra Patria, según la condición geográfica una de las más desfavorables en Europa, fue comprendida en realidad por primera vez, por el pequeño Estado prusiano, Odiado, un rival en sentido espiritual y material para todos los pueblos circundantes, le quedó reservado a este pequeño Estado modelo llegar a ser el adalid del pensamiento alemán hasta aquella unión de los troncos alemanes que en el fondo, a pesar de dos guerras ganadas, aún no era una unión.

Aún hoy somos el pueblo menos apreciado de la Tierra. Un mundo de enemigos se alza contra nosotros y el alemán debe decidirse también hoy si quiere ser un soldado libre o un esclavo blanco. Las precondiciones bajo las cuales sólo puede desenvolverse una estructura estatal alemana han de ser por consiguiente: unión de todos los alemanes de Europa, educación para la conciencia nacional y la disposición de poner todas las fuerzas nacionales enteramente al servicio de la Nación.

Estas, solamente, son las condiciones fundamentales bajo las cuales podemos vivir en el corazón de Europa. El anciano gigante de la vida estatal alemana, Bismarck, ha mantenido totalmente esta línea directriz, y cuando el se fue vino el dominio de los términos medios, de lo tibio. En lugar de representación de intereses patrios se hizo política dinástica, en lugar de política nacional, la internacionalización. Las palabras-impacto de “echar un puente entre todos los antagonismos”, de fraternización, de tregua y otras similares minaron la fuerza del pueblo alemán hacia adentro y hacia afuera. La judaización fue la consecuencia inmediata de esta política tibia, la judaización de la Nación alemana, porque el judío no renuncia a su propia nacionalidad.

Industrialización, conquista económica pacífica del mundo fueron otros objetivos, según los cuales se procedió, sin tener en cuenta que no existe ninguna política económica sin espada, ninguna industrialización sin poder. Hoy no tenemos ya una espada en el puño, ¿dónde tenemos entonces una política económica existosa? Inglaterra ha reconocido muy bien este primer principio de la vida estatal, de la salud estatal, y actúa desde hace siglos de acuerdo al fundamento de convertir fuerza económica en poder político, y el poder político debe a su vez, a la inversa, proteger la vida económica. El instinto de conservación del Estado puede construir una economía; pero nosotros quisimos conservar la paz mundial en lugar de defender con la espada los intereses de la Nación, la vida económica de la Nación, y de abogar sin consideraciones por las condiciones de vida del pueblo.

Y en esto participan por igual todos los partidos del actual parlamentarismo. Los demócratas quieren salvar la democracia aunque Alemania sucumba por ello. Por la democracia afirma el demócrata que quiere morir -por lo general nunca se llega tan lejos- Una enormidad sería para él si la democracia sucumbiera. En la practica se desarrolló, gracias a esta idea que conduce a la paralización del pueblo, el dominio de la Bolsa y de los manejos bursátiles.

El centro representa la idea de la solidaridad de un determinado credo. Otros pueblos, por fanáticamente que piensen y actúen de acuerdo a los principios de su credo, son en primer termino hijos de su pueblo y recién después abogan por una confesión determinada.

La socialdemocracia representa intereses político-mundiales; pero un proceder conjunto con los trabajadores de todo el mundo, por cierto, sólo es posible en base a un mutuo respeto y posición de igualdad. El alemán debe ser en primer término un alemán, así como el inglés es un inglés, si quiere ganarse el respeto de los otros; y este respeto existe hoy en día menos que nunca. No se trata de si el obrero alemán se declara solidario con los obreros de otros países, sino si el obrero de otros países quiere declararse solidario con el obrero alemán.

Por lo demás el pueblo alemán no quería ser internacionalista. El mejor corazón del alemán dejo ir a la guerra hace nueve años a incontados millones entusiastamente, y hoy los obreros de Essen, cuando ametralladoras francesas tabletearon en aquel funesto sábado dentro de sus filas, no fijaron su mirada en la solidaridad internacional, sino sobre Alemania y sobre aquel día que alguna vez llegará a ser el día de la venganza.

Debido a la mediocridad y debilidad de los partidos parlamentarios sobrevino, lógicamente, la mediocridad de los gobiernos. De esta manera, a partir del momento en que debía ser mantenida la “paz mundial” bajo cualquier circunstancia, por necesidad natural debió desarrollarse la Guerra Mundial. Hubiéramos podido concertar alianzas con metas firmes y grandes; con decisiones a medias no se lo puede hacer, y los canallas que anteriormente reflexionaron, y ponderaron ahorraron y fueron tacaños, tiran hoy millones sin provecho para el pueblo alemán. (Alusión a los responsables de la destrucción de Alemania que se opusieron por onerosos a los presupuestos militares y después provocaron la esclavitud de Alemania por el Tratado de Versalles. N. del T.) Todo estaba bajo el signo de la mediocridad, de la tibieza, hasta la lucha por la existencia en la Guerra Mundial y más aún la concertación de la paz. Y hoy la continuación de la política a medias de entonces ha llegado a ser triunfo. El pueblo unido entre si en la ardua lucha –en la trinchera no había partidos ni confesiones- ha sido desgarrado por el dominio de los intermediarios rapaces y pillos. La reconciliación y la compensación de los antagonismos, por cierto vendrían pronto si a toda “la compañía” se la colgara. Pero es que los intermediarios rapaces y pillos son “ciudadanos” y lo que es aún más importante, adeptos de aquella religión que el Talmud santifica.

No es el proletario quien ha llegado a ser señor, sino que el judío galiztiano se puso en el lugar de reyes que van cayendo. Ahora ya hace más de cien años que está trabajando en la desintegración de los Estados europeos; siempre ha encontrado auxiliares y los encuentra aún hoy: Severing aquí, Poincaré allá! No se hubiera podido hacer nada contra un pueblo de setenta millones si previamente no se le hubiera quitado la fuerza. Y el que quita al pueblo este poder de decisión interior es el culpable del hundimiento de la Nación.

Hace tres años he declarado en este mismo lugar que el derrumbe de la conciencia nacional alemana también arrastrará conjuntamente al abismo la vida económica alemana. Porque para la liberación se requiere más que política económica, se requiere más que laboriosidad, ¡para llegar a ser libre se requiere orgullo, voluntad, terquedad, odio, y nuevamente odio.!

¿Qué se puede esperar de los gobiernos? Ellos sueñan con un milagro. Ellos sueñan con negociar, pero ¡para negociar se requiere poder! Una delegación con refuerzos de cuero en las rodillas va a París, trae de allí la decisión como don de gracia que allí es dictada por un poder superior, y la Nación alemana da las gracias a la delegación por su “sentido del tacto”, por su “sabia mesura”, por su comportamiento en el “sentido de la más autentica democracia”, y el pueblo sucumbe a consecuencia de ello. Aún se puede comprar carbón, aún no ha desaparecido el último marco de oro. Tres cuencas carboníferas ya han sido enajenadas por dinero, pero yo creo que no nos será ahorrado aplicar a nosotros la sentencia de Clemenceau que rezaba: “Me batiré delante de París, en París y detrás de París”. Por cierto con una pequeña modificación: no nos quisimos batir delante del Ruhr, no nos quisimos batir en el Ruhr, tendremos que batirnos detrás del Ruhr. Los hambrientos que en los tiempos venideros clamarán por pan no serán alimentados por el Munchester Post y los 20 millones de alemanes que se dijo están demás en Alemania, deberán enfrentarse con un terrible destino. Y cada cual deberá preguntarse: ¿También estarás tu entre ellos?

La hoz, el martillo, la estrella y la bandera roja ascenderán sobre Alemania; pero Francia no devolverá el territorio del Ruhr. ¿Qué se puede hacer contra estos dos terribles peligros que amenazan con aniquilarnos? Desde arriba no viene el espíritu, el espíritu que purifique Alemania, que con escoba férrea limpie el gran establo de la democracia. Hacer esto es el cometido de nuestro Movimiento. No ha de aherrumbarse en el parlamento, no ha de gastarse en superfluas batallas oratorias, sino que el estandarte con el disco blanco y la svástica negra será enarbolado sobre toda Alemania el día que será el día de la liberación de todo nuestro pueblo.



2. Discurso del 13-IV-1923



¡Queridos connacionales, hombres y mujeres alemanes ¡



En el invierno del año 1919/20 nosotros los nacionalsocialistas, formulamos por primera vez públicamente la pregunta al pueblo alemán: ¿Quién es culpable de la Guerra? En vista de la orientación del gobierno de entonces de los héroes de Noviembre, “diputados del pueblo”, así como por la total confusión de las masas seducidas por éstos, esto era una empresa arriesgada. Y, en efecto, también recibimos de inmediato de todas partes la respuesta estereotípica de despreciable auto-denigración: “Lo confesamos, los culpables de la Guerra somos nosotros”, y el gobierno “alemán” de entonces en Munich –él también está hoy bajo la Ley de Protección de la República- publicó así llamados documentos que debían exponer nuestra culpa en la Guerra ante todo el Mundo. ¡Si! Toda la revolución ha sido hecha artificialmente en base a esta mentira sencillamente monstruosa. ¿Por qué sino no se la hubiera podido esgrimir como fórmula propagandística contra el viejo Reich, qué sentido se le hubiera podido atribuir entonces a la traición de Noviembre? Se necesitaba esta calumnia del sistema imperante hasta ese entonces para poder justificar con ello delante del pueblo la propia acción infame. La masa criminalmente azuzada y engañada estaba pronta a creer desaprensivamente todo lo que los nuevos hombres del gobierno le decían. Estaba pronta a abuchear a todo el que osaba la afirmación que no Alemania sino potencias bien distintas tenían culpa del desencadenamiento de la Guerra. Los sepultureros marxista-democrático-pacifistas del viejo Reich gritaban: “el solo hecho de que fuera resuelta por las armas una guerra prueba que fue la obra del sistema monárquico-capitalista-pangermano corrompido por la disipación. ¡Los pueblos civilizados de ninguna manera hacen la guerra entre ellos!” Pues bien, las consecuencias de la civilización que hemos alcanzado a través del día de gracia del 9 de Noviembre, se ve en todos los rincones de la Europa encendida, en subversión y violencia. Según nuestra opinión, los tiempos sin “Liga de las Naciones” fueron con mucho los más honestos y los más humanos. Los otros, por cierto, afirman en cambio que nosotros hemos alcanzado la era de máxima cultura.

Preguntamos: ¿debe haber guerras? El pacifista responde: ¡No! El declara en especial que las disputas en la vida de los pueblos son solamente la expresión del sojuzgamiento de una clase humana por la burguesía que en ese momento gobierna. En caso de efectivas diferencias de opinión entre los pueblos afirma que debe decidir un “tribunal de paz”. Pero deja sin respuesta la pregunta acerca de si los jueces de este tribunal arbitral también tendrían el poder de hacer comparecer siquiera a las partes ante los estrados. Pienso que un acusado por regla general sólo acude “voluntariamente” al juzgado porque en caso contrario sería llevado a él por la fuerza.

¡Quisiera ver a la Nación que en caso de litigio se deja arrastrar sin compulsión exterior ante este tribunal de la Liga de las Naciones! En la vida de los pueblos decide en último termino una especie de juicio de Dios. Hasta puede suceder que en una controversia de dos pueblos ambos tengan razón. Así Austria, un pueblo de 50 millones, de cualquier modo tenía derecho a una salida al mar. Pero Italia, como en la franja territorial en cuestión primaba la población italiana, exigió para sí el “derecho de autodeterminación”. ¿Quién renuncia voluntariamente? ¡Nadie! Decide la fuerza propia de los pueblos. Siempre ante dios y el mundo el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad. La historia da la prueba: ¡al que no tiene la fuerza el “derecho en si” no le sirve de nada! Un tribunal mundial sin una policía mundial sería una broma. ¿de qué naciones de la actual Liga de Naciones se reclutaría ésta? ¿Quizás hasta de las filas del viejo Ejército Alemán? Toda la naturaleza es una formidable pugna entre la fuerza y la debilidad, una eterna victoria del fuerte sobre el débil. Nada más que podredumbre habría en toda la naturaleza si fuera de otro modo. Se corromperían los Estados que pecan contra esta ley elemental. Ustedes no necesitan buscar mucho tiempo por un ejemplo de semejante podredumbre que trae la muerte. ¡Lo ven en el actual Reich!

Debemos analizar que antagonismos existieron en Europa antes de la Guerra Mundial. Inglaterra y Rusia estaban en competencia comercial en la llanura baja Bengalí, en Afganistán, etc. Con Francia, Inglaterra estaba ya desde hace 140 años en conflicto por la hegemonía. A pesar de la guerra de rapiña llevada conjuntamente han seguido siendo hasta la hora presente, viejos y encarnizados rivales. Francia estaba a su vez en oposición de intereses con Italia, sobre todo en el norte de África. Ninguna contraposición en cambio ha existido jamás entre Alemania y Rusia. Por el contrario, el Estado industrial Alemania necesitaba perentoriamente otros años de paz; el Estado agrario Rusia necesitaba muchas otras cosas, per en ningún caso ampliaciones territoriales de cualquier índole a costa del Imperio Alemán. De la misma manera, Alemania no tenía superficies de fricción de ninguna clase con Italia. Sin embargo, en un juego de intrigas conducido con consumada artería, primeramente Rusia fue azuzada contra Alemania y, por fin, todo el Mundo contra nosotros. Es un engaño infame escribir hoy hipócritamente: “¡Si en Alemania se hubieran matado a tiempo a los provocadores de la guerra, la Guerra Mundial nos hubiera quedado ahorrada!”. Yo pregunto: ¿Dónde estaban, pues, en todo el mundo estos provocadores de la guerra? ¿Quiénes son y de que medios se han valido?

Con la denuncia del Tratado de reaseguramiento de Bismarck con Rusia comenzó la campaña consecuente de azuzamiento de la prensa mundial judeo-democrática-marxista. En el París republicano aclama al “Zar de sangre”, en el Berlín imperial brama al mismo tiempo: “¡Abajo con el Zar!” La Bolsa brama; los partidos democráticos y marxistas hacen lo mismo. Y más, Bebel, por lo general nunca dispuesto a conceder al “perverso militarismo” tan solo un soldado, un centavo para la protección contra Francia, pronunció las palabras: “¡Si vamos contra Rusia yo mismo cargo un fusil!”. Y también en San Petersburgo es el mismo cuadro: desmedido azuzamiento contra Alemania, glorificación de Francia, nuevamente en las columnas de la Gran Prensa allí exclusivamente democrático-judeo-marxista. En asombrosa colaboración logran aquí como allá la democracia y el marxismo, con la probada conducción superior de los judíos que manejan los hilos, llevar a los almenes y rusos, que originariamente tienen sentimientos recíprocos amistosos, a un antagonismo completamente insensato, incomprensible. Si el pueblo Alemán no tenía motivo ni para odiar ni envidiar a Rusia ¿Quién podía tener un interés tan ardiente en este azuzamiento artificial? ¡Era el judío! Él generó y alimentó este odio hasta el día de la orden de movilización sonsacada al Zar. ¡Qué era pues todo este liberalismo, nuestra prensa, la Bolsa, la francmasonería…instrumentos del judío! El zarismo ¿Debía ser derribado para conquistar al judaísmo de Rusia quizás los mismos derechos? ¡no! ¡sino el poder! Como ya los poseía en otros Estados democráticos. El judío pugnaba por un dominio absoluto en el país de las limitaciones, y no de las persecuciones de judíos, porque persecuciones de judíos no las ha habido ya en los últimos 200 años, sino solamente una continua persecución de cristianos. Para la destrucción de Rusia el judío ¿De qué podía servirse sino solamente de Alemania? Terminar más tarde con esta Alemania, eso lo consideró un juego de niños. ¡Porque él conocía demasiado bien a los niños alemanes! Solamente en una prensa como la marxista alemana un Salomón Kosmanowsky (Kurt Eisner), podía atreverse a escribir: “¡Ya no hay retroceso posible! ¡Adelante contra Rusia! ¡Una misión liberadora de pueblos se presenta ahora a Alemania!"” Solamente frente al Estado Mayor Alemán; políticamente por entero falto de instinto, semejante judío del Este podía osar ofrecerse para el servicio!

La prensa mundial democrático-marxista-judía ha hecho de Alemania una víctima de su política de alianzas. Ha aprovechado consecuentemente los antagonismos Austria-Rusia y Austria-Italia para provocar el estallido de la guerra con seguridad matemática. Austria-Rusia: ella atizaba la miope política polaca de Viena contra Rusia. Ella azuzó a los polacos en Cracovia y Lemberg al abuso de las libertades que allí les fueron dejadas. Ella azuzó en San Petersburgo: “El camino a Viena pasa por Berlín.” Ella azuzó hasta que el grado de la amistad mortal ruso-austríaca había sido alcanzado. Austria-Italia: simultáneamente azuzaba en Viena como en Roma. Allí bramaba usando una palabra de Bismarck: “¡El que atenta contra Trieste toca la punta de la espada alemana!” ¡Bien! ¿¡Pero por qué no se ha germanizado a Trieste!? Para esto se requería un puño de hierro, una voluntad de hierro. Pero ésta no la pudo reunir Viena. ¿Por qué? Porque en toda tentativa para ello la misma prensa comenzaba a azuzar en el sentido opuesto: “¡Bárbaros que sois! ¡Pensad en la humanidad! ¡Derecho de autodeterminación! ¡Sed humanos!” -¡Pero con “humanidad” y democracia nunca han sido liberados los pueblos! La misma prensa democrática-marxista-judía entonó a la misma hora en Roma la canción de azuzamiento: “¡Libertad a vuestros hermanos y redentos! ¡El camino a Trieste pasa por Viena! ¡No hay retroceso posible! ¡Una misión liberadora de pueblos habéis de cumplir!” ¡Así la francmasonería judía de Italia a través de su prensa, pasando por encima de Austria, también azuzó a Italia a la guerra con Alemania! Porque la salida política que un gobierno alemán inteligente y decidido hubiera debido elegir, la misma prensa igualmente la supo impedir en Berlín echando mano de frases sentimentales! Porque en lugar de romper la estructura imposible de Austria a quien el espíritu interior faltaba tan por completo como para mantenerse como Estado, incorporarse la Austria alemana y no el resto sea impelido Alemania a sumarse al destino de este miembro perdido.

En las relaciones entre Alemania y Francia imperaban contrastes fundamentales que ni por los telegramas de un Eisner-Kosmanowsky ni por cobarde servilismo podían ser obviados. Antes de la guerra sólo, era posible estar uno al lado del otro en armas. Es verdad que para Alemania la guerra de 1870/71 significaba una terminación de la enemistad de siglos. En Francia, por el contrario, a través de todos los medios de la propaganda periodística, en los textos escolares, teatros y cines, fue cultivado un odio candente contra Alemania. Así como Berlín azuzaba contra Rusia, así París contra Berlín. Mineros alemanes acuden presurosamente a través de la frontera para llevar a colegas franceses ayuda en una terrible catástrofe. ¿Quién espeta las más odiosas calumnias? ¿Quién difama hasta la acción, que nació de genuina caballerosidad alemana? –Matin, Journal, etc. -¡Todos los periódicos judíos de Francia! ¡Buscar el conflicto y aprovecharlo, es también aquí la intención claramente reconocible del judaísmo mundial!

El contraste entre Alemania e Inglaterra está en el terreno económico. Hasta 1850 la posición de potencia mundial de Inglaterra era incontrovertible. Ingenieros británicos, y el comercio británico conquistan el mundo. Alemania comienza a devenir, gracias a su mayor laboriosidad y acrecentada capacidad, un competidor peligroso. A corto plazo las sociedades inglesas que se encuentran en Alemania, pasan a ser propiedad de la industria alemana, es más, sus productos desplazan hasta en el mercado londinense a los propios británicos. La medida de defensa "Made in Germany" tiene por resultado lo contrario de lo esperado: esta “marca registrada” se transforma en la propaganda más eficaz. La economía alemana no fue creada solamente en Essen, sino por un hombre que sabía que detrás de la economía también debe haber poder, dado que solamente el poder garantiza la economía, y este poder nació en los campos de batalla de 1870/71, no en la atmósfera de parloteo de los parlamentos. 40.000 caídos han hecho posible la vida de 40 millones. Cuando Inglaterra frente a esta Alemania estaba en peligro de caer de rodillas, pensó en el último medio de la competencia de los pueblos: ¡En la violencia! Se inicia una grandiosa propaganda de prensa como preparación. ¿Pero quién es el jefe de la totalidad de la prensa de los comerciantes mundiales británicos? Un nombre se cristaliza: ¡Northeliffe! ¡Un judío! Él envía semanalmente 30 millones de diarios a todo el mundo. Y en un 99 por ciento la prensa de Inglaterra se encuentra en manos judías. “¡Cada niño alemán recién nacido cuesta la vida a un británico!” –“¡No hay ningún británico que no ganaría con el aplastamiento de Alemania!”. Así con las más ruines palabras-impacto se apela a los instintos más bajos; se azuza con afirmaciones, calumnias y promesas tales como solamente el judío es capaz de idear, tales como únicamente periódicos judíos osan presentarlas a un pueblo ario. ¡Arriba, a salvar a las pequeñas naciones –por el honor de la humanidad!” ¡La misma mendacidad en la totalidad de la acción de azuzamiento en todo el mundo! ¡Su éxito lo siente el pueblo alemán muy dolorosamente!

¿Qué razón tuvo finalmente Norteamérica de ir a la guerra contra Alemania? Pues bien: con el estallido de la Guerra Mundial tan largamente anhelada por Judá todas las grandes firmas judías de los Estados Unidos llegaron a ser proveedoras de guerra. Ellos aprovisionaron al “mercado” de guerra europeo en una medida tal como quizás no lo habían soñado, ¡Una cosecha gigantesca! Pero a la voracidad insaciable del judío nada le fue suficiente. Así comenzó entonces la prensa venal dependiente de los reyes de la Bolsa, una campaña propagandística sin igual. Su estructura un gigantesca organización de la mentira periodística. Y nuevamente es un consorcio judío, la Prensa Hearst, el que da el tono para la campaña de azuzamiento contra Alemania. El odio de estos “norteamericanos” no se dirigía únicamente contra la Alemania comercial, y no tampoco quizás contra la militar. Se dirigía especialmente contra la Alemania social. Por que ésta se había mantenido hasta entonces fuera de las líneas directrices de los trusts mundiales. Es que el viejo Reich al menos ha hecho la tentativa honrada de ser social, es que podíamos mostrar comienzos sociales como ningún otro país de toda la Tierra. Es que en la construcción de viviendas y de fábricas se prestaba atención en su mayor parte a la higiene, baño, luz y aire, en contraposición a la república de Noviembre, cuyas “Direcciones de Vivienda” apriscan a los seres humanos en conejeras. Antes los tranvías suburbanos aún llevaban a los obreros por diez centavos a sus colonias de casetas de madera cubiertas de verdor, las que, bajo la “asistencia” de la república de Noviembre, debieron enajenar o dejar en estado de abandono, porque o bien los tranvías se hallan completamente paralizados o los precios de los viajes se han hecho prohibitivos. El viejo Reich edificó escuelas, hospitales, institutos científicos, que provocaron el asombro y la envidia de todo el mundo. En la República de Noviembre sucumben diariamente tales lugares de cultura. Que el viejo Reich ha sido social en este sentido, que se permitió no considerar a sus seres humanos exclusivamente como números, en esto residió su mayor peligrosidad para la Bolsa mundial. De ahí, la lucha de los “compañeros” dirigidos por judíos, también en nuestro país en contra de sus más caros intereses. De ahí la campaña difamatoria según la misma consigna en todo el mundo. Por eso la prensa judeo-democrática de Norteamérica tuvo que realizar su obra maestra: a saber, llevar por azuzamiento a un pueblo grande, pacífico, al que las luchas de Europa le eran tan indiferentes como el Polo Norte, “en aras de la cultura” a la más cruel de todas las guerras por medio de la propaganda de atrocidades ideada, mentida, falsificada en nombre de la cultura, de una infamia sin precedentes desde la A hasta la Z. Porque este último Estado social de la Tierra debía ser hecho pedazos, 26 pueblos de la Tierra han sido azuzados recíprocamente por esta prensa, que se encuentra exclusivamente en poder de un solo pueblo mundial, de una sola raza, que en el fondo es enemiga a muerte de todos los estados nacionales.

¿Quién hubiera podido impedir la Guerra Mundial? ¿Quizás la “solidaridad cultural”, en cuyo nombre justamente se practicaba esta propaganda de atrocidades contra Alemania por los judíos? ¿O quizás los pacifistas? ¿A lo mejor hasta los pacifistas “alemanes”? ¿Aquellos Nikolai, Förster, Quidde etc., pregonando a los cuatro vientos día tras día su calumnia del heroico pueblo alemán? Estos maestros del así llamado pacifismo mundial, que había sido inventado de nuevo exclusivamente por judíos. ¿Quizás la muy ensalzada solidaridad del proletariado? “¡Todas las ruedas se paran cuando tu fuerte brazo lo quiere!” Las ruedas del mundo han girado asiduamente. Unicamente una rueda se trato de parar en incesante trabajo de socabamiento. Con la huelga de las fábricas de municiones de 1918, que costó la vida a miles de combatientes del frente, aún no se logró del todo. Pero el 9 de Noviembre fue paralizada esa rueda: la rueda alemana. El Partido Socialdemócrata declaró textualmente en su órgano principal, Vörwarts, que no estaba en el interés del trabajador alemán que Alemania gane la guerra. Yo pregunto en cambio: Tu, trabajador alemán: ¿Está en tu interés que hoy hayas llegado a ser esclavo? Que tu mismo luchas y gimes mil veces peor que antes en una servidumbre personal sin perspectiva y sin esperanza, mientras que tus dirigentes sin excepción…¿Pero quienes son estos dirigentes del proletariado? ¡Nuevamente judíos!

¿Pero es que quizás los francmasones debían impedir la guerra mundial? ¿Esta la más noble institución filantrópica, que más clamorosamente anunciaba que se iba a colmar de felicidad al pueblo, y que al mismo tiempo fue la principal atizadora de la guerra? ¿Quiénes son, pues, en realidad, los francmasones?

Se distinguen dos grados. A los inferiores pertenecen en Alemania aquellos burgueses medios que en el fárrago de frases ofrecidas pueden alguna vez sentirse “alguien”. Los responsables, empero, son aquellos multifacéticos que soportan cualquier clima, aquellos 300 Rathenau, que todos se conocen entre sí, que dirigen los destinos del mundo por encima de las cabezas de los reyes y presidentes de Estado. Aquellos, que sin escrúpulos se hacen cargo de cualquier función, que brutalmente saben esclavizar a todos los pueblos: ¡Nuevamente judíos!

Ahora bien: ¿Por qué los judíos han estado contra Alemania? Esto al presente, demostrado claramente por un sinnúmero de realidades, es perfectamente evidente. Ellos usaban la antiquísima táctica de las hienas: cuando los combatientes desfallecen –entonces echa mano. ¡Entonces cosecha! En la guerra y en las revoluciones Judá alcanzó lo casi inalcanzable. ¡Cientos de miles de piojosos judíos del Este llegan a ser “europeos” modernos! Tiempos intranquilos son capaces de producir milagros. ¡¿Cuánto tiempo se hubiera necesitado antes de 1914, p. ej. en Baviera, para que un judío galitziano llegara a ser presidente de ministros?! ¡¿O en Rusia un anarquista del ghetto neoyorquino, Bronstein (Trotzki), dictador?! Pocas guerras y revoluciones han sido suficientes para hacer del pueblo de los judíos el poseedor del oro rojo y con ello, el señor del mundo.

Este pueblo odiaba dos Estados ante todo, que hasta 1914 aún le impedían la consecución de su meta de dominación mundial: Alemania y Rusia. Aquí aún en les había llegado en forma total lo que ya poseían en las democracias occidentales. Aquí ellos no eran aún los únicos soberanos en la vida espiritual así como en la económica. Asimismo, los parlamentos no eran aquí aún exclusivamente instrumentos del capital y de la voluntad judíos. El hombre alemán y el Ruso genuino habían conservado todavía una cierta distancia frente al judío. En ambos pueblos vivía todavía el sano instinto del desprecio a los judíos, y existía el gran peligro de que en estas monarquías podrían con todo surgir nuevamente un Fridericus, un Guillermo I, y que la democracia y las prácticas parlamentarias fueran mandadas al diablo. ¡Así los judíos se hicieron revolucionarios! La República debía conducirlos al enriquecimiento y al poder. Ellos disfrazaron esta meta: ¡Caída de las monarquías! ¡Instauración del pueblo “soberano”! ¡Yo no sé si hoy es posible llamar soberano al pueblo alemán o ruso! ¡En todo caso uno no se percata de ello! ¡Pero de lo que el pueblo alemán se percata, lo que diariamente tiene ante sus ojos en la forma más crasa, es el desenfreno, la intemperancia en el comer y en el beber y la especulación, de los que hace ostentación el abierto escarnio del judío! El así llamado Estado Libre Alemán se ha transformado en el refugio donde estas sabandijas pueden enriquecerse desenfrenadamente.

Así tuvieron que ser derribadas Rusia y Alemania, a fin de alcanzar el cumplimiento de una vieja profecía. Así todo el Mundo fue sacudido. Así han sido aplicados brutalmente todos los medios de la mentira y propaganda contra el Estado de los últimos idealistas: ¡Los alemanes! ¡Y así Judá gano la Guerra Mundial! ¿O quiere usted afirmar que el “pueblo” francés, el inglés y el norteamericano han ganado la guerra? Ellos todos, vencedores al igual que vencidos, son los derrotados. Una cosa se levanta sobre todos ellos: ¡La Bolsa mundial, que ha llegada a ser el amo de los pueblos!

Ahora bien, ¿Qué culpa tiene Alemania misma en la guerra? Consistió en que en un tiempo, cuando ya el anillo se cerraba alrededor de su existencia, omitió organizar la defensa tan enérgicamente que por el despliegue de su poder o bien les fuese quitado a los demás a pesar se sus peores intenciones, el coraje de agredir, o bien que la victoria del Reich fuera garantizada. Es la culpa del pueblo alemán que en 1912 esos tres cuerpos de ejército que el criminal Reichstag en increíble maldad y estupidez denegó, no los haya construido por encima de él. Con estos 120.000 hombre más la batalla de Marne hubiera sido ganada y la guerra decidida. ¡Dos millones menos de héroes alemanes hubieran bajado a la tumba! ¿Pero quién en 1912 así como en el último año de guerra, cegó al pueblo alemán con aquella teoría: “Todo el mundo depondrá las armas si Alemania lo hace!”? ¿Quién: -¡El judío democrático-marxista, que a la misma hora y hasta el presente azuzaba y azuza entre los otros la carrera armamentista para el sojuzgamiento de la Alemania “bárbara”!

Ahora quizás surja todavía la pregunta de si hoy es conveniente hablar sobre la culpa de la guerra. ¡Por cierto, hasta tenemos la obligación de hablar de ello! Por que los asesinos de nuestra Patria, que a través de todos los años traicionaron y vendieron a Alemania, son los mismos que como criminales de Noviembre nos han arrojado al infortunio más hondo! Tenemos la obligación de hablar sobre ello porque en un futuro próximo junto con el poder también tendremos la ulterior obligación de colgar a estos corruptores, canallas e incursos en alta traición en la horca, donde deben estar! ¡Que nadie crea que quizás ellos han cambiado! Al contrario, estos canallas de Noviembre que hoy aún pueden moverse libremente entre nosotros, ellos también hoy actúan contra nosotros!

¡Del conocimiento viene la voluntad de resurgir! Han quedado dos millones en la lucha. También ellos tienen derechos, no solamente nosotros los sobrevivientes. Hay millones de huérfanos, lisiados y viudas entre nosotros. ¡También ellos tienen derechos! Para la Alemania de hoy ninguno ha muerto ni ha quedado lisiado, huérfano o viuda. ¡Tenemos la deuda con estos millones de construir una Nueva Alemania!




3. Discurso del 17-IV-1923



¡Mis queridos connacionales, hombres y mujeres alemanes!



Ustedes saben que la subversión fue iniciada con el grito: “¡Abajo con los culpables de la guerra!” Ustedes saben que con este “¡Abajo!” también efectivamente se sacó de sus tronos a una serie de alemanes. Momentáneamente nos encontramos en la continuación de esta guerra; porque los realmente culpables de la guerra no han sido alcanzados. Son por el contrario hoy los regentes más poderosos.

¿Quién era en realidad el regente en el año 1914, a quien podría alcanzar la culpa de la guerra? ¿El Kaiser? ¿Se cree realmente que este hombre pudo desencadenar una guerra que abarco a todo el mundo? ¿Quiénes eran entonces los consejeros de Guillermo II? ¿Quizás los pangermanos? No, los señores Ballin, Bleichröder, Mendelsohn, etc., toda una cría de hebreos. Este era el gobierno no-oficial. Qué poder poseía esta gente ya se ha podido ver anteriormente en los días en que el fundador del Reich tuvo que irse a Berlín porque esta camarilla de la corte así lo quiso. ¿Quién era en 1914 el efectivo conductor del Reich? El señor Bethmann-Hollweg, un descendiente de pura cepa de una familia de judíos de Frankfurt, y en todo su accionar muy precisamente el “filósofo” de típico estilo judío. Estos eran los conductores del Estado, no los Alldeutsche (Pangermanos N. del T.) Estos por cierto no estaban con su corazón en Berlín, sino en la Selva Sajona. El nuevo régimen no era conforme a su sentir, sino según su convicción el comienzo del fin de la Patria.

Este régimen cargó sobre sí ya al comienzo de la Guerra la culpa más grave. Por de pronto en el juicio sobre los otros Estados. Aún el 3 de Agosto se creía que Inglaterra se mantendría neutral. ¡Cuán inmenso daño se ha causado por esto a Alemania! Igualmente fue erróneo el criterio respecto de Italia. El general que más tarde tuvo que pagar las culpas de lo “diplomáticos”, que hoy vive entre nosotros en el destierro y a quien hasta se le quiso negar el derecho de asilo, había reconocido ya en el año 1912 que Italia no podía en absoluto ser valorada como factor de alianza. El tercer juicio erróneo fue el referente a Austria-Hungría. Se la estimaba como factor militar, olvidando, sin embargo, que la fuerza militar de un Estado depende de su fuerza de resistencia política. No se vio que este conglomerado de pueblos, al faltar el sentido unitario debía desintegrarse. Después hubo apreciación engañosa con respecto a Rusia. Se decía: Rusia es un Estado corrompido y nunca estará en condiciones de llevar una guerra. Con semejantes cuentos de nodriza se alimentaba entonces a las naciones. Se mostraba al zarismo como una estructura carcomida, pero sanguinaria; un golpe, y este Estado se desmorona al instante y el trabajador alemán es el libertador de una humanidad esclavizada.

Si Alemania a pesar de estas equivocadas apreciaciones y valoraciones en el mundo en que el destino la llamó al campo de lucha llevó a cabo proezas máximas, es solamente porque poseía una fuerza interior: su honorabilidad. Tenía el sentimiento de ser un pueblo de honor y conforme a ello, respetado como tal por el mundo. Millones de alemanes salieron así a la lid como los otros también, porque tenían una voluntad nacional, aunque no sus conductores. Pero Alemania poseía, entonces, ante todo lo que todo pueblo necesita: su Ejército, por el cual era difamado como Estado militar. Y sin embargo este Ejército le ha garantizado su libertad y su trabajo tranquilo. Europa tuvo con este poder de Alemania 50 años de paz. Si Francia poseyese este poder, Europa no viviría 50 años en tranquilidad. Así fueron entonces el honor, la fuerza y la voluntad los que capacitaron a Alemania para emprender su camino más difícil en la historia. La pregunta era: ¿Es estrangulada Alemania o se libera, cuando se enfrenta a un mundo de enemigos? O bien la victoria o lo que hoy tenemos.

Pronto llegó el mensaje de que Lieja había caído. Por el Reichstag, no obstante, fue difundida simultáneamente la noticia: Bethmann- Hollweg declara que la entrada alemana en Bélgica es un crimen. En el mismo momento se teje en el interior de Alemania la traición. Rathenau pronunció, cuando vio al Kaiser cabalgar a través de la Puerta de Brandeburgo, la palabra “histórica”: “si vuelve como vencedor, la historia mundial ya no tiene sentido.” Tres días después entregó al Kaiser su plan de organización de la economía de guerra. En el mismo momento llega también la instrucción: “no deben ser discutidas las metas de la guerra. ¿Por qué? Porque con ello se podría provocar al enemigo.” Así, cabe preguntarse: ¿Quiénes son los culpables de nuestra inhibición interior? ¡El grupo alrededor del Kaiser y la efectiva dirección del Reich de Bethmann-Hollweg! A esta influencia (Ballin) también debe atribuirse que más tarde no se tomó la decisión de poner en acción la Marina, para no “provocar al máximo” a Inglaterra. No se quiso poner en acción este instrumento porque no se quería el triunfo alemán. ¿Y qué dijo el partido de los señores Ebert y Auer?: “Una victoria alemana no está en el interés de la clase obrera alemana”, con lo que sólo aludían a ellos mismos. De la misma manera sucedió también con la guerra submarina. En síntesis: debilitamiento en todas las líneas.

Aún en Otoño de 1917 cada cual tenía el derecho de esperar que Alemania no sucumbiría. En este momento el Reichstag alemán envía a todo el mundo una resolución de paz, el conde Czernin un mensaje al Kaiser de Austria. Este mensaje también lo recibe Erzberger, y a las pocas semanas el mensaje está en Londres. Inglaterra, que temblaba ante el nuevo ataque de primavera de Alemania, concibió nueva esperanza con ello. ¡Y el hombre que había entregado este documento a Inglaterra era al mismo tiempo jefe de la propaganda alemana! Mientras en la primavera de 1918 se espera el gran golpe decisivo, estalla en Alemania la huelga de las fábricas de municiones organizada por todos los marxistas, con la finalidad de yugular el aprovisionamiento de municiones. Desde la Patria fluyen nuevas tropas que gritan a sus camaradas en el frente: ¡Tirad vuestras armas! ¡Es una mentira que se quiere despojar de algo a Alemania!

Así fue desprovisto paulatinamente el Ejército de la voluntad de conducir la espada. Además se declaró como necesario un “gobierno del pueblo”, consistente en Erzberger, Scheidemann, y el Príncipe Max de Baden. Recién así- se afirmaba- se obtendría la paz. En el lugar de las antiguas potencias se colocaba a los portadores de la nueva “idea de libertad”

Con el Armisticio comienza la denigración alemana. Si la República hubiera proclamado en el día de su fundación: “¡Alemanes, uníos! ¡Arriba para la resistencia! ¡La Patria, la República espera de vosotros que luchéis por ella hasta el último aliento!”, millones que tiene hoy como adversarios serían republicanos fanáticos. Hoy son enemigos de la República, no por causa de la República sino porque esta República fue fundada sobre la denigración alemana. Porque desacreditó de tal manera la nueva bandera que la mirada debe dirigirse nuevamente llena de añoranza a la vieja bandera.

No fue un tratado de paz lo que firmaron, sino una traición a la paz.

Se firmó el tratado que exigía de Alemania tributos que jamás podían ser cumplidos. Pero esto no era lo peor; En esto, de cualquier modo, se trataba sólo de valores materiales. Pero se fue más lejos: ¡Fueron creadas comisiones de control! Por primera vez en la historia contemporánea se transplanta a un Estado órganos verdugos de potencias foráneas y hasta se les pone al lado soldados propios para prestarles servicios. Y cuando una de estas comisiones es “ofendida”, ¡Una compañía de la Reichswehr alemana debe desfilar delante de la bandera francesa! Ya ni sentimos la humillación que reside en ello; pero el exterior dice:”¡Qué pueblo de perros!”.

¡No hay una reascensión del pueblo alemán con este Tratado de Paz, no existe la posibilidad de reforma social alguna! El tratado está hecho para quitar la vida a 20 millones de alemanes y llevar a la ruina a la Nación alemana. ¡Pero el tratado no lo pueden eliminar los que lo hicieron! Nuestro Movimiento ha planteado en la época de su fundación tres demandas: 1. Eliminación del Tratado de Paz; 2. Unión de todos los alemanes; 3. Tierra para la alimentación de nuestra Nación. Nuestro Movimiento pudo plantear estas demandas porque no originó la Guerra, no hizo la República y no firmó el Tratado de Paz.

Por consiguiente, esta es la primera tarea de este Movimiento: quiere volver a hacer nacional al alemán, para que su Patria esté nuevamente para él por encima de todo. Quiere enseñar a nuestro pueblo que vuelva a entender la verdad de la vieja sentencia: el que no quiere ser martillo, debe ser yunque. ¡Y yunque somos hoy y nos golpearán hasta que del yunque se haga nuevamente un martillo, una espada alemana!


4. Discurso del 20-IV-1923



¡Mis queridos conciudadanos, hombres y mujeres alemanes!



El Tratado de Paz es insoportable. Su realización económica significa forzosamente nuestra esclavización política; su realización política conduce a la esclavización económica. Por eso la eliminación de este Tratado es una necesidad; es la precondición de todo posible ascenso ulterior.

Ahora bien: desde cuatro años a esta parte fueron aplicadas toda una serie de recetas para su eliminación. Así se alza del lado derecho el grito: “¡Reconstrucción económica!” La prueba para la impracticabilidad de esta exigencia no es necesario aportarla: la vemos en todo nuestro derredor. Es que toda recuperación económica de Alemania constituye para los otros el motivo para una nueva extorsión. Así la “reconstrucción económica” no significa otra cosa que uno o dos industriales alemanes saquen ganancias, pero que el pueblo alemán siga sentenciado a morirse de hambre.

Otro remedio que se propone es: “El pueblo alemán debe aprender a pensar políticamente.” ¿Es qué en el razonamiento político del pueblo alemán se ha producido siquiera alguna mejoría? ¿De izquierda o de derecha? ¡Téngase presente tan sólo la postura con respecto a la “Revolución”! ¿Quién la hizo? Una fracción de la población. La gran parte del pueblo quería la paz, pero no una pocilga. Para lograr esta paz la “Revolución” empero se ha mostrado completamente incapaz; por el contrario: ni siquiera la quiso lograr. De modo que esta fracción hace tiempo debió haberse reducido a la nada. En lugar de esto vemos que se ha hecho cada vez más grande. Y el “pensar político” de la izquierda, ¿En qué consistió pues? En la esperanza en otros. Sobre esta esperanza se basaba la renuncia al propio poder. ¿No es verdad que aún hoy se maldice al que declara que Alemania recién será libre cuando se haga libre, es decir, cuando rompa sus cadenas y no espere a que se las quiten? ¿Piensa así hoy nuestro pueblo? No, se tira abajo al que se atreve a pronunciar esta verdad.

No es suficiente aún con esto; otro desvarío vive en el pensamiento “político” de las anchas masas; se cree: cualquiera puede gobernar; todo zapatero o sastre estaría capacitado para dirigir un Estado. Y después se piensa que por el enlodamiento y el menoscabo del propio yo, del propio pueblo, se puede conquistar simpatías entre los demás.

Finalmente, debemos además distinguir en la postura política entre derecha e izquierda: el burgués y el proletario. El proletariado del presente es hacia fuera pacifista y hacia adentro terrorista, el burgués por su parte quisiera ser hacia fuera terrorista y es hacia adentro pacifista. Del que por principio tiene actitud pacifista hacia adentro puede esperarse aún menos que del contrario. Todos hablan solamente “hay que”, pero la actitud por el proceder, por la acción, falta. ¿Es qué a partir de 1918 la burguesía se ha hecho más enérgica, más arrojada? Para darse una respuesta respecto a esto basta con ir alguna vez con el estomago regularmente vacío al Landtag (parlamento provincial N. del T.). Es que allí está sentada la selección de la burguesía. Interiormente todos se han transformado en demócratas. Adoran lo mismo que antaño, el montón muerto del número muerto. Son incapaces del conocimiento de aquello que es necesario y que debe ser hecho. Tranquilidad y orden o frente único es la última expresión de su sabiduría política. Pero con esto llevan al Estado a la ruina. Con esta tranquilidad y orden el uno engaña al otro lo mejor que se pueda.

¿Es qué todo esto quizá significa un cambio del pensar político para mejorar? Es quizás aún peor que hace 41/2 años. La Nación aún no ha aprendido a pensar políticamente, ni en la izquierda ni en la derecha.

Ahora viene todavía la tercera gran receta. Se recomienda a saber: la “renovación moral”. Se exige: nuestro pueblo tiene que volver a ser religioso, llano y sencillo. Pero lo que en realidad vemos es que llega a la misma senda que tomaron los pueblos de la antigüedad: es un pueblo que poco a poco va pasando a la putrefacción. Desde 41/2 años esto no se ha hecho mejor, sino peor.

Ahora bien, ¿Por qué nuestro pueblo no llega a un pensar político, por qué no a una renovación moral? Esto no debe dejarse librado a la Nación misma, sino que debe serle enseñado. El pueblo alemán fue el pueblo del claro razonamiento y de la sencillez. ¿Por qué este pueblo perdió estas cualidades? Porque hay alguien que las falsificó. Si alguien quiere hacer libre al pueblo, sólo puede hacerlo por el camino que lo libere del que predica lo inmoral y lo antinacional. ¡La renovación interior sólo es posible si tomamos clara conciencia de que aquí se trata de un problema racial! ¿Pero es qué en la “época moderna” aún hay problemas raciales? Pues bien, p. ej. en Norteamérica se deniega a los amarillos el afincamiento. Y sin embargo este peligro es de menor peso frente al peligro que hoy extiende su mano sobre todo el mundo: frente a la amenaza judía. En amplios círculos no se considera al judío una raza. ¿Pero es que existe un segundo pueblo que esté tan decidido a preservar en todo el mundo su raza?

Efectivamente el judío jamás puede llegar a ser alemán, aunque lo afirme todas las veces que quiera. Si quisiera llegar a ser alemán debería dejar de ser judío. Y esto no es posible; no puede evolucionar en su interior el alemanismo, por una serie de razones: primeramente por la sangre, segundo por su idiosincrasia y tercero por su voluntad, y cuarto por su accionar. Su conducta continúa siendo judía y trabaja por la “idea mayor” del pueblo judío. Por ser esto así y no poder ser de otra manera, por ese motivo, la simple existencia del judío como parte de otro Estado se basa en una enorme mentira.

ÉL miente a los otros pueblos ser alemán, francés, etc.

Ahora bien: ¿cuáles son ahora los fines propiamente judíos?

Extender su Estado invisible como suprema tiranía cumbre sobre todo el mundo. El judío es por eso un desintegrador de pueblos. Para posibilitar su dominio sobre los pueblos debe trabajar en dos direcciones. Domina económicamente a los pueblos cuando los sojuzga política y moralmente. Políticamente por intermedio de la propagación de los principios de la democracia y de las doctrinas del marxismo, que convierte al proletario en terrorista hacia adentro y en pacifista hacia fuera. Moralmente destruye a los pueblos en lo que respecta a la religión y la ética. El que quiere ver esto lo puede ver, y el que no quiere verlo no tiene remedio.

El judío socava así, ya con intención o sin intención, ya sea consciente o inconscientemente, la plataforma sobre la cual solamente puede estar afirmada una Nación.

A nosotros se nos presenta ahora la pregunta: ¿Queremos llevar a Alemania nuevamente a la independencia y al poder? De ser así, entonces, ¡Salvémosla primero de su corruptor! Ciertamente es una lucha pesada la que aquí debe ser llevada. Nosotros los nacionalsocialistas, estamos aquí sobre suelo extremo; pero conocemos solamente un pueblo por el que luchamos y éste es el nuestro. Se dice que somos antisemitas alborotadores. ¡Así es, la tormenta es lo que queremos provocar. Los seres humanos no deben dormir, sino que han de saber que sube una tempestad. ¡Queremos impedir también que nuestra Alemania sufra la muerte en la cruz!

¡Que nos digan que somos inhumanos! Pero si salvamos a Alemania habremos realizado la mayor hazaña del mundo. ¡Que nos digan que procedemos injustamente! Pero si salvamos a Alemania habremos eliminado la mayor injusticia del mundo. ¡Que nos digan que somos inmorales! Pero si nuestro pueblo es salvado, habremos vuelto a abrir el camino a la moralidad.



5. Discurso del 24-IV-1923



¡Mis queridos connacionales, hombres y mujeres alemanes!



Si la revolución hubiera sido nacional, si no hubiera nacido bajo el signo de la denigración de Alemania, la mayoría de la población alemana seria hoy quizás republicana. Pero lo que el Estado imperial comenzó, la República lo ha malgastado. Ella ha aniquilado a Alemania como Estado y ha destruido su honor nacional, y como sustituto de ello le ha dado a Alemania una nueva bandera y el señor presidente del Reich recibió un estandarte. La revolución, por lo tanto, no era nacional y eso hace que millones, jamás puedan ser sus amigos. ¡Pero si la República al menos diera satisfacción al estómago! ¡Si por lo menos fuera la “república social”! Pero ella tampoco es eso. Ella no es ni nacional ni social.

Desde hace cuatro años se oye hablar de las “conquistas de la revolución”. Ciertamente, se oye y lee sobre ellas, pero no se las percibe en nada.

Se señala el día de ocho horas. ¡Qué locura! ¡Se hizo una revolución para conseguir el día de ocho horas! Y precisamente debido a las consecuencias de esta revolución se perdería el día de ocho horas. Ahora ha venido de nuevo el momento de las negociaciones. Pero Francia no mantendrá en alto las “conquistas de la revolución”, a pesar de la Internacional y de los festejos de Mayo, para lo cual el primero de Mayo se llevarán nuevamente afuera a las ovejas. Francia entiende bajo el término Internacional otra cosa que los marxistas entre nosotros. Entiende bajo un sindicato financiero internacional que esquilmará a Alemania. Si ahora se negocia, entonces esto significa más o menos: Alemania está dispuesta a pagar tantos miles de millones en oro y toma un empréstito internacional. Como garantía para el mismo naturalmente deben ser dadas seguridades al consorcio de banqueros en cuestión. Se piensa al respecto en los ferrocarriles del Reich e instituciones semejantes, y para volver rentables estas empresas finalmente serán necesarios limitación del día de ocho horas, despido de personal superfluo, etc.!

De este modo, en sabia previsión se transforma ahora la culpa política de Alemania en una deuda (en el texto original figura el término Schuld, que significa indistintamente deuda o culpa. El Führer hace un juego de palabras con ambas expresiones N. del T.) puramente económica. Pues aquélla, si realmente alguna vez vinieran hombres que no son trapos de cocina, podría ser cancelada. La deuda económica, comercial, pese a todo, esa no la podemos ya borrar. Para ella empeñamos nuestra riqueza nacional. De este modo será practicado en el pueblo alemán una nueva traición gigantesca; la Nación será de nuevo enajenada y vendida.

El último resto del patrimonio nacional será rematado. ¿Qué pasará cuando ya no haya nada? Se habrá llegado entonces a una situación tal que seremos un pueblo de trabajo por cuenta ajena, que Alemania será un plantío de voluntad foránea, de codicia foránea, con un gobierno que ya no es gobierno alguno, puesto que ya no es él el que gobierna sino que únicamente como alguacil cumple lo que el exterior le ordena.

Los partidos de derecha carecen de energía hasta el extremo. Ven cómo se acerca el diluvio. ¿Pero? ¡Tienen el único anhelo de gobernar una vez, una vez en la vida! En beneficio de ello se apartan de sus tradiciones mantenidas hasta el presente. Indeciblemente incapaces, faltos de energía y cobardes por añadidura, son todos estos partidos burgueses en un momento en que la Nación no necesita charlatanes sino héroes. De este lado, por consiguiente, no hay nada que esperar.

Queda la izquierda. Allí hay algo más de energía. Donde tienen el poder, lo emplean. ¿Pero cómo? Para la ruina de Alemania.

Dentro del Estado se origina ahora paulatinamente un nuevo Estado, es decir, ya existe. Mientras los comunistas rechazan por principio la disciplina estatal, en cambio predican la disciplina del partido. Mientras rechazan la administración del Estado como burocracia , caen de rodillas ante la burocracia del propio movimiento. Se forma un Estado dentro del Estado, que enfrenta al hasta ahora Estado de la comunidad popular como enemigo mortal. Finalmente genera seres humanos que recusan fanáticamente al propio pueblo, de modo que en último término el exterior tiene aliados en ellos. Este es el producto de la doctrina marxista.

Esta tuvo aliados en los pecados de toda una época. ¿Quién y qué es en realidad el “proletariado” alemán? Yo rechazo la expresión proletariado. El que acuño la palabra, el judío, entiende por ello no al oprimido, sino al trabajador manual. Y como burgués designa rotundamente al trabajador mental. Él no hace diferencia según el modo de vida, sino simplemente según la ocupación espiritual o corporal. En esta masa agitada de los trabajadores manuales reconoció el judío un nuevo poder, que quizás podría llegar a ser el instrumento para alcanzar aquello que es su meta final: dominación mundial, destrucción de los Estados nacionales.

Y mientras el judío “organiza” estas masas, organiza simultáneamente también la economía. La economía fue despersonalizada, es decir, judaizada. Ella perdió el carácter ario del trabajo y se transformó en objeto de especulación; empresarios y trabajadores fueron separados violentamente: aquí un poder del empresario, allí un poder del trabajador. El que creó este Estado de clases era el mismo que llevó a las masa contra este Estado. Pero no las llevó contra sus hermanos judíos, sino contra los últimos restos de la economía nacional independiente.

Y ésta, la burguesía, que también ya estaba judaizada, se opuso tenazmente contra el pedido de las anchas masas de mejoramiento de su condición de vida. Así los dirigentes judíos lograron martillar en el cerebro de las masas la propaganda marxista: “Tu enemigo mortal es el burgués. Si el no existiera, tu serías libre”. Sin la inmensa ceguera y estulticia de nuestra burguesía el judío jamás hubiera llegado a ser el dirigente de los obreros alemanes. A la estulticia se agregó el orgullo, es decir, la “capa mejor” consideró incompatible con su dignidad bajar hasta la “plebe”. Los millones de connacionales alemanes no hubieran sido separados de su pueblo si las capas dirigentes se hubieran ocupado de ellos.

¡Pierdan ustedes la esperanza de que desde la derecha puede esperarse algo para la libertad del pueblo alemán! Ahí falta lo más elemental: la voluntad, el valor y la energía. ¿Dónde está entonces aún la fuerza en el pueblo alemán? Está como siempre en la ancha masa. Allí dormita la energía y espera a aquél que la despierte de su sueño actual y la vierta en la lucha decisiva del destino de la estirpe alemana.

La lucha que sólo puede liberar a Alemania será resuelta con las fuerzas que brotan de las grandes masas.

¡Sin el trabajador alemán no obtendrán ustedes jamás un Reich alemán! No en nuestros salones políticos reside la fuerza de la Nación, sino en el puño, en la frente y en la voluntad de las grandes masas. Es como siempre: la liberación no viene de arriba, sino que brotará desde abajo.

Si ustedes buscan una fuerza que nos puede liberar, entonces vuelvan hacia abajo y dentro de los millones de nuestros connacionales. Pero entonces también deben formularse la pregunta: ¿Cómo puede ser ganada esta muchedumbre para la Nación alemana? No exigimos nada que no sea para nuestro propio pueblo. Si hoy exigimos de cada uno lo máximo es solamente para poder volver a dar a él y a su hijo lo máximo: la libertad y el respeto del mundo.

Así nuestro Movimiento está hoy en oposición contra dos extremos, como extremo más agudo. Al de la derecha debemos decirle: ¡Despréndete de tu codicia, aprende a brindar sacrificios por tu Patria! Al de la izquierda debemos decirle: ¡Despréndete de tu desvarío de autodestrucción despréndete de tu locura de la fe en otros. En tu pueblo reside la fuerza! Si sepultas a ésta nunca serás salvado.

Ambos, empero, deben aprender que en la comunidad nacional-popular sólo tiene derecho a vivir aquel que está pronto a trabajar por la comunidad nacional-popular. Sólo cuando cada cual tome sobre sí su honesta parte de los deberes por su pueblo, alguna vez también volverá a tenderse un vínculo alrededor de todos.

Deben aprender a volver a respetarse mutuamente: el trabajador de la frente al trabajador del puño y viceversa. Ninguno de los dos existiría sin el otro. Los dos deben permanecer juntos y de estos dos debe cristalizarse un nuevo hombre: el hombre del venidero Reich Alemán.

Lo que queremos no es un Estado de zánganos, sino un Estado que dé a cada cual aquello a lo cual tiene derecho en base a su actividad. El que no trabaja honestamente no ha de ser ciudadano. ¡El Estado no es el plantío de intereses de capital foráneos! El capital no es el dueño del Estado, sino su sirviente. Por eso, no debe ser el Estado llevado a la dependencia del capital prestamista internacional. Y si se cree que esto no puede ser evitado, entonces, no ha de estrañarse si nadie está dispuesto a dar su vida por este Estado. Además debe ser corregida la mayor injusticia que hoy aún pesa sobre el que trabaja honestamente, ya que cada cual también tiene el derecho de exigir que en sus días de vejez sean alejados de él la preocupación y la penuria. Así habrá sido realizada la más grande acción social.

Con peso amargo agobia el tiempo a nuestro pueblo. No sabemos que traerán sobre nosotros las próximas semanas. Pero una cosa ha de traer el tiempo: despertar en todo el pueblo la santa voluntad de eliminar lo que trajo esta penuria sobre nuestro pueblo. Debe ser la voluntad de ustedes que las cosas cambien. Y si es la voluntad de ustedes, entonces también respecto de Alemania cambiarán las cosas, para que sepan nuevamente que esta Patria es realmente Patria de sus ciudadanos!



6. Discurso del 27-IV-1923



¡Queridos connacionales, hombres y mujeres alemanas!



El más poderoso en Alemania era en tiempo de paz la socialdemocracia. Poderoso por de pronto como masa y poderoso, además, por sus protectores encumbrados. En el momento en que Bismarck se alejó estos protectores tomaron la conducción en su mano.

Alrededor del trono del Kaiser estaban los representantes de la Raza que organizó la socialdemocracia. Supieron hacer aparecer a la socialdemocracia como una inocua mojiganga. “El nuevo curso” también probó en esa época tener con ella una “relación pacífica”, lo que por lo general se logró. El Partido Socialdemócrata era el movimiento mejor organizado no sólo en Alemania, sino en todo el mundo. Era también el partido más disciplinado de Europa. Como apoyo poseía además simpatizantes también en el Centro, que aún hoy está pronto a andar de la mano en el Reich con los marxistas. La socialdemocracia era, pues, un partido con gigantescas relaciones y vinculaciones. A ello se agregaba los sindicatos. También ellos fueron puestos en acción para la lucha, para la lucha política, no económica. Los sindicatos proveyeron la reserva del dinero para el partido. A ello se asoció un formidable terror, con el que se mantenía unidos a los “compañeros”.

El Estado se hallaba impotente frente a este movimiento, especialmente frente al terror que practicaba. Es que este terror sólo puede ser quebrado por un movimiento contrario, que surja del pueblo y diga: nosotros no toleramos que todo un pueblo sea transformado en esclavo del judío.

El partido del Estado del futuro se llamaba socialdemocracia, del Estado sin burocracia, sin militares, del Estado en el cual el “pueblo se gobierna a si mismo”. Era el partido que podía denominarse como partido de la paz mundial, de la solidaridad internacional. ¿Qué es lo que el partido ha rendido realmente en la paz? Declinó toda colaboración política y sólo practicó crítica, crítica y nuevamente crítica. El decía "“nosotros no tenemos ningún interés en una reforma de este Estado, sino únicamente en el robustecimiento de la fuerza combativa revolucionaria de las masas"”

Ahora bien: ¿Cuándo ha comenzado visiblemente el derrumbe de éste el más potente movimiento? Por primera vez al comienzo de la Guerra en Agosto de 1914, la solidaridad internacional se perdió en medio de un gigantesco estruendo. No había existido nunca, jamás. Unicamente existió la solidaridad de los dirigentes judíos, de los defraudadores internacionales del pueblo. En Noviembre de 1918 luego el marxismo realmente gobernó. Nunca antes un gobierno tuvo un poder tal como éste a fines de 1918. Todo se le había sometido. ¿Qué es lo que hizo entonces? Nos obsequió un “Estado libre”, un Estado que nunca mereció la designación de “libre”. Luego se lo llamó “Estado popular”. ¿Pero, son quizás los banqueros el gobierno apropiado para un Estado popular?

En realidad la “revolución” realizó en nuestro Estado tres modificaciones: internacionalizó el Estado alemán, la economía alemana y el pueblo alemán mismo. Con esto ha hecho de Alemania una colonia del extranjero. Aquéllos que habían sido alimentados con el ideal de la Internacional, fueron colocados, en efecto, bajo el dictado de la Internacional. Ellos tienen su Estado internacional: la Finanza Internacional gobierna hoy.

Pocos años bastaron para disipar las riquezas de los padres. Valores de miles de millones fueron pulverizados, una huelga sucedía a la otra. La desvalorización de la moneda siguió avanzando, gigantescos déficits se produjeron. El capital internacional se fue infiltrando cada vez más en nuestra economía. Cada vez más la economía nacional fue extranjerizada.

Mientras a la masa aún se le mentía sobre “socialización”, la economía alemana fue realmente “socializada”, pero no por el pueblo alemán, sino por el exterior.

Esta internacionalización de la economía alemana es en último término también la mayor desgracia para el trabajador alemán. La pauperización de la economía alemana condujo a la contracción de deudas, y la contracción de deudas conduce al empeño. Como lo último puede finalmente ser empeñada aún la fuerza de trabajo alemana, la fuerza de trabajo de 60 millones de seres humanos. Estos trabajan de ese modo, bajo vigilancia foránea, bajo administración foránea.

Por la internacionalización de la Nación misma finalmente un pueblo deja de ser el dueño de su propio destino. Se convierte en juguete de potencias foráneas. ¿Es esto ahora una revolución popular, es una estructura tal un Estado popular? No, esto es el paraíso del judío.

Lo que necesitamos para un verdadero Estado popular es: una reforma agraria. En su tiempo no nos hemos adherido a la reforma agraria de Damaschke, porque la subdivisión de la tierra sola no puede traer alivio. Las condiciones de vida de una Nación en último término son mejoradas únicamente por la voluntad política de expansión. En ello consiste la esencia de una reforma sana.

Pero lo que debemos exigir es que la tierra no se convierta en objeto de especulación. Propiedad privada puede ser únicamente lo que un ser humano ha adquirido mediante el trabajo. Pero un producto de la naturaleza no es una propiedad privada, es una propiedad nacional. La tierra no es, por consiguiente, objeto de usura.

Necesario es, además, una reforma del derecho. El derecho actual es un derecho individualista. No conoce la protección de la raza, la protección de la comunidad del pueblo; el mancillamiento del honor nacional; de la grandeza nacional es permitido. Un derecho que se aleja en tal medida del concepto de la comunidad del pueblo, requiere ser modificado.

Lo que también es necesario, es una modificación de la educación. Sufrimos hoy de una supereducación. Se aprecia sólo el saber. Los sabihondos son sin embargo son enemigos de la acción. Lo que necesitamos es instinto y voluntad. Ambos la mayoría los han perdido por su “educación”. Tenemos, por cierto, una capa de elevado nivel intelectual: pero es pobre en energía. Si no nos hubiéramos alejado tanto por la sobreestimación del saber mecánico del sentir popular, el judío nunca hubiera podido encontrar así el camino a nuestro pueblo. Lo que necesitamos es la posibilidad de un nuevo y permanente crecimiento de conductores espirituales que surjan del pueblo.

Vía desembarazada de judíos. ¡Nuestro pueblo tiene genios suficientes como para que necesitemos judíos! ¡Pongamos en su lugar inteligencias de la ancha masa de nuestro pueblo, entonces habremos vuelto a encontrar el puente hacia la comunidad popular!

También urge una reforma de la prensa alemana. Una prensa que por principio es antinacional no puede ser tolerada en Alemania. El que reniega de la Nación nada tiene que hacer en ella. Debemos pedir que la prensa llegue a ser el instrumento de la autoeducación nacional. Finalmente necesitamos una reforma en el campo del arte, de la literatura y del teatro. El gobierno debe cuidar de que su pueblo no sea envenenado. Hay un derecho superior que se basa en el conocimiento de lo que causa daño a un pueblo. Y lo que daña a un pueblo debe ser eliminado.

Después de esta reforma llegamos al reconocimiento de la auto-afirmación. Una persona que dice: declino la defensa de mi vida personal, ha declinado el derecho a su existencia.

Es una falta de ética y de carácter ser pacifista. Porque, bien que acepta para sí la ayuda de otros, pero él mismo no quiere ejercer la auto-afirmación. En un pueblo sucede lo propio. Un pueblo que no está dispuesto a defenderse, es falto de carácter. Esto es lo que debemos conquistar de nuevo para nuestro pueblo como uno de los principios más elementales: hombre sólo es aquel que como hombre también se defiende y resiste, y un pueblo sólo es el que está dispuesto, de ser necesario, a entrar como pueblo al campo de batalla. Esto no es militarismo, sino auto-conservación.

Por eso nosotros, los nacionalsocialistas, estamos en el punto de vista de una obligación de defensa para cada uno individualmente. ¡Si un Estado no vale esto entonces afuera con él! Pero entonces no os quejéis si sois esclavizados. Pero si creéis que debéis ser libres, entonces aprended a reconocer que nadie os dará la libertad más que vuestra propia espada. Lo que nuestro pueblo necesita no son dirigentes parlamentarios, sino aquellos que están decididos a imponer lo que ante Dios, el mundo y su propia conciencia reconocen como justo, de ser preciso en contra de las mayorías. Si logramos extraer de la masa de nuestro pueblo a semejantes conductores, entonces alrededor de ellos también volverá a cristalizarse una Nación.

Nuestro Movimiento crece y crece, y poco a poco abarcaremos a millones. Nos pueden sojuzgar hoy, nos pueden aterrorizar. Pero de todo nuevo acto de terror crece nueva resistencia.

Llegaremos a ver que no pueden postrar bajo la porra a nuestro Movimiento. Se impondrá.

¿Por qué? Porque es necesario, porque nuestro pueblo hoy lo necesita. Estamos convencidos de que Alemania hoy no es un Estado popular; pero alguna vez lo tendrá que ser, y más precisamente un Estado popular y un Estado libre al mismo tiempo. Formar a los combatientes para esta misión, es nuestra meta. ¡Es el orgullo de nuestro movimiento ser el despertador de una venidera Alemania combativa!







7. Discurso del 4-V-1923




¡Mis queridos connacionales, hombres y mujeres alemanes!



Cuando Cuno llegó a ser Canciller del Reich se afirmó que el derrumbe de la política de cumplimiento hacía necesario un cambio en el cargo máximo del Reich. ¿Qué se llamaba entonces política de cumplimiento? Es muy simple decirlo: había que tratar de satisfacer en lo posible las exigencias de los adversarios, para posibilitar una reascensión de Alemania. La cuestión legal de las exigencias no jugaba ningún rol a este respecto. Más de lo que cumplió Alemania ningún Estado podía cumplir. Pero el pueblo alemán debe satisfacer demandas que son mayores que la totalidad de su patrimonio nacional. Estas demandas deben tener por consiguiente una finalidad muy determinada, que está fuera de razonamientos económicos. Francia(El Führer se refiere a la “Francia” demoburguesa, por supuesto. N del T.) no quiere una reparación, sino el aniquilamiento de Alemania. Significa esto la realización de un sueño remoto, la hegemonía de Francia sobre Europa.

La reparación no es otra cosa que un medio legal para poder arruinar a un Estado con la apariencia del derecho, para desintegrar a un pueblo interiormente y poner en el lugar del Estado un conglomerado de pequeños Estados que se consumen mutuamente.

El gobierno por eso sólo pudo satisfacer a Francia mediante la liquidación del Reich alemán, mediante la disolución del Estado. Satisfacer a Francia es, por lo tanto, no una cuestión económica sino política. Sobre esto se derrumbó el Dr. Wirth. Eso, que satisfaría a Francia, disolver el Estado, no lo pudo hacer, y lo que puede hacer no satisface a Francia.

En esto está la línea directriz sobre la que solamente Alemania puede ser reconstruida. Recién cuando la cuestión de defensa de la Nación, que en primer término no es una cuestión técnica, sino espiritual, la volitiva, esté resuelta en el sentido de que el pueblo alemán vuelva a comprender que la política sólo se puede ejercer con poder y siempre poder, recién entonces la reconstrucción es posible. Mientras nuestro pueblo y nuestros gobiernos no comprendan esto, hablar sobre la reconstrucción no es más que un estúpido parloteo. Y el pueblo ha escuchado este parloteo como “sabiduría de gobierno” durante 41/2 años. La tarea principal de la Nación está en dos terrenos: en el espiritual y –a continuación- en el del armamento técnico. El armamento espiritual es la voluntad de la Nación, que debe ser educada para la autodefensa, para la representación y la imposición del propio derecho. ¿Cómo se fortalece esta voluntad? Rompiendo lo que se opone a esta voluntad. La disyuntiva es: nacionalismo o internacionalismo.

La ulterior cuestión es la de la aplicación técnica, el aprovechamiento de la voluntad. Esto es facilísimo, un juego. ¡Qué sería hoy Francia si en Alemania no hubiera internacionales, sino solamente nacionalsocialistas! ¡Y si nada tuviéramos más que por lo pronto nuestros puños! Pero si 60 millones de seres humanos tuvieran sólo una voluntad, fueran fanáticamente nacionales, del puño brotaría el arma. Francia entonces ni se atrevería a tratar a Alemania como lo hace ahora.

Si ustedes quieren deshacerse de la “obligación de reparaciones”, entonces esto no se produce mediante un cumplimiento ilimitado sino solamente por el fortalecimiento de la voluntad de romper en pedazos algún día el Tratado de Versalles y sustituir la tira de papel por la fuerza de defensa y, finalmente, de ataque nacional.

Wirth sustituyó el poder por el “superior derecho”. Después vino Cuno. Ahora el pueblo sintió júbilo. El señor Cuno seguramente era mejor que Wirth. Pero eso también era todo. Pero lo esencial tampoco él lo reconoció, o sea que lo que ahora se presenta al pueblo alemán no es una cuestión económica, sino una política: la cuestión de la recuperación de la decisión nacional. Que Cuno tenía una concepción puramente económica se ha evidenciado de inmediato cuando se produjo la invasión del Rhur. Si los franceses obtienen carbón, en este momento les es indiferente. Si nosotros, con nuestra “excelente” situación financiera podemos vivir sin el territorio del Rhur, también los franceses podrán vivir sin el territorio del Rhur. Se decía que el pueblo francés ejercería una presión sobre su gobierno. Ciertamente, pero sólo en otra dirección de la que pensamos.

Cuno tenía por consiguiente entonces la opinión de que la invasión del Rhur era emprendida por razones económicas y echo mano por ello de la resistencia pasiva. Pero la resistencia pasiva sólo tiene un sentido cuando detrás de ella se estructura una resistencia nacional activa. Pero esto lamentablemente no es el caso. Lo primero que hubiéramos debido hacer el día de la invasión del Rhur es: ¡Se acabó el Tratado de Versalles, aquí tenéis las trizas, Alemania es ahora nuevamente libre! Entonces, el mundo, indignado por el proceder de los franceses esperaba algo semejante de nosotros. Hubiéramos tenido las simpatías del mundo. Ahora en parte ya es de nuevo demasiado tarde.

El gobierno hubiera debido además formularse la pregunta: ¿Quién quiere ofrecer en Alemania resistencia activa? Sólo aquellos para quienes Alemania aún es algo.

No los charlatanes parlamentarios, no todas las sabandijas que hoy hacen política sino aquellos con el casco de acero y la svástica.

Cuno hubiera debido decidirse que los demócratas y lo que está parado a la izquierda de ellos, son partidos de orientación pacifista o anti-alemana y no exigen otra cosa que sometimiento, negociaciones a todo precio. ¿Pero qué es lo que hubiera debido hacer al llegar a semejante convicción? Hubiera debido fortalecer al elemento nacional como único sustentador.

Si hoy se lograra reunir a 11/2 millones sobre una plataforma en Alemania que estuviesen dispuestos a –de ser necesario- sacrificarse por la Patria, Alemania estaría salvada. Pero este millón también debería saber que el gobierno está detrás de él inmutable, en la certeza: no luchamos en vano, no morimos ya como nuestros hermanos de 1914/18, para que después se instale una pocilga.

También hoy existen cientos de miles que aman a la Patria más que otros; pero la Patria también debe amarlos a ellos más que a los otros. Si se quiere que se sacrifiquen por Alemania, también se nos hubiera debido devolver el símbolo de las victorias imperecederas de antaño, el estandarte que ondeó delante de nuestros batallones. ¿Por qué no hizo esto el gobierno? Se quiere mantener “mesura y límite” en todo. ¡Echen ustedes una mirada al Landtag!

Si durante años se sigue chapuceando así no habrá ya ni una Alemania ni una Baviera. El parlamentarismo alemán es hoy la ruina y el fin de la Nación alemana. Desconoce la fuerza creativa de la personalidad. ¿Qué personalidades, pues, ha producido la República? Se suele invocar a las repúblicas antiguas. Pero por cierto no es posible comparar a Wutzelhofer con Mario, o Scheweyer con Sulla. Por otra parte no dejarían surgir una voluntad propia.

Ellos no quieren nada que sobrepase su término medio. Tienen miedo de que alguien posea fuerzas sin la mayoría. ¡Si hoy apareciera un Fridericus Rex presumiblemente dictarían una ley de excepción contra él!

Habría que pensar que un “hombre de Estado” que ha fracasado desaparece para siempre. En el Estado parlamentario, empero, solamente va hacia atrás y vuelve a colocarse al final de la fila. Cuando toda la columna ha pasado, le vuelve a tocar a él. Hasta las antiguas repúblicas de ética estatal dura como el acero, en tiempos de penuria han recurrido al dictador. Cuando la vida de los pueblos está en juego no sirven las representaciones “populares”, no los parlamentos ni tampoco las dietas provinciales, entonces sirven únicamente los gigantes.

Monstruosa es la culpa histórica de la “representación popular alemana” contra el pueblo alemán. Ya antes ha sido el sepulturero de Alemania. Cuándo la última vez la Nación alemana emprendió la gran acción, ¿Quién en aquel tiempo había preparado a Alemania? ¿Un Reichstag? Dios lo sabe, las dietas provinciales ya entonces hacían lo que podían para arruinar a Alemania. Un hombre fue el que creó el Reich: Bismarck.

¿Y entonces se cree que del parlamentarismo puede venir la recuperación de nuestro pueblo? La evolución no puede ser modificada, y el parlamentarismo alemán se cava él mismo su tumba. Nosotros a lo sumo seremos alguna vez aquéllos que lo bajan a ella. Aún cuando en la dieta provincial hablan de autoridad estatal, ¿Dónde la tenemos? Francia la posee. Nosotros, por el contrario, no tenemos ninguna.

Dejan que desde Bavaria cuelgue la bandera soviética. ¡Hubiera querido el cielo que Luis I hubiera resucitado ese día! ¿Nos habría anatematizado a nosotros, o al gobierno que de esta manera profanaba su monumento? Nosotros creemos ser responsables de nuestra acción y prescindir no solamente de la posteridad, sino también del pasado. Vendrá alguna vez un tiempo distinto, que sopesará quien ha procedido rectamente aquí. Recién entonces se comprenderá que ellos se erigieron en protectores de los traidores de la propia Patria.

Pero lo que al final a pesar de todo triunfará es el fuego de la juventud alemana. Ella deberá sostener el Estado que ella misma se cree. Ahora hacen oír su voz nuevos pretendientes en Alemania, que han vertido su sangre por Alemania y que tienen la convicción de que esta sangre por culpa de los actuales gobernantes ha sido derramada inúltimente. No en el respeto de la Nación se arraigan los parlamentarios, sino mediante leyes de protección deben hacerse defender. Lo que puede salvar a Alemania es la dictadura de la voluntad nacional y de la decisión nacional.

Ahí surge la pregunta: ¿Existe la personalidad conductora idónea? Nuestra misión no es buscar a esa persona. El cielo o bien la ha dado o no la ha dado. Nuestra misión es: crear la espada que ella necesitará cuando aparezca. Nuestra misión es dar al dictador cuando venga un pueblo que esté maduro para él. ¡Pueblo alemán, despierta! ¡Se aproxima el amanecer!



8. Discurso del 1-VIII-1923



¡Mis queridos connacionales, hombres y mujeres alemanes!



Variable es el ánimo del pueblo. Hace tres años toda Alemania hablaba aún de las “conquistas de la Revolución”. Hoy se ríen de ello y apenas lo creen. Hoy se conoce en los tres pueblos que fueron bendecidos con una “revolución”, en Rusia, Alemania y Austria ya sólo otro tema: ¡la carestía! Ha llegado a ser la única especialidad de esta “gloriosa” revolución, la más palpable y más pronunciada, la que halla su expresión en que el dinero ya no posee un valor estable. Lo que se hace en contra, ¡Ustedes lo saben! -¡Se “protesta”! Nosotros los nacionalsocialistas, en cambio desde hace años somos de opinión de que la condición esencial para la lucha contra un infortunio es el conocimiento de sus causas. Dos causas condujeron forzosamente a la catástrofe económica actual. Una interna y otra exterior.

La interna comenzó con el estallido de la Guerra. Fueron emitidos empréstitos de guerra. Se plantearon dos exigencias de índole enteramente distinta al pueblo en el frente y al que había quedado en casa. Los unos tuvieron que dar sin reservas su vida, su sangre. Pero en los bienes de los otros comenzó el robo. ¿Era eso patriotismo cuando el uno daba a la Patria su oro como inversión comercial contra intereses, mientras que los otros debían dar como intereses su sangre? Afuera había que morir gratuitamente, adentro trabajar contra salarios en constante aumento. ¡La financiación de un gobierno consciente de sus metas, por cierto, hubiera debido tener otro sentido! No es cierto lo que numerosos economistas de los años de guerra afirmaban, que la guerra no podía ser, financiada de otra manera. Han sido refutados por la experiencia histórica. ¡Inglaterra emitió bonos del Tesoro sin intereses! Y en nuestra propia historia: Federico el Grande, que era mejor economista que todos nuestros doctos economistas políticos juntos, financió sus guerras de un modo más eficaz. Ciertamente el pueblo era pobre, pero las guerras fueron ganadas de otra manera de la que nuestros “revolucionarios” afirmaban que garantizaría la victoria. Y cuando estuvieron terminadas, Federico declaró: ¡Ahora vamos a reconstruir nuevamente! ¡Y él reconstruyó! Cuán erróneo fue el modo de nuestra financiación durante la guerra lo muestran sus actuales consecuencias: ¡Los pueblos son rebajados a una miseria sin nombre!

Cuando la guerra había terminado Alemania se encontraba en el último punto de cambio. Económicamente afectada en sus fundamentos, se tomó la senda de la desmoralización. ¡se imprimieron billetes de Banco sin medida ni meta! Aún existía por cierto un tesoro en oro y gigantescos valores internos. Pero comenzó la venta a vil precio del patrimonio nacional, de los remanentes alemanes de la conducción de la guerra, de materias primas sin igual con el Marco bajando constantemente. Al mismo tiempo comenzó una corrupción ilimitada de toda la Nación. Toda una serie de sociedades de guerra en liquidación, compuestas en sus dos tercios por judíos y en un tercio de alemanes muy “ingenuos”, se dan maña para hacer desaparecer completamente 27 mil millones en oro en un año y medio. Simultáneamente se oye hablar de varias personalidades de alta posición que de repente poseen una mansión en Suiza! El judaísmo conquisto sus inconmensuradas riquezas. Pues cuando se trata de “negociar” entre un ministro del Reich, quizás un antiguo pastelero, y una persona muy inteligente, a saber un señor Levi o Cohn, se puede concluir quien sale ganando con el negocio. En lo pequeño como en lo grande. ¡Y siempre a costas de la Nación alemana!

La segunda causa de nuestra situación actual es de índole exterior: se decía que si bien habíamos perdido la guerra, pese a ello habíamos ganado. Aunque sea sólo para el futuro. Y esto por el hecho de que el pueblo alemán ahora por fin ha quedado libre. No ya nosotros, sino los otros pueblos languidecen todavía bajo el capitalismo y militarismo. Se iba más lejos en esta clase de afirmaciones y principios. Nosotros nos confesamos culpables de la guerra, nos declaramos dispuestos para las así llamadas reparaciones. El pueblo alemán, mediante el voluntariamente aceptado “cumplimiento del deber”, será acrisolado, elevado, ascenderá en el respeto del mundo.

Ahora bien: las consecuencias de Versalles fueron sin embargo muy distintas en la práctica. Perdida de carbón, potasa, hierro y de seres humanos en exceso. La industria se mantiene trabajosamente en un florecimiento aparente, las huelgas obligan a la compra de carbón inglés. Se paga a los desocupados que están de más. ¿Con qué? ¡Se imprime papel! Se pagan las materias primas, el carbón inglés mediante divisas. ¿Estas mismas con qué se las adquiere? ¡Pues bien, se imprime más papel! La “cabeza más genial de la Nación”, él encuentra el camino de los “suministros en especie”, Walther Rathenau. Sólo hay que dejar que el judío se ocupe de ello. No necesitamos ya divisas. Simplemente construimos nuevas máquinas, fabricamos, suministramos, cumplimos de esta manera. Ahora bien, ¿Quién construye estas máquinas? El Reich ¿Quién las paga? El Reich. ¿Con qué? -¡Imprime papel! Así fue arrojada cada vez nueva moneda-papel al pueblo. Naturalmente de día en día se desvaloriza, la penuria crece enormemente. Entonces fue echada la base de aquello que llegamos a sentir: que somos un pueblo saqueado completamente, no un pueblo “libre”. Si un pueblo está obligado a suministrar dos tercios de su rendimiento al extranjero, evidentemente le queda sólo un tercio para su propio consumo. Al ser así pueden imprimir tanto dinero como quieren.

Esto es el fruto de la “gloriosa” revolución.

Esto recién puede cambiar cuando el pueblo comience a ver los hechos reales. El pueblo se compone de niños. ¡Billetes de millones sólo se pueden poner en la mano de un pueblo infantil! Un pueblo adulto diría: ¡Nos reímos de vuestros millones de papel! ¡Dadnos valores! ¡Oro! ¿Qué es lo que nos podéis dar? ¿Nada? ¡Entonces ustedes pillos, defraudadores, nos han engañado! Un pueblo despierto compraría de los últimos treinta marcos que le quedan de toda la magnificencia de millones una soga y colgaría por de pronto a 10.000 de sus estafadores!

La “Revolución” no creo al pueblo alemán ni un solo valor monetario, sino un montón inabarcable de billetes de papel fraudulentos. ¡Este es el aspecto que ofrece el pueblo “libre” de los profetas de Noviembre! Hemos venido tan abajo que la pregunta diaria ya sólo reza: ¿Tendremos todavía algo que comer mañana? La Nación con esto se hunde rápidamente y seguramente. ¿Quién quiere hoy hacer o esperar algo todavía de bienes espirituales, de educación popular, arte o ciencia? El razonamiento de aquéllos que nos despojan de todo es: ¡Un pueblo de esclavos sólo necesita comer! Para que pueda trabajar para nosotros. ¡Más no es necesario! Las consecuencias se evidencian en estos días: una existencia independiente tras la otra se arruina. Se trabaja y trajina como nunca antes y -¡Uno se vuelve a diario más pobre! Uno anda el duro camino al Banco. Contra un tipo de interés usurero quizás se pueda seguir a flote por algún tiempo, luego viene la catástrofe. El individuo sí como la Nación están librados al capital bancario internacional. ¡La desesperación hace presa de todo el pueblo! Estamos al borde de una nueva revolución.

Los unos ponen, entonces, su esperanza en la estrella soviética. Es el símbolo de aquella raza que comenzó la “revolución”, a quien la “revolución” aportó infinita riqueza, que conscientemente siguió produciendo sus efectos hasta el día de hoy. Es la estrella de David, el símbolo de la sinagoga. ¡El símbolo de la raza sobre el mundo! ¡Un dominio desde Wladiwostok hasta el Oeste! El dominio del judaísmo. La estrella dorada significa para el judío el oro reluciente. El martillo que muestra el escudo soviético designa el aporte francmasónico. ¡La hoz el cruel terror! ¡El helotismo sin esperanza del pueblo alemán ha de crear el paraíso panjudío!

Según los Protocolos sionistas se quiere mediante el hambre hacer dóciles a las masa para la segunda revolución bajo la estrella de David. ¿Qué hizo el gobierno en contra de ello? Protestó y proclamó, cuando los franceses se aprestaban al último golpe en el territorio del Rhur, el “frente único”. Este sólo es un instrumento al servicio de aquéllos que a través de esta unidad querían mantenerse aún algunos mese más con vida. ¡Es un frente único de los tontos y malvados! La última ratio de los canallas de Noviembre y de sus adeptos: ¡Porque un frente único sólo tiene sentido y finalidad cuando detrás del mismo se estructura un verdadero frente! ¿Qué más hizo el gobierno? Cuno “respaldó” el marco. Este fue el engaño más grande que jamás fue cometido desde 1918. El éxito está de acuerdo: ¡Hoy el marco podría respaldar al señor Cuno! Así debió suceder, no podía suceder de otra manera con este ministro burgués. Y todas las voces que se habían hecho correr en ocasión de su entrada en funciones: ¡Vinculaciones con el mundo bancario internacional, hombre de la economía mundial, amistad con Norteamérica! ¿Qué es lo que consiguió? ¡Por el respaldo fueron nuevamente despedidos valores enormes y lamentablemente los últimos!.

¡El que es sucesor de Ballin, el que es hijo de Warburg nunca puede ser el salvador del pueblo alemán!

¿Qué es Cuno? Un pobre pequeño hombre, que como miles de otros cae de rodillas ante la Bolsa Mundial, ya que también él es un hijo del Reichstag.

Lo que sale del Reichstag es inservible para llevar hacia arriba una vez más a Alemania. Aunque, por supuesto, se puede continuar con aumentos de salario mientras Alemania tenga bosques para la fabricación y tinta de imprenta y mientras haya tontos que toman este dinero. ¡Pero salvar al pueblo no pueden todos estos experimentos y “rendimientos” de los señores parlamentarios, no ya! Salvación no puede traer la estrella soviética judía, sino única y exclusivamente la Bandera Svástica!

Hay dos cosas distintas que son capaces de unir a los seres humanos: ideales comunes o ratería común. Nosotros hemos escrito sobre nuestra bandera, el gran ideal germánico y sabremos luchar por él hasta la última gota de sangre. Nosotros, los nacionalsocialistas, hemos reconocido que del pantano internacional del deshonor, del Berlín del presente, no puede venir nada para salvar a la Patria. Sabemos que dos cosas solas nos salvarán; primera: ¡El fin de la corrupción interna! La limpieza de todos aquéllos que deben su existencia meramente a la protección de sus compañeros de partido. ¡Mediante la más brutal desconsideración contra todos los empleados de partido debe forzarse nuevamente la rentabilidad! ¡Hay que aportar la prueba de que el funcionario no es hombre de partido sino experto! ¡El cuerpo de empleados públicos alemanes debe volver a llegar a ser lo que antaño fue! Lo segundo y más importante, sin embargo, es: debe llegar el día en que un gobierno alemán reúna el coraje de formular hacia el exterior la declaración: ¡El Tratado de Versalles está construido sobre una monstruosa mentira! ¡No cumplimos más! ¡Haced lo que queréis! ¡Si queréis lucha, buscadla! ¡Veremos, entonces, si 70 millones pueden ser sojuzgados y esclavizados por vosotros!

Si los cobardes exclaman: ¡Pero no tenemos armas! ¡Armas si, armas no! ¡Si todo el pueblo alemán sólo conoce esa única voluntad de llegar a ser libre, surgirá el instrumento con el que conquistaremos luchando nuestra libertad! ¡Que sea humana o no esta arma! ¡Si nos trae la libertad, es justa ante nuestra conciencia y ante Dios nuestro Señor! Cuando los ojos de los niños alemanes nos miran interrogantes, cuando el dolor y la penuria de millones de conciudadanos que inocentes han sido entregados a esta espantosa desgracia nos sale al encuentro, entonces nos reímos de la maldición de todo el mundo si de esta maldición sale la libertad de nuestra raza!

Empero, como sabemos que el pueblo alemán aún hoy se compone de una tercera parte de héroes, de una de cobardes y la restante de traidores, queremos realizar primero como precondición para la libertad hacia fuera el saneamiento interno. El frente único que hubo hasta hoy no ha sido capaz de hacerlo. Llegará el día de otro frente único. Pero antes la hora de rendición de cuentas con aquéllos que durante 41/2 años nos han llevado por sus caminos criminales. A la lucha exterior debe preceder la lucha interior, la decisión definitiva entre aquéllos que dicen: somos alemanes y estamos orgulloso de ello, y los otros, que no quieren ser alemanes o ni siquiera son alemanes. Nuestro Movimiento es combatido con el grito: “¡La República está en peligro!” ¿Vuestra República del 9 de noviembre? -¡Así es! ¡La República de Noviembre está en peligro! ¿Durante cuánto tiempo pensáis poder mantener aún este “Estado”? ¿Durante cuánto tiempo pensáis aún, apoyados en vuestras leyes de protección, poder llevar el cabestro c0n vuestros miserables billetes de millones al pueblo? Llegará la hora y entonces esta república de la negación de la historia alemana de la disolución del viejo ejército, la que arrió –y enlodó- la vieja Bandera el campo de acción de interesados extranjeros, se transformará en un verdadero Estado popular alemán! ¡En una genuina comunidad de todos los alemanes! ¡Ese Estado recién será entonces la República alemana, aunque un Kaiser o un Rey estuviera a su cabeza! Nosotros luchamos por un Estado a cuya cabeza deberá estar la mayor limpieza y honestidad, la más orgullosa fuerza, la máxima energía. Que decida entonces el pueblo sobre la forma exterior. Nuestra lucha de hoy es por el sagrado contenido. ¡Teníamos demasiado poco en cuento a fe y amor! ¡Deberíamos tener demasiado de ello! ¡Un exceso de fanatismo nacional nos hace falta! ¡No ha de ser un Estado de la tolerancia! ¡No! ¿De la intolerancia hacia todos los que no quieran ser alemanes en este Estado! Hacia la derecha sea dicho: “tolerar” no es “reflexionar con inteligencia”, sino ¡Cobardía! Hacia la izquierda: ¡El verdadero sentir social no se practica derribando, sino colaborando, ayudando a sostener, a construir! A vosotros los trabajadores se os engaña siempre diciéndoos que somos enemigos del entendimiento popular. ¡Esto no lo somos! Solamente que el entendimiento no ha de consistir en que –¡El uno reciba la paliza! Dos igualmente fuertes pueden entenderse. Precisamente porque tenemos espíritu nacional tenemos respeto por el sentimiento nacional de otros pueblos. ¡Y nuestro orgullo nacional no significa despreciar a otros, sino respetar y amar al propio pueblo! Precisamente los internacionalistas impiden el entendimiento de los pueblos. Vosotros os introducís en todas partes y tratáis de congraciaras. ¡Con ello sólo os hacéis internacionalmente despreciables!

¡No se mendiga por un derecho! ¡Por un derecho se lucha!

Así nuestra lucha por un saneamiento interior es simultáneamente una lucha por la recuperación del respeto de la Nación alemana en el mundo. Por eso tenemos la fe firme e inamovible: ¡Nuestra a de ser la victoria!



9.Discurso del 12-IX-1923


¡Mis queridos connacionales, hombres y mujeres alemanes!



¡República de Noviembre! Una palabra de la que en realidad debería estar orgullosa esta República. Así como también el viejo Reich alemán pronunciaba con orgullo su nombre. Pero República de Noviembre se ha transformado hoy en una palabra que vastos círculos del pueblo odian, de la que incontables ya comienzan a avergonzarse. Es más , no sé siquiera si esta palabra quizás hasta ya ha sido prohibida por la Tscheka en Leipzig. ¿Cómo puede explicarse este apasionado odio de la parte no precisamente peor del pueblo alemán contra este Estado? Existen sí también una cantidad de otras repúblicas. Pero lo que en verdad en Europa hasta ahora se entendía por república es algo esencialmente distinto a lo que hoy en Alemania como en Europa se entiende por República de Noviembre. Estaba luchando un ejército en la última hora decisiva del destino. Entonces hubiera sido la misión de la Patria reunir las fuerzas a sus espaldas. ¡Porque se trataba de la victoria de Alemania o su miserable hundimiento! Antaño el Imperio fue fundado en el tronar de las batallas, ¿Y ahora? Se fundó la república con el tableteo de fusiles de los traidores en casa. La revolución de Noviembre se basaba en la intención de quebrar la resistencia nacional en el Frente, de volver indefensa a toda la Nación alemana. La hija de esta revolución, la República, tuvo que sufrir de inmediato bajo esta clase de alumbramiento. Porque la república estuvo proscripta desde el primer día por todo aquél para quien no el partido, sino la Patria estaba más alto. Cada cual debía ser enemigo de la República, ante todo los nobles y grandes del Reich. Por la República no se ha decidido ni un solo gran alemán, porque a Ebert, Scheidemann, Efeberger ustedes no los contarán entre los grandes alemanes, ¿Verdad?

Un gran alemán sencillamente no se pudo poner en sus filas. Es que ellos conocieron aún el viejo Imperio. En ellos vivía aún el recuerdo del otro Versalles de 1870/71, que fue el fruto de una lidia de héroes. Debía reconocerse a sí mismo que aquella fundación del Reich había sido única en su especie en la historia alemana. ¡La obra del más grande alemán de la época contemporánea! Imagínense ustedes simultáneamente la elección del Emperador en Versalles contra aquella escena de aprobio en el bosque de Compiègne (en dónde se firmó la humillante cláusula de la culpabilidad alemana en la Primera Guerra Mundial. N. del T.). ¡Entonces Bismarck, ahora un barrigón, gordo de tanto comer! El mariscal Foch pregunta sorprendido: “¿Y esta es Alemania, ante la que mil veces casi vencidos caímos de rodillas?!”- ¡No, esa por cierto no era la Alemania! ¡Esa no la atropellaron ustedes los franceses! ¡Ustedes no vencieron a Alemania, sino que por traición la obtuvieron como víctima indefensa. La república -¡Por Dios!- se ha hecho digna de sus padres. Porque apenas había sido ejecutada la primera acción infame, siguió la segunda: ¡Una deshonra tras la otra! Apenas se puede creer ya que antaño se pudo decir: el primer pueblo del mundo.

La naturaleza de la República de Noviembre se caracteriza por el ir y venir a Londres, Spa, París y Génova. Servilismo frente al enemigo, abandono de la dignidad viril alemana, cobardía pacifista, sufrimiento de todas las ruindades, dócil avenirse a todo, hasta que ya nada queda. Esta República de Noviembre recibió el sello de los hombres que la hicieron. ¡El nombre de criminales de Noviembre pesará aún después de siglos sobre esta gente!

Hoy, pues, este edificio nunca orgulloso comienza a tambalear. Cruje en su maderamen. Nosotros nos preguntamos: ¿Por quién se hunde esta República de Noviembre? Porque el hecho de que se hunde lo reconocen ahora ya las ranas de zarzal, aunque no sean parlamentarios. Se hunde a causa de sus propios fundadores. ¿Y por qué? ¿Es qué fue fundada porque Alemania estaba avasallada? Fue fundada para llegar a ser una vaca lechera para sus fundadores. Para toda la chusma parlamentaria. No debía ser un Estado para el pueblo alemán, sino un gordo campo de pastoreo lo más agradable posible. Ni se pensaba en dar al pueblo alemán un Estado libre, sino ofrecer a un montón de bribones un dócil objeto de explotación. El fruto del trabajo honesto de otra gente ha sido robado por aquellos que nunca trabajaron ellos mismos. Y si nosotros no queremos entenderlo, el exterior lo entiende mejor. ¡El exterior desprecia a los representantes de esta República de Noviembre! Ni en la sala de negociaciones ni como socios son considerados como iguales en derecho y mucho menos como caracteres. Imagínense ustedes a Lloyd George, ese hombre con el único pensamiento fanático de conducir a Inglaterra a la victoria. Y entonces aparece por ahí uno de esos hombres de Noviembre, del que se sabe: mi pueblo estaría vencido si tú a tu pueblo no…¿Cómo se enfrentará con él? ¡Pues con indecible desprecio! Porque él bien sabe, lo que nosotros apenas sabemos, como durante la guerra fluyeron hacia adentro los millones de oro, como comenzaron a actuar, como fueron formadas grandes ligas de traidores mediante el oro foráneo, mediante su oro. Ahora ve delante suyo al hombre a quien antaño le pagó el salario de Judas. ¿Qué hace Lloyd George? Escupe delante de él.

¡Jamás uno de los criminales de Noviembre podrá representar en el mundo a Alemania!

Así vemos que es lo que Alemania debe esperar de ellos. Es que también durante 4 1/2 años fueron las sanguijuelas. Al honesto lo volvieron pobre como mendigo. Sólo una capa no se empobreció: ¡Los usufructuarios de esta revolución! Por el otro lado suceden día a día innumerables pequeñas tragedias. Hoy muchos seres humanos mueren porque no les ha quedado ni un pequeño resto de esperanza. Ni un pequeño resto de que Alemania vuelva a ser un Estado honorable. Y es un largo, atormentado lidiar de todo el pueblo. Porque a pesar de todo: ¡Para el día venidero vive aún hoy cada cual! Para el Estado actual no vive nadie. Dichosos son los héroes caídos. ¡Ellos aún creían! ¡Y lo único que a nosotros los sobrevivientes nos mantiene erguidos es y sigue siendo la ardiente ansia de vivir, a pesar de todo, el día en que la vieja bandera vuelva a alzarse!

¿Qué nos han traído los criminales de Noviembre? Una doctrina bárbara del odio: marxismo. En verdad no era su preocupación erradicar errores. Expulsaron a las viejas grandes figuras de las butacas para sentarse ellos mismos en ellas. No cambio del sistema, no, cambio de las personas. El egoísmo más primitivo a llegado a ser el Leitmotiv de esta República. Cada cual sólo piensa en sí mismo. Es un estado general de ratas. Sí más pequeños y más pobres nos hemos vuelto también en el alma. Porque esta República quita la vida a todo el que quiere ser honorable. Se la regala solamente al que es indigno. ¡Lo que caracteriza a la Revolución de la manera más aguda es que fue un único gran robo! Un robo de nuestro pasado, de nuestro futuro, un robo de nuestro presente. Robo de lo más elevado y sagrado de muchos, de la fe de aquéllos que ven en el Estado más que una mera sociedad de lucro.

Millones dicen hoy: ¡Ay! Este pueblo es tan miserable, tan falto de carácter, tan…Sí, este pueblo nos ha sido robado a todos.

¿Quiénes son en realidad los conductores de esta nueva Revolución? Existencias turbias. Funcionarios del movimiento marxista. ¿Y a quién toma el marxismo como funcionarios? ¡O bien a cabezas huecas o bribones! Hay dos cosas que pueden reunir a los seres humanos: idealismo y bribonería. La doctrina marxista como una doctrina del engaño intencional del pueblo sólo puede sólo puede estar edificada sobre lo segundo. No conoce el idealismo, ese lo conocen solamente las masas. Las organizaciones marxistas conocen solamente la canallada común. A un gobierno de la honestidad no le podría servir un rufián como presidente de Policía. ¿Quién defendió en realidad a esta República de Noviembre hasta ahora? ¿Acaso sus conductores y fundadores? Desde que esta República existe, ni una sola vez ha sido defendida. Los portadores del idealismo están dispuestos a morir por su fe, los bribones quieren vivir para poder gozar del beneficio. Y esto también es el signo distintivo más sobresaliente de esta República de Noviembre. Ellos son todos pacifistas. No quizás por cobardía. ¡No, en base a una superior disposición del espíritu! Un tal pacifista siempre afirmará que puede ser valiente como un león. Así como más de otro Levi. Él dice que, no obstante, la perspectiva más elevada le prohibe ser un león. Estar en el frente en el fuego, bueno, esto es valor heroico. Pero superarse y salir corriendo, eso es valor heroico mayor. Esta gente no defiende ni a su propio hijo. Un Estado, por consiguiente, que en realidad sólo es una colonia de los explotadores, no protegido por los mismos fundadores, ¿Qué fin puede tener semejante Estado? La prensa de Noviembre puede dedicarle toda la tinta de imprenta que quiera: “¡Viva la República!” Son cada vez menos los que gritan desaforadamente: no dejemos que nos quiten la República. Al final sólo quedarán el señor Ebert, el señor Scheidemann y el señor Auer y los completamente inquebrantables, que entonces aún vivirán del recuerdo de los “logros” de la República. ¿Qué legitimación tiene aún este Estado? Él desmoraliza a nuestro pueblo. Una plenitud de leyes crepita sobre nosotros, que o bien son imposibles de cumplir o deben aniquilar al pueblo. Así obliga mediante esta legislación a todo el pueblo a mentir. Un ejemplo: la entrega de divisas. (Dicho de paso: bastante tarde, señores) ¿Es qué con ello quizás será salvada realmente la Patria? No, las divisas serán salvadas para ellos. ¡A ese judío lo quisiera ver que pierde un dólar! ¡Tendría que ser un imposible judío alemán-nacional! Mis queridos amigos, es una ley característica. En ella no dice: el que hace intermediación ilícita con divisas, el que especula con ellas en perjuicio del pueblo, a ese cuélguelo, no al que las precisa sencillamente para vivir, porque con su corrupción sin fondo han desvalorizado completamente la moneda alemana, ¡A ese se lo cuelga! “El que quiere conservar el valor de su dinero…”, ese es ahora el pillo. Honesto es el que se deja robar.

Este Estado, sin embargo, no sólo sucumbe moralmente, sino también económicamente. La economía no puede ser mejorada por esta República porque no le puede poner a disposición ningún dinero, ninguna moneda sana. ¿Por qué? Porque no elimina la pocilga que ella misma ha traído y porque de ninguno puede pedir más sacrificios. Cada cual preguntaría: ¿Para quién debemos hacer sacrificios? ¿Para esta Alemania? ¿Qué es lo que no hemos sacrificado ya? Armas, honor, provincias. Se decía: ¡Sacrificad la Alta Silesia, para que el territorio del Rhur sea salvado! Hoy ha de ser sacrificado el territorio del Rhur. Dicen: para que Alemania sea salvada. Miserables mentirosos. Alemania os es indiferente. No a Alemania queréis salvar, sino que vosotros queréis ser salvados. Pero aunque poseyerais la fuerza de conseguir realmente un saneamiento interior, de sacar a latigazos a vuestros propios adeptos “revolucionarios” de este Estado, no podríais sin embargo salvar entonces a Alemania, porque la habéis cargado con las “reparaciones”. La relación entre política y economía se revela allí de nuevo. Vosotros habéis quebrado la fuerza de resistencia política y la voluntad política del pueblo y por eso no podéis abrogar la esclavitud económica del pueblo alemán. Esto recién será posible cuando vuelva a trabajar nuevamente para sí mismo. Para conseguir esto, debe nuevamente desarrollar una voluntad de poder político. No debe transformarse en un pueblo de pacifistas, sino en un pueblo de héroes, no debe obtener gimoteando su poder, sino obtenerlo por la lucha. Puede uno imaginarse esto: el señor Ebert como conductor nacional del pueblo alemán. Supremo comandante en jefe del pueblo alemán -¡Fritze Ebert de Berlín! ¡Combatiente por la libertad y fabricante de la revolución simultáneamente, -no! ¡Tres veces no!

La república no puede realizar esta acción porque no solamente está infestada moralmente y es económicamente imposible, sino también porque carece también políticamente de todo fundamento. Porque ¿Cómo se fundan Estados? Por radiantes figuras de conductores y por un pueblo que merece que la corona de laureles le sea ceñida en la frente. ¡Comparen ustedes esto a los “héroes” de esta República! ¡Esquivadores, desertores y pacifistas! Ellos son los fundadores, y sus hazañas heroicas consistieron en desamparar al frente de lucha, en parar los trenes de reabastecimiento, sustraerle la munición. ¡Pero en casa hacer contra ancianos y niños muertos de hambre un golpe de Estado revolucionario! Ellos sencillamente reunieron su Estado de Noviembre robando. ¡Ante los ejércitos del frente que regresaban cansados estos ladrones después todavía jugaron el papel de salvadores de la Patria! Ellos declararon la República pacifista-democrática. Yo pregunto en cambio: ¿Qué es lo que puede ser solamente espíritu estatal? ¡Espíritu de héroe! Esta revolución ha deshonrado a los viejos héroes, sobre los cuales todo el mundo había mirado con asombro, les ha hecho arrancar por la hez de la calle las condecoraciones y tirarlas al lodo, todo lo que era sagrado para los héroes del frente. ¿Y cómo honra la República ahora a los nuevos héroes? ¿Schlageter? Con carta requisitoria.

¡Pacifismo como idea estatal! ¡”Derecho internacional de los pueblos” en lugar de poder! Todos los medios son buenos para castrar al pueblo. Se le pone a la India como ejemplo. “Resistencia pasiva”, es la expresión que se usa. Sí, una India quiere nacer de Alemania, un pueblo soñador, que se aparta de la realidad, para que por toda la eternidad lo puedan oprimir, para que con piel y pelos lo puedan poner en el yugo del esclavo.

Aunque alguno quisiera aún defender este Estado, a ése le pregunto: ¿Quién gobierna este Estado? ¿Quieres sacrificarte por el dominio de una raza extranjera? ¡No, no! ¡Este Estado perece! ¡Vimos como fue derribada toda autoridad, cómo fue levantada la ruindad, la astucia, el engaño en todas partes! Vemos subir el crepúsculo del Este. Lo que en Rusia fue llevado a cabo también se persigue realizar aquí. El interrogante es sólo este: ¿Será esta tempestad venidera la agónica lucha postrera de Alemania o los dolores de parto de un tiempo nuevo y mejor?

Lo que sucede en Sajonia, se prepara en Turingia, lo que ahora también comienza abiertamente en Prusia, es la transformación –por de pronto “pacífica” de la República Democrática en el despotismo moscovita. Pacífica sólo hasta que el tiempo haya madurado para que sea proclamado en lugar del Reich Alemán la Dictadura de algún judío.

¡Sabemos que el destino nos destrozaría con razón si no crece de nuestro interior la fuerza de oponer resistencia a ello! ¡Esta es la misión de nuestro Movimiento! ¡Svástica o estrella soviética! ¡El despotismo internacional mundial o el Santo Reich de la Nación alemana!

En el año 1919 esta doctrina fue anunciada por primera vez. Se la consideró superflua, ridícula. ¿Por qué? Sí, pues, el nuevo gobierno de la revolución en apariencia se mostró nacional. Y agregado a esto se nos hartó con bluff tales como “Asamblea Nacional”, -“Economía sobre Poder”, -“Principio mayoritario”, -“Nueva Constitución”. En todas partes hubo una tonta esperanza y expectativa. Las ilusiones y frases se han desvanecido radicalmente. Hoy también el aburguesado siente la verdad de nuestra afirmación entonces “temeraria”: “la economía no ha edificado aún ningún Estado.” Hoy miles repiten creyentes nuestras demandas calificadas entonces de “temerarias”: “otra cuestión debe ser resuelta. El pueblo está envenenado por una doctrina foránea. No en un trabajo pacífico reside la esperanza, sino en un esfuerzo supremo de los últimos contra los enemigos de la Patria”. Nosotros predicamos desde el comienzo la nueva fe: ¡La Alemania del futuro! Nosotros hemos exigido desde el principio: ¡Alemania debe ser forjada por aquéllos que no quieren ser ni burgueses ni proletarios, sino solamente alemanes!

Así nosotros somos el Movimiento que lleva en sí la exaltación del sentimiento nacional, un movimiento que aún tiene la frescura de la juventud, que en subjetiva fe sólo conoce una cosa: ¡Alemania, la Patria! Aunque hoy todavía pongan el grito en el cielo de que es “temerario” declarar que deben ser los queridos viejos colores, adornados con un nuevo signo cuyo sentido es: “¡Alemania para los alemanes!”…aunque hoy nos tilden de locos ¡Queremos!

¡Debemos hacerlo! ¡Lo haremos! La doctrina ha permanecido igual a partir del primer día. El Movimiento ha cambiado. ¡De 7 hombres ha crecido un ejército! ¡Hemos creado a la venidera Nueva Alemania el fundamento de un ejército de liberación!

¿Qué fue el núcleo de todas nuestras enseñanzas de estos años? ¡Cree en la personalidad! ¡Veneración por los viejos héroes de todas nuestras guerras! Educación de la juventud para un solo deseo: ¡Llegar a ser igual a los héroes! Ahora comienza a brotar de las ilimitadas luchas oratorias la simiente. Con profunda tranquilidad podemos decir: ¡El pueblo alemán no ha cambiado interiormente! Es en el fondo aún el mismo de antaño. No la voluntad interior por el heroísmo le falta hoy -¡Le faltan solamente los conductores! Ahora se reúnen cientos de miles bajo un estandarte, ya que saben que si Alemania a de vivir ellos deben estar prontos a entregar la vida. Y que la Nueva Alemania debe vivir, ¿Quién osa aún negarlo? ¡Sí! La Alemania del futuro vale los supremos sacrificios. ¡Como estamos bendecidos por un Ebert buscamos en las huellas de un Federico! Cuando yacía en el más profundo infortunio recién conocimos a la Patria. ¡Recién entonces adquirimos la disposición para la acción de defender a la Patria contra la muerte y el demonio!

Vosotros los jóvenes creed una cosa: ¡La historia no se hace jamás con el número! ¡Alemania solamente será salvada por la destrucción del principio de mayoría! Os hemos enseñado a ser nacionales no en forma distinguida, burguesamente amortiguada, con moderación, sino a ser alemanes con ardor candente, consuntivo!

Os hemos enseñado, además, a vosotros los jóvenes que están llamados todos los que son de buena voluntad. Os hemos enseñado la concepción del mundo del respeto por el trabajo, por la honestidad, por la voluntad para el sacrificio. Queremos llegar a ser portadores de la dictadura de la sensatez nacional, de la energía nacional, de la brutalidad y decisión nacionales. Alemania ya sólo puede ser salvada por la acción cuando mediante al hablar aquí al último engaño le ha sido arrancada la venda de los ojos. De nuestro Movimiento parte la salvación, eso lo sienten hoy ya millones. ¡Esto casi ha llegado a ser como una nueva fe religiosa! O Alemania se hunde y nosotros nos hundimos con ella a causa de nuestra despreciable cobardía, o nosotros osamos la lucha contra la muerte y el demonio, nos empinamos contra el destino que se nos tiene planificado. Veremos que es más fuerte: ¡el espíritu internacional judío o la voluntad alemana!



II EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD



10. Discurso del 30-I-1936



En ocasión de conmemorar su ascensión al poder, desde el Antiguo Museo de Berlín



Hombres de las tropas de asalto, nacionalsocialistas y miembros del partido: si en este día miramos hacia atrás, no sólo debemos hacerlo hasta 1933; debemos ir más lejos, pues para muchos que no conocen nuestro Movimiento, éste fue, una sorpresa, pero para nosotros, mis viejos luchadores, sólo fue el momento del cumplimiento del deber.

Muchas personas, especialmente en el exterior pueden haberse mostrado sorprendidas con respecto de la maravilla que se desarrollaba ante sus ojos el 30 de Enero de 1933 y durante las semanas siguientes. Pero yo y vosotros, mis camaradas, que estuvimos esperando juntos esa hora, teníamos esperanza y creíamos en ella.

Para nosotros no fue una sorpresa, sino simplemente la culminación de 14 años de lucha. No la habíamos iniciado a ciegas, sino con los ojos bien abiertos. Y por eso, al mirar hacia ese día, mi corazón se llena de gratitud profunda para aquellos que me permitieron vivir aquellas horas. Todos sois precursores y paladines de nuestro Movimiento. Habéis presenciado el crecimiento de él: su lucha u su éxito. Y yo mismo conduje esta lucha durante 14 años. Yo fundé las tropas de asalto y marché al frente de sus columnas. Aprendí a conoceros. Sé todo lo que sois y en todo lo que os habéis convertido por mi, y en todo lo que yo me he convertido por vosotros. En la historia, ningún otro jefe está unido a sus partidarios como nosotros. Juntos recorrimos el camino desde la nada hasta esta orgullosa altura. Lo que el mundo no comprende y considera como una maravilla o como un cambio de rumbo, nosotros sabemos que ha sido una lucha incesante y algunas veces llevada contra obstáculos que parecían insalvables. El mundo, en general, vio el 30 de Enero como el punto culminante de nuestro Movimiento. Pero conocemos muchos de esos días. Cada aldea, villa o ciudad que conquistamos ha experimentado de esos días lo mismo que cada fábrica y taller.

Este 30 de Enero de 1933 no nos vino como regalo del cielo, sino que fue logrado después de amargas y sangrientas luchas. Y fue ese período de batalla que nos unió, y que enseñó al jefe y a los partidarios a entendernos los unos a los otros. Cuando llegó el 30 de Enero, subimos al poder no para conquistar a la nación alemana, que habíamos conquistado. Lo mejor estaba ya en nuestras filas. Sólo permanecen alejados de ella los de estrecha mentalidad y los escépticos. Pero sus filas han mermado. Los que aún se oponen hoy a nosotros no lo hacen porque seamos nacionalsocialistas, sino porque hemos vuelto a hacer a

Alemania libre y fuerte. Ellos son sólo enemigos en nuestro propio país, y sabemos que son de los tiempos de la Gran Guerra, época de la deplorable revuelta de 1918, y época de nuestra ruina.

Son los únicos que no quieren encontrarnos, que nunca podrán lograrlo y a quienes no deseamos. Así, después de tres años de gobierno, tenemos que luchar todavía por el bien de nuestra nación, lucha que nunca terminará. Como la nación alemana en el pasado debió luchar por su posición en el mundo, así será la lucha en el futuro. Esta lucha será más fácil, mediante la existencia de nuestro Movimiento.

La nación alemana, a través del movimiento nacionalsocialista, obtuvo el elemento de la unidad y unanimidad, que tendrá consecuencias muy significativas y duraderas. Yo no soy sino su heraldo. Este Movimiento nunca perecerá. Continuará dirigiendo a Alemania, y aunque nuestros adversarios no lo deseen. Alemania no volverá a la época de la ignominia.

Vosotros, mis viejos luchadores y soldados políticos, haréis que este espíritu no muera. Estáis aquí y procedéis de todas las clases, todos los grupos y todas las confesiones; estáis resguardados por la unidad y no sabéis más que de Alemania y del servicio a vuestra Nación. Levantaréis las generaciones jóvenes, animadas por el mismo espíritu, que os miraran como modelos.

Alemania nunca volverá a presenciar otro Noviembre de 1918. Nadie puede esperar volver la rueda del mundo hacia atrás. Esta hora en que estamos reunidos es la hora de los recuerdos. También es la hora de contemplar nuestro futuro. Todos sabemos lo que nos ha hecho fuertes. No es una simple organización ni una alianza externa, sino la fuerza interna inherente a nuestro Movimiento, que se transplantó a centenares de miles de corazones. Algunos le llaman razón, otros instinto, y nosotros le llamamos fe, esperanza y confianza. Sabemos que el nacionalsocialista no nace, sino se educa, y debe educarse él mismo.

Sabemos que nuestro nacimiento y nuestros antecedentes familiares nos separan más bien que nos unen. Pero nos sentimos una Nación y debemos establecer contacto entre unos y otros. De la misma manera que esta vieja guardia estrechó brazos y formó una unidad en todo el Reich, cada alemán debe en el futuro la misma educación, a fin de ser un sincero espíritu nacionalsocialista. Este supremo principio lo debemos tener siempre presente. Una generación tras de la otra debe estar imbuida de ese ideal. Lo que no pueda conseguirse hoy será obtenido mañana. Debemos formar esos verdaderos ciudadanos que el país necesita en su lucha por la propia afirmación.

Al mismo tiempo que predicamos la paz, en el interior del país, queremos ser también una nación amante de la paz entre las demás naciones. No repetiremos esto nunca bastante. Buscamos la paz porque la amamos, pero insistimos en el honor, porque no podemos vivir sin él

Hemos mantenido este principio durante 14 años antes de que llegáramos al poder, y durante tres años lo hemos venido cumpliendo ahora que estamos en el poder. En el futuro no renunciaremos a lo que ha sido la esencia de nuestras vidas durante 14 años. El mundo debe saberlo. Alemania amará la paz más que cualquier otra nación si no sufre el honor del pueblo alemán. Los que crean que pueden tratarnos como a esclavos encontrarán que somos el pueblo más altivo de la Tierra, del mismo modo que los nacionalsocialistas han sido altivos e intolerantes para tratar con las personas que dentro del país creían que podían amordazarnos o maltratarnos. No han sido capaces de seguir la evolución. Esperamos que la comprensión general de los derechos de los demás pueblos prevalezca cada día más en el mundo. Este es el primer requisito de una paz duradera y sincera entre las naciones. Así, después de tres años en el poder llegamos al fin de la etapa inicial del gobierno nacionalsocialista. Lo que hemos realizado es grandioso. Nunca hubo en el curso de la historia alemana un periodo de tres años en que se haya hecho tanto ni llegado tan lejos. Creo que debemos tomar décadas y aún siglos para encontrar acontecimientos tan revolucionarios como los realizados en tres años de gobierno nacionalsocialista.

Hemos realizado esto aunque la herencia que recibimos no era sólida, sino que estaba completamente dilapidada. Hoy podemos estar, los alemanes, orgullosos frente al mundo. Durante nuestra permanencia en el poder ha sido restablecido el honor de Alemania. Ya no somos esclavos, sino libres ciudadanos del mundo. Podemos recordar con orgullo los sucesos de estos tres años. Ellos constituyen una promesa para el futuro. Nuestra tarea no será más fácil en el año que se inicia. Hay algunos que creen que pueden perjudicar al nacionalsocialismo diciendo: “Sí, pero todo eso requiere sacrificios”. Ah, sí, mi pequeño burgués: nuestra lucha ha exigido siempre sacrificios. Lo que pasa es que usted nos los ha compartido nunca. ¿Cree usted que la Alemania de hoy se ha convertido en una gran Nación nada más que porque usted no hizo ningún sacrificio? ¡No! Esta Alemania ha surgido porque nosotros estábamos dispuestos a hacer sacrificios. Así, si alguien nos dice que en el futuro exigirá sacrificios responderemos: ¡Sí!

El nacionalsocialismo no es ninguna doctrina de quietud; es una doctrina de lucha. No es una doctrina de goce, sino una doctrina de esfuerzo y lucha. Esa fue nuestra convicción antes de iniciar la batalla y siguió siendo nuestra convicción, durante años en el poder. No será alterada en el porvenir. Una cosa es definitiva; nuestra Nación ha hecho siempre sacrificios para defender su existencia. Nunca ha recibido favores de nadie y sus sacrificios han sido ha menudo en vano. De ahora en adelante, nuestro Movimiento garantizará que esos sacrificios no serán en vano.

Así queremos renovar en este día renovar nuestro principal voto: luchar infatigablemente por nuestro país y por el Movimiento que orientan los principios de su política internacional. Aceptamos sin temor la lucha que se nos imponga y tomaremos sin temor todas las resoluciones que haya que adoptar.

Esta decisión nos ha guiado hasta hoy y nos guiará en el futuro. En este día de recuerdos, mis camaradas de lucha, quiero darles la bienvenida en la capital del Reich, agradeciéndoles su fervor, su lealtad, su fe y los sacrificios hechos por mí y por Alemania. Les pido que me acompañen a vitorear con toda fuerza por todo nuestro bienestar en este mundo, por el que luchamos antaño victoriosamente, que no falseamos en los días de la derrota, que ensalzamos en los tiempos de ignominia y que son sagrados para nosotros en el minuto del éxito. Por el Reich Alemán, por la Nación alemana, por el Movimiento Nacionalsocialista: ¡Sieg heil! ¡Sieg heil! ¡Sieg heil¡


III
LA LUCHA POR OCCIDENTE


“Nosotros tenemos la firme convicción de que en
nuestra época no se cumplirá el ocaso de occidente
sino al contrario, su resurrección.”
“Que Alemania le dé a esta gran obra imperecedero
tributo, es nuestra más orgullosa esperanza e inmutable
fe.” Adolf Hitler, 21-V-1935




11. Discurso del 10-XII-1940



Ante 12.000 obreros de las fábricas de armamentos Rhinemetall Borsig, en Tegel, al norte de Berlín.



Conciudadanos, trabajadores, alemanes: no dispongo de mucho tiempo para hablar y no lo haré muy extensamente, ya que el momento es más apropiado para los actos que para las palabras.

Nos encontramos en medio de un conflicto que más que una guerra entre dos naciones es una lucha entre dos mundos. Quiero hablar aquí de la Europa occidental. Los pueblos empeñados en esta lucha comprenden 85 millones de alemanes, 45 millones de ingleses, 45 millones de italianos y 37 millones de franceses. Los espacios que estos pueblos gobiernan son: los ingleses 46 millones de kilómetros cuadrados; los franceses, 10 millones; los italianos, 1 millón y medio, y los alemanes apenas 600.000 kilómetros cuadrados. Esta distribución de la tierra no es obra de la Providencia sino de las naciones, y se ha cumplido en los tres últimos siglos, durante los cuales el pueblo alemán se halló dividido e impotente. En ese periodo el pueblo más fuerte de Europa desgastó sus fuerzas en luchas intestinas y en ese lapso se consumó la actual distribución del mundo. Italia estuvo igualmente dividida en diversos estados y pequeños grupos y no pudo participar en la lucha por la consecución de un espacio territorial concordante con su posición en el Mediterráneo.

El hombre no vive de ideologías o teorías sino del producto material de su suelo y su trabajo y la carencia de un suelo fructífero no puede ser compensada con doctrinas o siquiera con la simple voluntad de trabajo. Por laborioso que sea el hombre, si los recursos vitales de que dispone sólo permiten menguado rendimiento a su trabajo, su existencia no puede ser sino mísera. Eso mismo ocurre con las naciones, las regiones ricas, es decir, las zonas fructíferas brindan mayores posibilidades de vida que las regiones pobres.

Es así que la causa fundamental de las divisiones intestinas de los pueblos es esa injusta distribución del mundo. Y de la misma manera que las relaciones y conflictos personales entre ricos y pobres se resuelven por la razón o, en su defecto, por la violencia cuando los pobres no pueden apoderarse buenamente de lo que necesitan, resuelven su situación las naciones que sufren a causa de la mala distribución de las riquezas de la tierra. No es justo que una nación posea 40 veces más que otra, y que la que tiene demasiado poco algún día se adueñará de lo que necesita. En Alemania se planteaba este problema y mi gran tarea fue llegar a una solución mediante la razón, haciendo un llamamiento a la cordura para zanjar el abismo entre la riqueza y la pobreza excesivas.

El derecho a la vida es uniforme y general. No responde al concepto del sistema nacionalsocialista el pedir limosnas, sino el establecer los justos derechos de cada uno. No se trata de que los pueblos que hayan recibido una parte inadecuada en la distribución de la tierra obtengan dádivas piadosas, sino de que se les asigne por legítimo derecho a la vida los recursos que les corresponden. El derecho a la vida es igual al derecho a la tierra que da la vida, y este derecho ha sido sagrado en todos los tiempos. Cuando no pudo salvaguardárselo por medio de la razón, no quedó otro arbitrio que el de la lucha, y los sacrificios sangrientos de un pueblo son siempre preferibles a su extinción paulatina.

Al comienzo de nuestra revolución nacionalsocialista formulamos dos reivindicaciones. La primera era la unión nacional del pueblo alemán. Vosotros conocéis la situación que existía hace ocho años. Nuestra Nación se hallaba al borde del precipicio. Había siete millones de desocupados y seis millones y medio de trabajadores a horario parcial. Nuestra economía iba desintegrándose, la industria y la navegación estaban paralizadas y se originó una situación en que el número de los que trabajaban era cada vez menor que el de los que debían ser mantenidos. Llegó el momento en que cada trabajador debía sostener a un desocupado y en que no había bastante para vivir y quizá demasiado para morir.

Traté de resolver esos problemas sociales mediante un llamamiento a la razón. A medida que transcurría el tiempo, crecía el número de los que comprendían que todo el país sería destruido si continuaban esas condiciones. Toda la fuerza alemana debía ser reorganizada para mostrar al propio pueblo alemán cuán grandes eran sus reservas de energía. Fundándose en la conciencia de esa fuerza, debía el pueblo alemán meditar sobre sus derechos a la vida y aprestarse para hacerlos valer en la práctica.

No había tiempo para hacer experimentos revolucionarios que se desarrollasen en el curso de una centuria. De hacerlo así, Alemania, con sus 140 habitantes por kilómetro cuadrado, hubiera perecido. Era preciso reeducar al pueblo, que estaba desunido. Bávaros y wurtemburgueses y otros tenían sus propias banderas. Tuvimos que arrebatárselas de las manos y decirles: “alzad una sola bandera”. Otras naciones tenían una sola bandera desde hacía 300 años.

Prevalecían muchas opiniones que nada enseñaban y que desgraciadamente aún subsisten. ¿Cómo pueden vivir 140 personas por kilometro cuadrado si no emplean hasta sus últimas fuerzas para extraer del suelo lo esencial para su subsistencia, mientras otros pueblos tienen un hombre por kilómetro cuadrado, o en parte 6, 7 ó 10 hombres? Nosotros, sin embargo, teníamos que desarrollarnos con 140 habitantes por kilómetro cuadrado. Ese era el problema que se nos planteaba y que había que resolver. Y pusimos manos a la obra. Hubimos de sobreponernos al régimen de los pequeños Estados, a los antiguos prejuicios de clase, a las viejas banderías y distinciones, y para poder disciplinar a todos los hombres fue menester realizar una labor gigantesca.

El segundo punto del programa de 1933 consistía en la eliminación de la amenaza externa, lo que vale decir especialmente la lucha por la destrucción del Tratado de Versalles y la resurrección de un fuerte Reich alemán, lo que nos enfrentó a la posición de los ingleses y norteamericanos. Los anglosajones del viejo y del nuevo mundo han sentado una concepción maravillosa que compartían con los franceses: “Hay dos clases de pueblos, los que tienen y los que no tienen. Nosotros los ingleses tenemos cuarenta millones de kilómetros cuadrados y los norteamericanos y franceses somos también grandes propietarios, y quien nada tiene con nada se quedará”

Nosotros entretanto, hemos resuelto nuestros problemas. Se nos ha reprochado que nos apartamos del oro como patrón monetario, pero cuando me hice cargo del gobierno no disponíamos de oro. Se nos había saqueado y exprimido. No me resultó, pues, difícil apartarme del patrón oro.

No nos sentimos por eso desdichados, pues tenemos una concepción económica completamente distinta. El oro no es un factor de valoración, sino un instrumento de sojuzgamiento, esto es, de dominación de los pueblos. La gente no come oro; se sustenta con alimentos, viste ropa y habita casas que son fruto del trabajo. He depositado toda mi fe en la aplicación y capacidad de los trabajadores y en la inteligencia de nuestros inventores, técnicos y químicos. Nosotros no nos hundiremos de ningún modo por carecer de oro; por el contrario, progresaremos, porque poseemos la fuerza para el trabajo, que es nuestro capital. Nuestro marco es tan estable, porque su respaldo es el trabajo alemán y no el oro. Nuestra moneda sin respaldo metálico vale más que el oro.

Hemos logrado también resolver otros problemas. Si hace ocho años hubiese declarado que al cabo de seis o siete años nuestro problema no sería el de dar trabajo a los desocupados, sino el de encontrar más brazos, la gente se hubiese reído y me habrían tomado por loco. Y, sin embargo, eso es hoy una realidad. La esencia del trabajo consiste en que éste crea más trabajo, y cuanto mas se produce y construye, más trabajo engendra. Nuestras ideas se basan en esta idea del trabajo común que estamos erigiendo; un mundo de esfuerzos comunes y también de preocupaciones y deberes comunes.

Si otros países comenzaron a imponer el racionamiento dos, tres, cinco o siete meses después del comienzo de la guerra, nosotros lo aplicamos desde el primer día y renunciamos a determinados artículos, como por ejemplo el café. Quisimos evitar que algunos pudieran disponer de los artículos de primera necesidad en mayor cantidad que otros. En cambio en otros países se debatía cuáles habían de ser los artículos a racionar y mientras tanto las clases pudientes acumularon reservas. Cuando por fin se implantó el racionamiento, claro está que ya no quedaba nada para los demás.

Nuestro Estado es distinto de las democracias occidentales. Aquí gobierna el pueblo. La inmensa organización partidaria y todos los funcionarios del partido han sido del pueblo. El partido comprende a todas las clases y en nuestro país todos tienen posibilidad de progresar, incluso los que provienen de la gran masa.

Yo soy la mejor prueba de ello; no soy siquiera abogado y sin embargo soy vuestro Führer. En el ejército hay millares de oficiales salidos de sus filas. Todas las restricciones sociales fueron suprimidas. Las escuelas nacionalsocialistas y las escuelas Adolf Hitler de todo el país acogen a niños bien dotados de todas las capas sociales que más tarde ingresarán al partido y serán sus dirigentes. Este es un Estado en el que, repito, la cuna no significa nada y la habilidad lo es todo.

Hemos creado aquí grandes posibilidades, pues nuestro Estado ha sido edificado desde sus cimientos, y también hemos brindado al pueblo la alegría de vivir. Por eso el pueblo trabaja con fanatismo y alegría y sabe que no está empeñado en una lucha por el capital de unos pocos egoístas, sino por el bienestar de la colectividad. Sin ese poder creador no podíamos alimentar a todo nuestro pueblo.

En este mundo el que hoy está en lucha con el otro mundo, que se rige por la cuna, el capital y el egoísmo. De un lado el colegio de Eton, del otro las escuelas Adolf Hitler y las academias políticas nacionalsocialistas. En aquél se encuentran los niños de las clases gobernantes, en éstas los del pueblo. Uno de los dos sistemas debe desaparecer. Si el nuestro se derrumba, con él vendrá abajo todo el pueblo alemán. Si es el de ellos el que se desploma, el mundo será realmente libre. Alemania siempre tendió una mano amiga. Nosotros queríamos emplear nuestro trabajo en otras cosas que en armamentos. Mis planes eran otros: quería que Alemania fuese hermosa, que el pueblo tuviera cultura, no como en Inglaterra donde el teatro sólo está al alcance de las clases oligárquicas.

En su época hice a nuestros actuales enemigos proposiciones para la limitación de los armamentos, y fueron acogidas con hilaridad. Propuse circunscribir la limitación a ciertos armamentos, y la propuesta fue igualmente rechazada. Sugerí que no se empleara la aviación en la guerra, aconsejé que no se utilizaran bombas. Todo fue en vano.

Era pues preciso prepararnos para la defensa. Cuando vi que el resurgimiento alemán provocaba el antagonismo de esos círculos ingleses que odiaban a Alemania, comprendí que tendríamos que luchar. Eran los viejos espíritus belicosos que volvían a colocarse en primer plano y contra ellos nos armamos. Como antiguo soldado, sabía lo que significa carecer de armas y municiones y ser vencidos sin poder devolver golpe por golpe. Así la lucha ha llegado.

Hice cuanto pude por lograr un entendimiento. Sometí proposiciones a los ingleses, hablé con sus diplomáticos, les solicité que aceptaran el consejo de la razón, pero Inglaterra quería la guerra y nos la declaró. ¡Ahora tiene la guerra!

Siempre consideré deplorable que pueblos que podían convivir pacíficamente, tuviesen que recurrir a las armas en vez de conciliar razonablemente sus intereses. Pero si esos caballeros se empecinaban en dominar al pueblo alemán y pretendían volver a dividirlo, entonces tendrían la guerra, una guerra sorprendente. ¡Y esa sorpresa ya ha comenzado!

¡Qué distinta ha sido esta guerra de la última! La lucha sangrienta y encarnizada por cada kilómetro, cedió el lugar a los golpes demoledores y fulmíneos. ¡Con que irresistible impulso eliminamos el año pasado al Estado polaco en 18 días! Luego vino la tentativa británica de asalto a Noruega, que demostró que no nos habíamos dormido en el invierno. Los estadistas británicos aseguraron entonces que había perdido el ómnibus, pero llegué justamente a tiempo para tomarlo antes que ellos.

Los ingleses quisieron ser más rápidos y hábiles en el oeste, en Bélgica y Holanda, y esto originó la ofensiva del frente occidental. Habíamos vivido la guerra mundial, habíamos participado en las batallas de Flandes, Artois y Verdún y nos preguntábamos cuántas víctimas demandaría la lucha actual. Muchos se preguntaban como podría ser quebrada la línea Maginot y pensaban que exigiría grandes sacrificios. Pero en seis semanas quedó terminada la campaña. Bélgica, Holanda y Francia fueron derribadas, se construyeron bases y emplazaron baterías en la costa del canal y hoy ningún poder de la tierra podría desplazarnos de esas posiciones.

¡Qué pequeños fueron esos sacrificios comparados con los de la guerra mundial! Con esos sacrificios hemos roto el cinturón erigido en torno de Alemania y eso se lo debemos al ejército alemán. Pero el soldado alemán no es sólo el mejor del mundo, sino que está dotado de las mejores armas del mundo.

Se me ha reprochado de haber producido armas y municiones con exceso y refuto el reproche declarando que los cañones y las granadas pueden reemplazarse, no así los hombres. Sé por mi experiencia de la guerra mundial que no dispusimos de suficientes municiones. El soldado alemán tiene esta vez abundantes municiones; estamos preparados para todo y llevaremos la lucha hasta el fin.

No quería la guerra aérea y mucho menos la nocturna, porque de noche es imposible apuntar bien. Queríamos luchar tan sólo con los combatientes y no contra las mujeres y niños. En Polonia y Francia no efectuamos ataques nocturnos, pero ese gran estratego de Churchill empezó con Friburgo y continuó desde entonces. Los ingleses no afirman la verdad cuando dicen que han destruido fábricas de armamentos. No ha sido paralizado el trabajo de una sola fábrica de armas, a pesar de que según la información británica no nos quedan más que ruinas. Lo único que han conseguido, es sembrar el dolor en las familias bombardeando con preferencia hospitales.

Esperé uno, dos, tres meses, pero no podía dejar que fuera destruido el pueblo alemán impunemente para no dañar a extraños. Se inició así la campaña de represalias. Esta guerra deberá, pues, librarse con la mayor energía y sin contemplaciones, y quiero que sepáis que seremos nosotros quienes determinaremos cuando habrá llegado la hora de la decisión. Al hacer esta afirmación lo hago con prudencia.

Podríamos haber atacado en el Oeste en el otoño pasado, pero quise esperar el buen tiempo y creo que ha valido la pena hacerlo. Creo que el pueblo alemán me estará igualmente agradecido si espero que llegue el momento oportuno para atacar y le ahorro así muchos sacrificios. También esto es propio de la naturaleza del Estado popular nacionalsocialista. Nosotros no queremos obtener éxitos de prestigio ni realizar sacrificios por el prestigio, sino guiarnos exclusivamente por los puntos de vista económicos y militares.

Lo que deba hacerse se hará y esperaremos la hora en que la razón obtendrá la victoria. Ocurra lo que ocurra, Alemania surgirá victoriosa de esta lucha. No soy hombre que ceje en la lucha sin haber triunfado. Siempre dije que la palabra capitulación no existe en nuestro vocabulario. Los escribas emigrados me achacan un complejo de inferioridad. Con esto demuestran que no están en su sano juicio. Jamás sufrí ningún complejo de inferioridad. Soy el mismo que siempre fui, diga lo que quiera la prensa emigrada. No quería la lucha, pero desde que me fue impuesta la llevaré adelante mientras me quede un hálito de vida, y puedo dirigir esta lucha porque sé que el pueblo alemán entero está detrás mío. Hoy soy el guardián de la vida futura del pueblo alemán. Podría haber llevado una vida mejor, pero emprendí esta tarea ímproba sabiendo que debía ser cumplida. Mi vida y mi salud no cuentan. Sé que en el ejército alemán cada oficial y cada hombre está detrás de mí con el mismo espíritu. Nuestros adversarios olvidaron que tendrían que vérselas con el Tercer Reich y no con el segundo. Los trabajadores alemanes me ayudaron a preparar esta lucha y a llevarla adelante y lo seguirán haciendo no importa cuál sea su duración. Agradezco por sobre todo a la mujer alemana el fervor con el que se ha hecho cargo de los trabajos de los hombres. Os doy las gracias a todos por vuestros sacrificios personales. Os doy las gracias en nombre de aquellos que hoy representan a la Nación alemana en armas y en el de los que serán la Nación alemana en el futuro.

Estamos librando una lucha por el porvenir y no por el presente. He dicho ya que las dificultades económicas jamás podrán llevarnos a la derrota y la actitud del pueblo alemán lo garantiza. Una rica recompensa nos espera en lo porvenir y cuando hayamos ganado la guerra no lo habremos hecho en el beneficio de unos cuantos capitalistas, hombres de negocio o “nobles”, sino para el bienestar general de todo el pueblo.

Podéis reconocerme por vuestro fiador puesto que soy uno de los vuestros. Cuando haya cesado la lucha de las armas, nos tocará emprender nuevas tareas en la construcción de la Nación alemana. He luchado toda mi vida por el pueblo alemán y éste me secundará en la ejecución de mis planes que tienden a un solo fin: hacerlo resurgir y llevarlo adelante en la gran historia de nuestra existencia.

Estamos resueltos a crear un Estado social que será ejemplar en todos los aspectos y esa será nuestra victoria definitiva. Mirad a los demás: ¿Qué consiguieron de su victoria en la Guerra Mundial? Solamente su condenada plutocracia. ¿Qué sacaron de ella? Desocupación y pobreza. Eso debe servirnos de lección. Cuando hayamos conseguido la victoria, suspenderemos la fabricación de cañones y emprenderemos nuestros trabajos de paz que mostrarán al mundo quien es el amo: el capital o el trabajo. Surgirá entonces el Gran Reich alemán soñado por un gran poeta. Será una Alemania que cada uno de sus hijos amará con fervor.

Y si hay quien piense que este sueño del futuro no es más que una esperanza mía, le responderé que cuando inicié mi jornada como simple soldado desconocido tuve que edificar el más grande de los futuros con los cimientos de la más grande de las esperanzas. Y ese futuro se ha realizado. Lo que acabo de exponer para señalar nuestra meta, no puede compararse con el camino recorrido. La ascensión de soldado a dirigente de una Nación es indudablemente más ardua que la del jefe en la tarea de forjar la paz tan esperada. Llegará el día en que podremos formar el Gran Reich de la Paz, del Trabajo y del Bienestar.



12. Discurso del 30-I-1941



Pronunciado en el Sport Palast de Berlín

conmemorando un nuevo aniversario de

su advenimiento al poder.



Estoy convencido que el año 1941 será en la historia el año del Nuevo Orden Europeo. El problema no puede ser otro que la oportunidad para todos en el mundo por la eliminación de las tiranías de ciertas naciones y lo que es mejor, la eliminación de sus dirigentes financieros. Finalmente en este año quedarán asegurados los verdaderos funcionarios del entendimiento y reconciliación internacionales…

El Reich no quiso la guerra, pero si otros la querían y buscaban con ello la destrucción de la Nación germana, experimentarán una terrible sorpresa…

Todo barco que intente aproximarse a Inglaterra y se ponga al alcance de nuestros tubos lanzatorpedos, será echado a pique…

Los resultados del sistema democrático son la pobreza, la miseria, el hambre, la infelicidad y toda la larga serie de calamidades que ha sufrido el mundo, como consecuencia de la política seguida por el poderío británico…

La fe ciega que el pueblo alemán sentía por otras democracias del mundo fue la razón definitiva de su derrumbe en aquel entonces. Mientras Alemania seguía engañada por esa falsa fe, las mismas democracias procedían sistemáticamente a saquear al pueblo alemán. Alemania recibía promesa tras promesa empezando por la del entonces presidente de los Estados Unidos, Mr. Wilson, pero ninguna de ellas fue cumplida en forma alguna…

Me he armado, armado y armado, y aún hoy cuando ellos han visto que somos poderosos en el sentido militar, están como si nada supieran de nuestro poderío. En realidad no debiera decir todo lo que les tengo reservado. Me imagino lo que dirían ellos si supieran realmente hasta donde estamos preparados. ¡Cuantas cosas tenemos que son mil veces más poderosas que las mostradas hasta ahora!…

Todo lo que nosotros sabemos es que estamos dispuestos a llevar adelante nuestras demandas. No pedimos nada irrazonable pero insistiremos y conseguiremos lo que nos pertenece…

Estamos dispuestos a comenzar la realización de nuestro objetivo final. Estamos dispuestos a romper la dominación del mundo y la concentración de privilegios especiales en manos de unos pocos. El fin de esta conflagración mundial significará el fin del poder judío en Europa…

El año que acaba de pasar ha sido de grandes victorias como también de pérdidas. Muchas familias han sufrido la pérdida de algún ser querido. Necesitamos hacer todo lo posible para ayudar a esa gente. Somos hoy un pueblo unido y roguemos porque continúe esa unidad germana; roguemos también a Dios para que no nos abandone en este año. ¡Sieg heil¡



13. Orden del día del Führer y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas del Reich Alemán a los soldados del frente del Este

(2-II-1941)


¡Soldados del frente del Este! Lleno de la más profunda ansiedad por la existencia y el porvenir de nuestro pueblo, decidí, el 22 de Junio ppdd., haceros un llamado directo para adelantarme en el último momento al ataque con que nos amenazaba el enemigo.

Los tiranos del Kremlin tenían la intención de destruir no sólo a Alemania sino a toda Europa.

Desde entonces, vosotros, camaradas, habréis reconocido claramente dos cosas: primero: este enemigo se había preparado militarmente para su ataque en una forma tan inmensa que aún nuestros cálculos más pesimistas fueron sobrepasados. Segundo: que Dios tenga piedad de nuestro pueblo y de todo el mundo europeo si este bárbaro enemigo hubiera logrado lanzar contra nosotros y toda Europa sus decenas de miles de tanques. Esto hubiera significado el fin de Europa, pues los ejércitos bolcheviques se componen no de soldados sino en su mayor parte de bestias.

Ahora, mis camaradas habéis podido ver con vuestros propios ojos este “paraíso de obreros y campesinos”. En un país que, debido a su extensión y a su fecundidad, habría podido nutrir a todo el mundo, impera una miseria que es inimaginable para nosotros los alemanes. Este es el resultado de 25 años de dominación judía que, bajo el nombre de bolcheviquismo, sólo equivale en su esencia ala forma más cruda del capitalismo. Los dirigentes de este sistema son, sin embargo, los mismos en ambos casos: judíos y sólo judíos.

¡Soldados! Cuando el 22 de junio apelé a vosotros para eliminar el terrible y amenazador peligro que se cernía sobre nuestra Patria, os enfrentasteis con la más grande maquinaria militar del mundo y de todos los tiempos. Sin embargo, en el lapso de tres meses escasos vosotros, mis soldados, gracias a vuestra intrepidez, habéis logrado destruir una tras otra las brigadas blindadas del enemigo, aniquilasteis innumerables divisiones, y capturasteis incalculable cantidad de prisioneros, ocupasteis inmensos territorios y no se trataba de tierras despobladas, sino de extensiones en la que este enemigo vive, y de las cuales su gigantesca maquina de guerra es abastecida con toda clase de materiales.

En pocas semanas estarán por completo en vuestras manos los tres distritos industriales vitales del enemigo.

Vuestros nombres, soldados de las fuerzas armadas alemanas, y los nombres de vuestros valientes aliados, los nombres de vuestras divisiones y regimientos, los de vuestras naves y escuadrillas aéreas quedarán unidos eternamente con la más gigantesca victoria en la historia del mundo.

Habéis tomado más de 2.400.000 prisioneros, y habéis destruido o apresado más de 17.500 tanques y más de 21.600 piezas de artillería. Fueron derribados o destruidos en tierra más de 14.200 aviones. El mundo jamás ha visto nada semejante. El territorio enemigo que hoy ocupan las tropas alemanas y sus aliados es más que el doble del Reich de 1933 y mayor aún cuatro veces que toda la isla británica. Desde el 22 de junio han sido rotos los más potentes sistemas defensivos, han sido atravesados los ríos más grandes y torrentosos, fueron tomadas por asalto innumerables poblaciones y destruidas o desalojadas con lanzallamas incontables casamatas y posiciones fortificadas. Comenzando desde el extremo Norte –donde nuestros valerosos aliados finlandeses demuestran por segunda vez su heroísmo- hasta Crimea, os halláis actualmente, junto con divisiones eslovacas, húngaras, italianas y rumanas, internados aproximadamente en una profundidad de 1000 kilómetros dentro del territorio enemigo. Contingentes españoles, croatas y belgas se unen ahora a vosotros y otros les seguirán, pues esta lucha es, quizás por primera vez considerada por todas las naciones de Europa como una acción común para la salvación del continente europeo y de su alta cultura.

Gigantesco es también el trabajo que se realiza en la retaguardia de vuestro inmenso frente. Casi 2.000 puentes han sido construidos. 405 puentes de ferrocarril fueron reparados. 25.500 kilómetros de vías férreas han vuelto a ser puestos en funcionamiento, y más de 15.000 km. de líneas del sistema ferroviario ruso han sido adaptadas a la trocha europea. La construcción de carreteras se está realizando en miles de kilómetros. La administración civil se ha hecho cargo ya de vastas zonas de territorio. Bajo leyes sensatas la vida vuelve a ponerse en movimiento en ellas lo más rápido posible. Enormes depósitos de víveres, combustibles y municiones se encuentran a nuestra disposición.

Este gran resultado de la lucha se ha conseguido con un total de bajas que no llega al 5% de las pérdidas de la Guerra Mundial si bien por eso los sacrificios no pierden su rigor para los familiares de los caídos.

Las pruebas de intrepidez y heroísmo, las privaciones y esfuerzos que vosotros, mis camaradas, habéis soportado y realizado en apenas tres meses y medio, junto con nuestras valerosas tropas aliadas, en este territorio, nadie las puede valorar mejor que el hombre que durante la Guerra Mundial cumplió con su deber como soldado.

En estos tres meses y medio, mis soldados, han sido realizados los preparativos para asestar al enemigo el golpe de gracia más tremendo que lo ha de aniquilar antes de la llegada del invierno. Se ha hecho todo lo humanamente posible, se ha trabajado sistemáticamente y paso a paso, para llevar al enemigo a una situación tal que nos permita darle el golpe definitivo.

Hoy comienza la última gran batalla decisiva de este año. Con ella aniquilaremos al enemigo y, al mismo tiempo, al causante de toda esta guerra, vale decir, Inglaterra. Cuando hayamos aniquilado a este enemigo, habremos también barrido al último aliado de Inglaterra en el continente.

De este modo, conjuramos del Reich y de toda Europa peligros tales como jamás se han cernido sobre el continente desde la época de los hunos y, posteriormente de las tribus mongólicas. Por ello, el pueblo alemán estará con vosotros, en las pocas semanas que faltan, más firmemente que hasta ahora. Lo que vosotros y los soldados de nuestros aliados habéis logrado realizar, nos obliga desde ya a la más profunda gratitud. Reteniendo el aliento y con sus bendiciones, toda la Patria os acompañará en los graves días que se aproximan, pues, con la ayuda de Dios, vosotros, junto con nuestros valientes aliados, le daréis al pueblo alemán, no sólo la victoria, sino también la más importante condición previa para la paz.


Cuartel General del Führer, 2 de Octubre 1941

Adolf Hitler, Führer y Jefe Supremo de las

Fuerzas Armadas Alemanas




14. Proclama del 1-I-1942



Desde el cuartel general del Führer



El año 1942 traerá la decisión para la salvación de nuestro pueblo y de las naciones aliadas a nosotros.

Durante los seis años que precedieron a la iniciación de las hostilidades, urgí repetidamente a Londres y París que participaran en una conferencia para la limitación de los armamentos y para un entendimiento entre las naciones. Al terminar la campaña polaca extendí de nuevo, inmediatamente, la mano de la paz he hice lo propio después del derrumbamiento de Francia en 1940, pero fui insultado y se me calificó de cobarde. Todas mis tentativas pacifistas se vieron frustradas por la conspiración financiera judío-anglonorteamericana y por el presidente Roosevelt, el más grande propagador bélico de nuestros tiempos.

La guerra se debe, como lo anunciara el presidente de Estados Unidos, en una de sus “platicas al calor del hogar” en Washington, a que los países enemigos (integrantes del Eje) “no desean vivir el tipo de mundo que nosotros queremos.” El mundo alemán tiene tan poco en común con Estados Unidos, como los norteamericanos con nosotros. Nadie en Alemania soñaría con invitar a la señora de Roosevelt a vivir de acuerdo con el modo alemán, o a pedir al pueblo germano que se adapte a los principios o al modo de vida de los norteamericanos.

El año que termina señaló el comienzo de la lucha más grande que haya presenciado jamás el mundo…No necesito recordar todos los acontecimientos registrados en su transcurso, en los que nos vimos envueltos tan poderosamente. Fracasados mis esfuerzos pacifistas, y después que aquella coalición (las democracias) resolvió hacer la guerra a Alemania, juzgué que en bien de la seguridad del Reich, de la existencia de nuestro pueblo y del futuro de toda Europa, no debía perder ni una hora más a fin de salvar cuando menos aquellas vidas que de otra forma serían sacrificadas en grado mucho mayor.
¡MIS ENEMIGOS SON LOS TUYOS!